EL CLIMA

miércoles, 28 de octubre de 2009

ENTREVISTA


"Las villanas somos más sexies"


A los 35 años, la malvada de “Valientes” cuenta cómo convive con los tres hombres más lindos de la tele. “Cuando me dijeron que iba a trabajar con Arnaldo André me hice pis encima”, confiesa. Cómo cuida su cuerpo, la relación con su hija Miranda y el deseo de ser madre otra vez.

Quien comparta más de dos horas con Eleonora Wexler entenderá la concentración que debe necesitar para hacer de la villana de “Valientes” cada noche. La frescura y amabilidad con la que pide un té, el humor que mantiene durante una hora y media de maquillaje y peinado, y lo que se le iluminan los ojos cuando habla de su hija Miranda, hace que resulte casi imposible pensar que alguien con esas características y ese pequeño cuerpo –que lejos de parecer aniñado irradia exuberancia– pueda interpretar a la mala del culebrón. Y que sea creíble.

Con 35 años de vida, y 26 de carrera, la actriz que personifica a Juana Gómez Acuña en el prime time del 13 recibe amor y odio, lástima y compasión de la gente que se cruza por la calle. “Yo trato de generar cierta ambigüedad porque creo que lo que le pasa a Juana es realmente ambiguo. Y la gente se acerca mucho, pero no recibo cosas feas, nunca sentí algo agresivo. Creo que este personaje genera otra cosa, está perturbada, tiene motivos, ves que sufre, es una pobre chica, muy frágil, sola. Le pasan todas, bien de novela”.

–Trabajó con Luisa Kuliok y ahora con Arnaldo André, dos íconos del culebrón. ¿Qué aprendió de ellos?

–¡Ay, me volvía loca con “Amo y señor”! Yo le conté a él que cuando me enteré que iba a ser mi papá en la ficción me hice pis encima (risas). De ellos aprendí, sobre todo, la profesionalidad, tienen mucho conocimiento de todo, desde las luces, las cámaras, el trato con la gente. Él es un señor, y ella es una señora, saben muy bien lo que hacen. Él es muy respetado y muy querido por los técnicos, que son como un termómetro. Eso habla de una muy buena persona.

–¿El rating de “Valientes” hace que usted sienta que está en su mejor momento laboral?

–No, siento que es un momento particular desde lo popular, no sé si es el mejor. Estoy contenta porque estoy en un programa que funciona terriblemente bien, que llega a mucha gente. Y popularmente sí es una cosa muy fuerte, y eso trae sus beneficios. Lo disfruto, entonces estoy muy agradecida. Pero tuve otros momentos muy buenos que quizás no tuvieron tanto que ver con lo popular sino con lo actoral; a mí lo teatral me encanta, siento que es la base que tengo. Si tuviera que definirlo, este momento es súper intenso.

–¿Las chicas en la calle le preguntan por los tres galanes?

–Sí, por supuesto. Me voy a depilar y tienen las tres fotos de los chicos, entro y me dicen “mirá” y están ellos ahí (risas). Me preguntan cómo son, me piden que les mande besos. ¡Me preguntan por los tres por igual, eh! Tienen gustos muy dispares las chicas en general, a algunas les va la ternura, a otras el recio, a otras el grandote. Hay para todos los públicos.

–Con Mariano Martínez hay una relación previa a “Valientes”. ¿Le pidió consejos de paternidad?

–Claro, con Mariano nos conocíamos de “Son de Fierro” y me encanta lo que está haciendo acá, componiendo este personaje. Lo veo más maduro, crecido. Pero la verdad es que no me pide consejos. Quizás lo veo algo nervioso, como a todo papá primerizo, movilizado, pero se lo ve feliz, contento.

MUÑECA BRAVA. El vestido de Las Oreiro le queda pintado, como si lo hubieran hecho a su medida. Lo cambia por otro, y también ése le calza a la perfección. Tiene un cuerpo curvilíneo que confirma que no hace falta tener la altura de una mannequin para robarle una mirada envidiosa a otras de su mismo género. Parece una muñeca, aunque lejos de lucir naif demuestra ser una mujer que sabe plantarse frente a la vida y que no pierde nunca el rumbo que eligió.

–¿Por qué no hace alarde de su cuerpo? Perfectamente podría hacerlo…

–Porque siempre me gustó más explotar lo que tiene que ver con la actuación, aunque creo que las dos cosas se pueden llevar y muy bien. Antes, por ahí, no quería mostrar eso porque opacaba lo que tenía que ver con la actriz, quizás era más pudorosa y cuidadosa. Igualmente, sigo siendo cuidadosa, pero ahora no tengo el prejuicio que tenía. Creo se puede ser actriz seria y sexy al mismo tiempo, aun haciendo de mala en una tira. Las villanas somo más sexies.

–¿Está muy atenta a su cuidado personal?

–No sé, porque no es que soy una obsesiva de él ni hago cosas para mantenerlo, no gasto la energía porque no me interesa. Sí, capaz, voy a la dermatóloga, o me cuido el pelo, pero lo normal, cero obsesiva. Olvidate de otro tipo de cosas porque no me gusta. No soy de hacerme las manos o los pies, sólo lo hago porque lo amerita el trabajo. Lo que siempre hice fue actividad física porque, fundamentalmente, me hace bien a la cabeza. Desde muy chica tuve la suerte de que mis viejos me mandaran a hacer gimnasia artística en GEBA y fue una muy buena formación para mí. Después me llamó más la atención la danza. Me lo debo el tema del baile, pero no tengo tiempo.

–¿Es una madre sobreprotectora?

–No, para nada. Es más, soy bastante libre con ella, desde chiquita se quedó a dormir en la casa de los abuelos, en la casa de mi cuñada. Me gusta que la nena sea libre, que no sea pegada a mí, creo que es un beneficio para ella. Aparte, por el trabajo que tengo yo hasta me sentiría culpable.

–¿Y no es de sentir culpa?

–Depende. Por lo general trato de no. No hice tele durante bastante tiempo para estar con ella; sabía que la tele demandaba muchas horas, mucha energía. Siento que Miru es una nena que está bárbara. A veces no tiene que ver tanto el tiempo sino la calidad de ese tiempo, si llegás y te conectás con ella, o ella te pide de jugar y estás, de verdad ellos se dan cuenta y lo agradecen.

–¿Ella tiene un carácter fuerte heredado de la madre?

–No sé, no sé, por ahí eso viene del padre (risas). Ella sabe lo que quiere y va muy para adelante, no la puedo hacer cambiar de opinión fácilmente. Y a veces por eso la quiero ahorcar y por otro lado me encanta, porque el mundo lo va a enfrentar de otra manera, va a ser un beneficio para ella.

–¿Piensa en agrandar la familia?

–Sí, en algún momento, pero no sé cuándo (risas). En este momento particularmente me cuesta pensar en eso. Sí me gustaría agrandar la familia, me gustan los chicos, me gusta lo que me dio Miranda, también que ella tenga un hermano. Pero en este momento en particular me cuesta mucho pensar en dejar el trabajo para tener otro hijo.

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