JUDEA
Detalle del Arco de Tito, en Roma que muestra los tesoros robados del Templo de Jerusalén (el Candelabro de los Siete Brazos, la Mano de los Panes de Proposición, los Rollos de la Ley y el velo del Sancta Sanctorum).
Judea (en hebreo: יהודה, Yehuda, 'agradezco a Dios' o 'reconozco a Dios') es la parte montañosa del sur de la histórica Tierra de Israel (ארץ ישראל, Eretz Israel).
El nombre Judea es en griego (Ιουδαία) y latín (Iudaea) una adaptación del nombre Judah y originalmente implicaba el conjunto de los territorios de los Reinos Judíos, pero en los tiempos del Nuevo Testamento se limitó su alcance al sur de la región. En hebreo Yehudah se refiere a una gran sección del sur de Israel y el Margen Occidental, o en la combinación de Judea y Samaria para referirse concretamente a Cisjordania en la zona sur de Jerusalén. Del nombre Judea viene el gentilicio «judío».
El área fue el sitio del Antiguo Reino de Judá, el Reino Hasmoneo, y más tarde el Reino de Judea, una provincia del Imperio romano.
En el tercer milenio anterior a la presente era comenzaron a surgir las primeras ciudades, ciertamente en contacto con las grandes civilizaciones que se desarrollaron en los valles del Nilo y la Mesopotamia. El pueblo hebreo, semita, que se refugiara en Egipto, regresó alrededor del 1550 a. C., cuando escapó del territorio de los faraones. Al comienzo, los judíos se instalaron en las regiones localizadas al oeste del Mar Muerto, y poco a poco se trasladaron hacia las márgenes del Mediterráneo y las tierras del norte, en la Galilea. Durante el siglo XII a.C., los llamados pueblos del mar, entre ellos los filisteos, ocuparon las llanuras litorales, desplazando a los anteriores habitantes hebreos. Las constantes luchas entre los dos pueblos terminaron con la victoria de los hebreos. En el siglo X a.C., el Reino de Judá aprovechó el debilitamiento de los grandes imperios vecinos para expandir su territorio. El reino, que alcanzó su apogeo a lo largo de los reinados de David y Salomón, fue más tarde dividido en dos reinos: Reino de Israel, al norte, y el Reino de Judá, al sur. Israel fue transformado en tributario de Asiria y después de subir al trono, en 721 a. C., Sargón II conquistó el reino y deportó a la mayor parte de sus habitantes. Al sur, el Reino de Judea conservó su precaria independencia hasta 587 a. C., cuando Nabucodonosor II lo conquistó y deportó a su población a Babilonia. En 539, cuando el emperador persa Ciro el Grande se apoderó de Babilonia, muchos hebreos pudieron regresar a Israel. Después de la conquista del Imperio persa por el macedonio Alejandro el Grande, toda la región quedó sometida a la influencia helenística.
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