Son las 8:00 de la mañana llego a la oficina, saludo a mis compañeros de trabajo, enciendo mi computador, guardo mi bolso y me acomodo en la silla, mientras espero a que inicie el Windows decido ir al baño, estando allí ¡OH sorpresa!.
Mi hermoso pantalón nuevo,…. porque estaba estrenando… se había manchado con un terrible y horrible “chicle” o goma de mascar.
Sin exagerar les cuento que esa marca era tan grande y estaba tan mal ubicada que era imposible ocultarla, el mal genio se me salto y la angustia la tenía al máximo, no sabía que hacer pues ese día era el lanzamiento de una campaña que yo había propuesto y que llevábamos tres semanas dedicados a sacarla adelante, todo tenía que salir perfecto y cuando digo todo… me refiero también a mí pantalón porque yo, era la expositora.
Una hora después 9:00 de la mañana, yo me encontraba recibiendo los invitados con tremenda mancha, sonriente y como si fuera poco explicando el origen del parche.
La exposición comenzó y ¿adivinen qué?, el reproductor de video nunca funcionó, yo solo respiraba muy, muuuy… despacio tratando de calmarme.
Seguí adelante con la charla, gracias a Dios puede terminarla, al salir del salón de conferencia el panorama era verdaderamente desalentador, los meseros encargados de los pasabocas y el coctel, corrían de un lado para el otro, las esquelas de agradecimiento no llegaban y para rematar el día y sellarlo con broche de oro mi coordinador de área nos destruía con tremendo sermón a mí y a mis compañeros de trabajo.
Esa jornada fue “el peor día de mí vida”.
¿Cómo superas un mal día en tu vida?No todos los días son buenos, como tampoco no todos son malos, pero sin lugar a dudas los que más recordamos y los que más nos cuesta olvidar son los caóticos, aquellos que nos han hecho llorar, enfurecer y en algunas ocasiones creer que ya todo esta perdido, en esos días, se quiere tirar la toalla, se quiere salir corriendo, gritar y por que no, hasta… acabar con alguien, es como si todo se confabulara en nuestra contra, se siente uno tan mal que al final del día solo se quiere cerrar los ojos y no pensar en nada mas.
Así me sentí yo en aquel día, de regreso a mí casa las lágrimas no se hicieron esperar, caminé hasta el parqueadero del autobús, estando allí pensé que ante lo que me había pasado solo tenía dos opciones, levantar cabeza, luchar y no dejarme vencer o definitivamente declararme en derrota, de modo que escogí lo primero, me seque las lagrimas y me fui.
Al día siguiente llegue a la oficina me senté y redacte una propuesta para lanzar la campaña pero ahora sería virtual.
Al terminar la propuesta se la entregue a mi coordinador, le pedí disculpas, le explique y le expuse el nuevo proyecto y ¡OH sorpresa!, le encanto la idea.
Yo salí de esa oficina como se dice aquí en mi país “saltando en una pata” feliz, feliz, feliz….y aquel mal día quedo atrás.
Lo importante es aceptar que nunca los días van a ser iguales, el comprenderlo será los que nos dará la fuerza para comenzar un nuevo día, aún cuando nuestro mundo se vea roto o destrozado, siempre debemos mantener la fe en que el universo nunca nos dará mas carga de la que podamos soportar.
Yo aprendí que estos momentos siempre son pasajeros que nada dura para siempre, que lo mejor que se puede hacer es calmarse, pensar el siguiente paso, no actuar bajo el efecto de la “cólera” y como dice una película cinematográfica “Lo que el viento se llevo”, llénate de seguridad y firmeza y di con fe y determinación “mañana, mañana será otro día”.
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