EL CLIMA

jueves, 17 de junio de 2010

LA NUEVA CARAVANA





LA NUEVA CARAVANA

Seguramente los mas memoriosos recordaran generosamente a esta
inigualable humorista que supimos tener los argentinos a la cual todo el
mundo la conocia simplemente como catita, hoy te proponemos
evocarla con este breve resumen, y te animamos lector, a que la
busques en frases, monologos, y videos, y seguramente, experimentaras
un oasis de humor entre tanto problema cotidiano. La risa es una excelente
terapia para el alma, y te alentamos a que la practiques
besooos LC.

La mítica reunión en torno a la radio era el ritual cotidiano de la mayoría de los porteños, sin distinción de clase o edad, en las décadas del 30 y del 40. En una gran cantidad de veces era para escuchar a una mujer que poseía un humor sencillo, simple pero no por eso menos efectivo. Una demostración de su talento fue su éxito en el cine, porque no tenía una belleza deslumbrante y tampoco una voz privilegiada que le permitiera destacarse como cantante, sin embargo a pesar de no poseer ninguna de estas dos características, consideradas claves en esa época para convertirse en una gran estrella cinematográfica, igual consiguió volverse enormemente famosa.

Ella sola concebió sus innumerables y populares personajes, además de haber sido la autora de sus propios libretos. Además tuvo que enfrentarse a la censura de los gobiernos autoritarios de ese tiempo, ya fuesen elegidos de forma fraudulenta o legítima.

Es que sus caracterizaciones mostraban una imagen de Argentina que nada tenía que ver con la que circulaba por las mentes de los dirigentes, sino aquella que los auténticos artístas saben plasmar y que son verdaderos documentos de identidad de un pueblo, el de carne y hueso, con defectos y virtudes.

Su legado a los humoristas actuales se hace evidente en numerosos casos, como en las mujeres desbocadas de Antonio Gasalla, los tilingos de Carlos Perciavalle, las imitaciones de Juana Molina o Ana Acosta y las caracterizaciones de Cecilia Rosetto y Gabriela Acher, por citar a algunos.

Ella se transformó en un fenómeno de masas que tuvo su inicio en la radio y prosiguió en el teatro, el cine y en una etapa crepuscular en la televisión, hasta que el 18 de marzo de 1996, a los 92 años se apagó la vida de Marina Esther Traverso, a quien todos recordamos con el nombre de NINÍ MARSHALL.


Un duro comienzo.

La creadora de Catita, Cándida, Doña Pola, y otros personajes tan entrañables como estos, casi nació con el siglo, el 1 de Junio de 1903 en el barrio de Caballito. La llamaban cariñosamente Niní.

Hija de Pedro Traverso –que falleció cuando ella tenía apenas dos meses- y María Angela Pérez fue educada en un ambiente que favorecía la creatividad artística, a tal punto que su madre quería que estudiara Filosofía y Letras, cosa poco común para las chicas de esa época. Seguramente tanto estímulo rindió sus frutos más tarde.

Casada con un ingeniero, llamado Felipe Edelman, apenas terminado el colegio secundario y a dos meses de dar a luz a su hija Ángeles, falleció su madre. Por ese mismo tiempo su marido, que era un jugador compulsivo, perdió todo el dinero y los valores. Su decisión fue terminante: separarse. "Mi catástrofe sentimental y económica" la llamó en sus memorias. Sin embargo semejante tragedia no logró inmovilizarla, sino que desplegó una singular actividad. Se convirtió en crítica de espectáculos, y empezó a firmar con el seudónimo Mitzi algunas notas de chimentos en una columna denominada "Alfilerazos" para "Sintonía", la mayor revista de espectáculos de los años 30.

No obstante fue en el programa radial "La Voz del Aire", en 1934, que empezó a trabajar seriamente su talento, como la "cancionista internacional" Ivonne D'Arcy -que todo lo imitaba y que todo lo cantaba-. Este personaje, con un rótulo cursi, le permitió modelar el oficio de la genial imitadora y descubrir los recursos que le ofrecía la radio.

Aunque el éxito de sus otros personajes y el cine hicieron olvidar a Ivonne, pero sobre todo porque había decidido cambiarse el nombre por uno "más pegador". Para ello recurrió al apodo de su infancia: el cariñoso Niní (de Marinita, Ninita), que lo complementó con el apellido Marsal, proveniente de las tres primeras letras de su nombre (Marina) y del apellido su segundo marido, Marcelo Salcedo. Tal vez por cosas del destino, o por que la prensa no lo consideró lo suficientemente glamoroso, lo modificó transformándolo en Marshall.

En esta etapa de su carrera ya compartía cartel con figuras consagradas como Marcos Kaplan, Pepe Iglesias, Tito Lusiardo y Juan Carlos Thorry.

En 1938, Manuel Romero, un famoso director cinematográfico, entendió que aquella señora que se iba haciendo popular por la radio, podía tener futuro en el cine. De este modo fue como se eligió a "Catita" para encarnar a una de las "Mujeres que trabajan", su debut cinematográfico que resultó un gran éxito de taquilla.

Una chica de barrio

"¿Sabe ande asistimo anoche? A un concierto -cuenta Catita o mejor dicho la señorita Catalina Pizzafrola-. Salió un melenudo y se puso a aporrear el piano, que yo pensaba: 'Dale nomá... ¡Cómo sevé que el piano no es tuyo! Si te agarra Jacobo Fisher...' Porque el piano tenía el monograma del dueño: Jacobo Fisher".


Cuentan sus memorias, aparecidas en 1985, que la fuente de inspiración para la composición de Catita fueron las chicas que se juntaban en la puerta de la radio a la espera de Juan Carlos Thorry, por entonces su compañero en ese medio. "Eran muchachas chismosas, encantadoras y meteretas. Decían 'voy de Fulana', vestían de mal gusto y en forma extravagante", con estola de zorro y sombrero. El nacimiento de Catita fue algo casual y anecdótico, resultó de una broma más a su compañero de trabajo. Una vez, Niní se presentó delante de Juan Carlos Thorry y le dijo: "¿No me daría un utógrafo, diga? Yo que tanto lo amiro. ¡Ande ...sea bueno, déale!" . Y es que Catita deja su ignorancia de manifiesto cuando pregunta: "¿lo qué?" y tiene actitud de 'sabelotodo'. Sin embargo, es una mujer solidaria, "no es mala" dijo Niní, "es criticona, y al criticar dice maldades"

Para elaborar a Catita recurrió a las fuentes, por eso se paseaba en colectivo, iba de compras a los mercados especialmente para encontrarse a una de esas chicas, que luego las seguía incluso hasta la casa.

Niní definió a su personaje como "la expresión cabal del quiero y no puedo". Pero aquí no todo el mundo está de acuerdo con la definición que dio Niní de su creación. Para el escritor y filósofo Abel Posadas "el quiero y no puedo" se contradice, "en realidad es quiero, puedo, hago lo que se me antoja y no le tengo miedo al ridículo".



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