EL CLIMA

domingo, 11 de octubre de 2009

CLAUDIO


¿De dónde vienen los pensamientos?

¿Para que vienen? ¿Nos sanan o nos matan antes de tiempo? ¿Cómo ser el testigo de la mente, sin que ésta nos pueda y nos lleve a su propio espacio?

Tratemos de observar lo que estamos pensando como si fueran imágenes en la televisón o en el cine. Los genios dicen, convertite en el testigo del pensamiento, en el observador de lo que va apareciendo a la mente, sin involucrarte emocionalmente allí. Miralos casi desapegadamente, como quien analiza con una lupa algo mínimo. Con seguridad, van a surgir los pensamientos genuinamente importantes. Importantes no significa necesariamente bellos y sanadores, son los que le importan al subconciente, los que hay que sacar, los que tienen que salir, los que tengan que trascenderse.

Dejemos entonces que afloren, si los dejamos adentro, si no los sacamos, si no los expresamos, seguirán enfermándonos. Si no nos vaciamos, no podremos llenarnos con el amor genuino e incondicional. Si estamos llenos de ira, ¿cómo podemos compartir amor? Si estamos llenos de preocupaciones, ¿cómo podemos ser creativos? Si tenemos tanta tristeza, la química emocional va a acabar con nuestro cuerpo. Recordá que vos sos tu propio testigo. No podés engañarte ni esconderlos de vos mismo; entonces, qué problema puede haber en exponerlos, en reconocerlos, en aceptarlos y dejarlos salir.

Todo lo expuesto se va evaporando. Todo lo que uno enfrenta, de aquello que permanecía escondido por capas de negación, termina siendo trascendido. ¿Cómo podemos saber que han sido quitados del todo, que no quedan en nuestro interior, o que no volverán a aparecer? Depende de lo profundo que hayan estado enterrados. Pueden seguir volviendo un par de veces, pero nunca tan fuertemente. Es obvio que hemos hecho una práctica inconsciente del ocultamiento; y una vez que empezamos a escudriñar debajo del caparazón, nos asustamos tanto de aquello, que somos capaces de guardar, que lo negamos otra vez o decidimos esconderlo por un tiempo prolongado, no sea que nos delate ante el mundo, dejando al descubierto tantas zonas oscuras.

De allí que no es tan simple reconocerlos con el fin de que se alejen para siempre; pero lo que es fácilmente observable, desde el primer momento, es que cada vez que regresan, lo hacen debilitados, y si en el mismo instante en que van surgiendo una vez más a la superficie, los reconocemos como tal, inmediatamente, como residuos mentales, que no tienen nada que ver con nuestra realidad, más débiles permanecen aun, dejan de ser alimentados para cualquier resurgimiento potencial que tuvieren y en el que más fácilmente aun serán expuestos como lo que son.

Los últimos intentos de un guerrero que no se resigna a reconocer que ha perdido la última batalla. Es así. Se debilitan cada vez que los expones... Entonces, a la tercera o cuarta vez que sigamos exponiendo esas verdades ancestrales, guardadas en tu interior, desaparecen. Vas a saber cuando están terminando. Y la sensación de liberación y paz va tomando proporcionalmente el mismo lugar que la oscuridad va perdiendo.

Recuerda siempre que vos no sos tu cuerpo ni tu mente, no sos tus sentidos ni tus sentimientos. Estas caminando por un sueño y podés despertarte cuando quieras. No sos tus experiencias. Tus experiencias pueden ayudarte a recordar quien realmente eres. Eso es lo maravilloso de tenerlas. La encarnación, de por sí, significa experimentación. Experiencias de aprendizaje. Sólo eso te va a dar la fuerza para poder terminar este sueño, de completar lo perfecto.

Mil abrazos, la vamos siguiendo estos días, gracias por existir y por querer develar el misterio de esta encarnación en estado de dicha y amor profundo.

Visitá www.claudiomdominguez.com.ar

No hay comentarios:

Publicar un comentario