EL INSULTO
Un insulto es una palabra o expresión que sea utilizada por el emisor con la intención de lastimar u ofender a otro individuo o que es considerada por el receptor como tal. Qué constituye o no un insulto es difícil de determinar con precisión, ya que se halla sujeto a convencionalismos sociales y culturales. Antropológicamente qué constituye o no un insulto sólo puede ser definido en el nivel émico de las ciencias sociales. También dentro de la pragmática y concretamente la teoría de los actos de habla puede plantearse qué constituye o no un insulto.
Generalmente el insulto es una práctica social desaprobada y rechazada. Con frecuencia el insulto se refiere a la sexualidad, a los progenitores, apariencia, discapacidades físicas o a las capacidades mentales de la persona a quien se dirige el insulto, en resumen cualquier cosa que pueda ofender o molestar al que va dirigido.
No existe país ni grupo social que no tenga incorporados en su lenguaje palabras soeces que se utilizan como una forma de agredir a otras personas. De una cultura a otra, incluso en algunas que hablan el mismo idioma, las palabras que se utilizan para herir pueden no tener el mismo sentido pero el efecto es el mismo: Agresión.
Lo que es un hecho, es que la palabra que denigra tiene un sentido subjetivo, y es ese mismo elemento el que hace que tenga tanto poder.
El uso habitual del insulto lo hace parecer normal, y es eso precisamente lo que lo hace peligroso. Porque enfrentadas a la agresión, las personas van perdiendo sensibilidad frente a los efectos a largo plazo del menosprecio o la violencia.
Muchas parejas utilizan un lenguaje de confrontación, desacreditación, humillación o maltrato, y es tan habitual que pierden la capacidad de asombro frente a las expresiones que utilizan, que en otro contexto, evidentemente, les provocaría un gran rechazo personal; el insulto sólo acrecienta la crisis de las relaciones de una pareja.
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