EL LAVATORIO DE PIES
Cristo nos dio un gran ejemplo en la Última Cena, lavando los pies de sus apóstoles. Nos enseñó que la labor del cristiano es ayudar a los demás con una actitud de servicio, amor y humildad. Hay que hacernos todo a todos para acercarlos a Cristo.
Mientras estaban cenando, Jesús se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ciñó una toalla, echó agua en una palangana y se puso a lavar los pies a sus discípulos (Jn. 13, 2-5). Un gesto de servicio porque ésta era una actividad reservada exclusivamente a los esclavos.
Jesús ha pasado su vida amando, sirviendo. Para Él, amar ha sido siempre mirar a la otra persona con ternura, viendo qué le hacía sufrir y a ayudarla a suprimir las causas de su dolor para que pudiera ser feliz.
Ahora siente que debe llegar al fondo. Si ese amor, si ese servicio ha de llevarle a la humillación, al desprecio, a ser considerado un esclavo…¡qué así sea! No espera a que eso se produzca. El da el paso: se hace esclavo por amor.
Para un cristiano, el lavatorio implica tres cosas principales: servicio, amor y humildad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario