EL CLIMA

miércoles, 30 de diciembre de 2009

REALITY FORT




















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Los hijos de Ricardo Fort (41) no forman parte de una familia tradicional. No tienen madre: sólo un padre y dos niñeras. “¿Qué es lo tradicional hoy en día? Si la mayoría de las familias tienen padres separados, madres solteras... El padre no está porque se fue con una mina, o la mina le metió los cuernos al marido. ¿Qué es lo perfecto? ¿Qué es lo normal que no tienen mis hijos?”, se defiende Fort. Los mellizos Felipe y Marta saben que una mujer los trajo al mundo. Y que estuvieron en su panza durante los nueve meses de gestación. Pero esta señora (que vive en la ciudad de Los Angeles, a quien de ahora en adelante llamaremos “la portadora”), no les legó su genética.

Ella recibió un implante de óvulos de otra mujer (seleccionada por catálogo, a quien de ahora en más llamaremos “la donante”), ya fecundados. “La portadora sólo funcionó como un horno”, grafica Fort. A continuación, en una entrevista íntima, el hombre del momento cuenta con lujo de detalles el increíble proceso que atravesó para convertirse en padre. La charla, vale la aclaración, no contiene juicio de valor. Aunque, sin dudas, va a disparar un debate moral y/o ético.

–Parece una actitud caprichosa la de traer hijos al mundo sin darles la posibilidad de tener una madre.
–El prototipo de familia “normal” o “tradicional” ya no existe. Si el capricho es tener hijos, todo el mundo lo tiene. Todos deciden tener hijos para concretar su sueño, alcanzar una meta. La única diferencia es que antes no existía este método para tener hijos.

–¿Entendés a la gente que se asombra con la historia de tus mellizos?
–Más me asombro yo cuando descubro familias teóricamente bien constituidas donde el padre mata a golpes a los hijos y la madre se va de p... con otro tipo.

–¿Cómo cambió tu vida la paternidad?
–Cuando tuve a mis hijos era un tipo que salía todas las noches. Vivía en Miami, siempre de joda. Con ellos dejé todo, para asumir el rol de padre con responsabilidad. Me costó mucho hacer ese clic. Pero hoy ellos son mi prioridad absoluta. Todos mis miedos pasan por ellos: estoy atento a que no les pase nada, que no se enfermen...

–¿Qué pasó en tu casa cuando anunciaste que ibas a ser padre soltero con este método?
–En ese momento vivía mi padre. Yo no disponía del dinero como ahora. Pero él me ayudó a financiar todo el proceso de la paternidad.

–Parece increíble... Siempre te referís a tu padre como un hombre extremadamente conservador.
–En eso me bancó. ¿Sorprendido? Me acuerdo de que estábamos en Alemania. Lo encontré en el aeropuerto de Frankfurt, porque desde ahí volábamos juntos a una exposición de chocolates en Colonia. Y en el aeropuerto le mostré la carpeta explicativa que me habían dado en la clínica. Le dije que quería tener hijos, que había un método... Se quedó callado. Repetí toda la historia y a la segunda vez me dijo que sí. Y me dio la plata... (aquí Ricardo hace una pausa, levanta la vista, parece emocionado). Me acabo de dar cuenta de eso, que lo pagó él. Mi viejo me regaló lo más importante que tengo en la vida: mis hijos (se le llenan los ojos de lágrimas).

–¿Cómo fue el proceso de paternidad?
–Vas a la clínica y te dan un catálogo con todas las madres posibles. Además de elegir si vos querés una chica rubia de ojos celestes o una morocha, tenés a disposición su historia clínica y la de toda su familia. Yo busqué que no tuviera antecedentes de cáncer ni ninguna enfermedad rara, me fijé que los abuelos hayan sido bien longevos... Y también busqué que no hubiese antecedentes de calvicie, porque en mi familia todos tenemos mucho pelo. A la donante nunca llegás a conocerla personalmente.

–¿Los mellizos tienen tus genes?
–Sí, claro. La compañía después busca a una mujer para llevar el embarazo. Vos tenés que escribir una carta explicando por qué querés ser padre, y es esta mujer quien decide si te va a ayudar o no a cumplir tu sueño. Son personas que, además de cobrar por el servicio, lo hacen para que otro ser humano tenga la posibilidad de ser padre. Es gente muy especial. Si ella acepta ayudarte, tenés una entrevista con ella. Ahí, abogado mediante, hablás de todo. ¿Cuántos chicos querés? Yo quería mellizos. Pero como implantan cuatro embriones, puede pasar cualquier cosa... ¿Qué pasa si son cuatro bebés? Eso también lo decidís en la reunión. ¿Y si ella quiere hacer una “reducción de fetos”? Todo queda registrado en un contrato. También discutimos sobre el futuro. ¿Qué pasa si, más adelante, ella quiere ver a los chicos...? Si llegás a un acuerdo, cuando los médicos lo creen conveniente le implantan los embriones. Y a los nueve meses sos papá. Después, el gobierno de California te da un papel donde te reconoce como el único tutor del menor. Nadie más tiene derecho sobre él: ni la donante, ni la portadora, ni el marido de la portadora.

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