EL CLIMA

miércoles, 23 de junio de 2010

RECORDANDO A CRITICA/ EUFEMISMOS










RECORDANDO

A CRITICA EUFEMISMOS


Un eufemismo, explica la Real Academia Española, es una manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante.

Hace varias semanas que el Gobierno apela a distintos eufemismos para evitar la dura y malsonante palabra inflación. Prefiere hablar de “reacomodamiento de precios” o “tensión de precios” antes que pronunciar ese maldito vocablo evocativo de los peores fantasmas del pasado.

¿Cuál es el temor? Transcurrida la crisis internacional, ¿hay algún atisbo de hecatombe económica? Hasta los analistas más despiadados presagian crecimiento para el año en curso.

¿Entonces? Sencillo: quienes ven destituyentes hasta en la sopa alegan que un reconocimiento de la inflación podría poner en riesgo la gobernabilidad. Ahora, ¿está toda la oposición agazapada esperando la caída de Cristina Kirchner? Suena a otra exageración oficial para partir a la sociedad en dos y devaluar las críticas, aun aquellas de quienes se jugaron la vida por la democracia.

El que levanta la voz –dicen los kirchneristas sin sonrojarse– es funcional a la derecha. Entonces a callarse sobre los dibujos del INDEC, la corrupción solapada y la aún inequitativa distribución de la riqueza.

La lógica binaria no deja margen. Si uno apoyó la estatización de Aerolíneas Argentinas, las leyes de Servicio de Comunicación Audiovisual y de movilidad jubilatoria, el fin de las AFJP, la renovación de la Corte Suprema y las políticas de derechos humanos, no tiene que andar haciendo ruido como una mosca molesta.

El combo es así. Se lo compra entero o no se lo compra. ¿Ejemplos? Sobran. La Presidenta prohibió a su tropa esbozar siquiera una observación a Guillermo Moreno. Por eso Néstor Kirchner borró de su agenda el teléfono de José Pampuro. La herejía del senador fue haber dicho que no le creía nada al secretario de Comercio.

Si la inflación responde al capitalismo salvaje de ciertos oligopolios, como azuzó Florencio Randazzo, es momento de poner los nombres de esas empresas sobre la mesa. Seguramente serán bienvenidos por la gente. ¿O el ministro del Interior y el resto del gabinete se conformarán reduciendo su ira al Grupo Clarín y la oposición?.

El multimedios hace su juego, nadie lo niega. Pero la presencia de intereses sectoriales no justifica desconocer los aumentos de frutas, carnes y verduras. Por suerte, la necedad oficial encuentra algunas grietas. Con mayor o menor timidez, esta semana Hugo Moyano, Edgardo Depetri y Juan Manuel Urtubey prefirieron no tapar el sol con las manos.

¿Hace falta aclarar que son oficialistas? Por las dudas recordemos que uno es el influyente titular de la CGT; el otro, el flamante subsecretario de Relaciones con la Sociedad Civil del gobierno de la Nación, y el tercero, el gobernador K de Salta.

Ellos, al igual que el heterodoxo economista Aldo Ferrer, mencionaron la palabra prohibida. “El aumento de precios de hoy es una consecuencia de la inflación inercial, la sociedad incorporó la hipótesis de que los precios crecen alrededor del 20% y el comportamiento de los actores se ajusta a eso”, desdramatizó el integrante del Grupo Fénix.

Siguiendo ese razonamiento, ¿por qué habría gremios que reclaman hasta el 33% de incremento salarial si no hubiera inflación?.

UN MUNDO SIN TIBIOS. No es necesario ir al psicólogo para saber que el primer paso para superar una realidad es reconocerla. Ni siquiera la solución caníbal del ojo por ojo que promueve Susana Giménez para enfrentar la delincuencia puede llevar a Aníbal Fernández a ignorar la existencia de hechos de inseguridad o devaluarlos, como ya hizo el jefe de Gabinete, a una “sensación térmica”.

Es recurrente esta lógica de compensación que aplica el oficialismo, incluso en el plano periodístico. Por eso, para desbaratar las supuestas mentiras de los medios críticos promueve la creación de otros medios que, lejos de mostrarse equilibrados, son un canto a la propaganda K. O se es blanco o se es negro.

¿Y qué pasa con aquellos trabajadores de prensa que ponderan algunas medidas oficiales y cuestionan otras? Están rotulados de tibios y a los tibios –dicen en la Casa Rosada, a tono con la cita bíblica tan utilizada por Carlos Menem– los vomita Dios.

Aun antes de que el INDEC perdiera su credibilidad, Víctor De Gennaro solía decir que la mejor estadística es la que está al alcance de la mano. “Si tengo familiares desocupados, amigos que perdieron el empleo, compañeros que no consiguen trabajo, nadie me va a convencer de que no hay desocupación”, describía el dirigente de la CTA.

Este exacerbado sentido común se puede extrapolar a otros rubros. Si uno, o un amigo o familiar, supo ser víctima de un hecho delictivo, quién lo convence de que el problema es apenas una sensación térmica. El tópico es tan complejo e incómodo para quien se arroga posturas progresistas que muchas veces hasta evita abordarlo.

Otros, como Mauricio Macri, se zambulle orondo en el tema, aunque con una visión tan estigmatizada que termina enlazando la inseguridad con trapitos y limpiavidrios. Es verdad que algunos de estos chicos tienen una actitud coercitiva y que detrás de otros puede haber organizaciones delictivas, pero la gran mayoría son trabajadores que encontró un mercado informal para sobrevivir a base de míseras propinas.

¿No será mejor atacar la raíz del oficialisproblema? ¿Qué tal invertir en educación, salud o empleo? Suena démodé, pero cuánto más se solucionaría con un reparto equitativo de la torta que atestando las calles de policías.

La seguridad que el jefe de Gobierno porteño blande como su caballito de batalla es, paradójicamente, lo que podría complicarle su futuro: el juez Norberto Oyarbide ahora quiere saber si integró junto a Ciro James y Jorge “Fino” Palacios –alma máter de la Policía Metropolitana– una asociación ilícita dedicada a tareas de espionaje.

Ni la dirigencia gremial ni la militancia de izquierda. Aquellos que le causan mayores dolores de cabeza son personajes de su espectro ideológico, como el ex SIDE Carlos Tórtora, quien acaba de denunciarlo por defraudación a la administración pública y violación de los deberes de funcionario público.

Según este declarado amigo del dictador Emilio Massera y ex vocero de los carapintadas en 1987, Macri cometió serias irregularidades durante el proceso licitatorio de la publicidad en la vía pública. A pesar de que la Sala VI de la Cámara Criminal y Correccional de la Nación entendió que existía delito de falsificación de documentos por parte de Publicidad Sarmiento, el jefe de Gobierno otorgó la concesión a esta empresa.

¿Por qué semejante privilegio? Publicidad Sarmiento pertenece a Eduardo, Orlando y Orly Terranova. Hace dos semanas este último probó suerte como candidato a legislador del PRO en Mendoza.

Macri soñaba con emular los años del menemismo, cuando Daniel Scioli, Carlos Reutemann y otras figuras del deporte aseguraban éxitos electorales.

Pero Orly Terranova, uno de los ídolos del Rally Dakar, apenas logró un cuarto lugar en las urnas.

De la denuncia que Tórtora radicó en el Juzgado Federal Nº 9 tampoco sale indemne José Torelo. Este asesor del jefe de Gobierno es señalado como cabeza de un “seudogabinete jurídico, que por fuera del organigrama de la Ciudad” dio el visto bueno para dejar en manos de Publicidad Sarmiento una actividad que mueve millones de pesos.

Frente a eso, los estrategas de comunicación porteños no ofrecen respuestas muy diferentes de las de sus pares K. En el mejor de los casos, reconocen “desprolijidades”. En el peor, echan mano de la frase alfonsinista “la casa está en orden”, como si la publicación de noticias adversas tuviera el espíritu golpista de aquellos militares insurgentes de los años ochenta.

Unos y otros deberían entender que para defender la democracia siempre es mejor admitir una coyuntura adversa y mostrar voluntad de modificarla, antes que subestimar a la gente escondiendo la inflación, la inseguridad y la corrupción detrás de meros eufemismos.


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