EL CLIMA

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jueves, 9 de agosto de 2012

LOS MALES DEL ALCOHOL




La cirrosis (del griego: kirr- κιρρóς, amarillo anaranjado, y -ō-sis, patología) es una histopatología en la que las células del parénquima de un órgano interno cualquiera son sustituidas, al morir, por un tejido anormal de tipo cicatricial formado a partir del tejido estromal del propio órgano.
El término 'cirrosis' fue acuñado por René Laënnec en 1805 al estudiar la cirrosis hepática y observar la presencia de gránulos amarillentos en el tejido hepático, debido esto a la presencia de pigmentos biliares.En general el término cirrosis, queda reservado para la enfermedad hepática, denominandose la enfermedad pancreática como pancreatitis crónica, sin ninguna relación fisiopatogénica con la hepática, salvo el posible origen etílico coincidente de la primera con algunos casos de la última. Tienen distintos aspectos morfológicos e histopatológicos, con ciertas analogías.
Esencialmente se trata de una enfermedad degenerativa acelerada del parénquima hepático, que como expresión final de múltiples etiologías, traduce una desestructuración del lobulillo hepático, por un estado de regeneración mantenido, que finalmente no consigue sostener la funcionalidad del laboratorio del metabolismo del cuerpo humano, al crecer de forma inapropiada hepatocitos que sin sus adecuados conductos de drenaje, y agravado por la fibrosis intersticial interlobulillar estromal, terminan produciendo insuficiencia hepática progresiva, y cursando por una serie de grados de afectación clínica relativamente correlacionadas con las anormalidades morfológicas crecientes que se van produciendo. Las causas más comunes e importantes son:
Etilismo crónico.
Hepatitis crónicas víricas, especialmente la hepatitis C, y menor medida la hepatitis B, en respuesta a ciertas configuraciones genotípicas del huésped, con anormal respuesta autoinmune celular como origen principal de la patogenia, más que el propio virus en si.
Medicaciones o fármacos de ingesta crónica, que terminan comportandose como el daño alcohólico.La cirrosis hepática es la cirrosis que afecta al tejido hepático como consecuencia final de diferentes enfermedades crónicas.
Las consecuencias de la cirrosis hepática sobre la salud del individuo dependen fundamentalmente del grado de funcionalidad que el hígado pueda conservar a pesar de la alteración histológica.La anormalidad principal de la cirrosis hepática es la presencia de fibrosis, que consiste en el depósito en el hígado de fibras de colágeno, pero para que se pueda hacer el diagnóstico anatomopatológico de cirrosis, este acúmulo de fibras ha de delimitar nódulos, es decir, ha de aislar áreas de tejido hepático, alterando la arquitectura del órgano y dificultando la relación entre los hepatocitos y los finos vasos sanguíneos a través de los cuales ejercen su función de síntesis y depuración y a través de los cuales se nutren.
De modo esquemático, la fibrosis forma algo parecido a una red tridimensional dentro del hígado, en la que las cuerdas de la red serían la fibrosis y las áreas que quedan entre las mismas los nódulos de células que regeneran dentro del mismo. Esta alteración se denomina nódulo de regeneración y es la característica que permite establecer el diagnóstico de cirrosis. Existen otras alteraciones hepáticas que se acompañan de fibrosis, que no se consideran cirrosis al no cumplir la condición de formar nódulos de regeneración.Las principales causas de cirrosis en los países desarrollados son:
El consumo excesivo de alcohol (cirrosis etílica, alcohólica o enólica)
La hepatitis crónica por virus C (cirrosis por virus C)
Otros virus, como el de la hepatitis crónica por virus de la hepatitis B y la infección crónica mixta por virus de la hepatitis B y virus de la hepatitis D,
Enfermedades colestásicas crónicas (que afectan a la producción o a la salida de la bilis del hígado), tales como la cirrosis biliar primaria o la colangitis esclerosante primaria.
Enfermedades metabólicas congénitas del hígado como la hemocromatosis primaria (sobrecarga hepática de hierro -bastante frecuente-), la enfermedad de Wilson (sobrecarga hepática de cobre -muy rara-) y la deficiencia de alfa-1 antitripsina (también bastante rara); o enfermedades metabólicas adquiridas como la esteatohepatitis no alcohólica asociada a la diabetes o la dislipemia.
Otras: hepatitis autoinmune. Toxicidad hepática por fármacos u otros químicos hepatotóxicos. Existen otras causas mucho más raras y algunas específicas de la infancia que producen cirrosis precoz en niños o adolescentes.
Todas las enfermedades anteriormente citadas habitualmente necesitan años de evolución para llegar a producir cirrosis. Además, en muchos casos, el consumo excesivo de alcohol o la hepatitis crónica por virus C no llegan a producir nunca cirrosis y el paciente fallece por un motivo independiente de la enfermedad hepática.

lunes, 26 de abril de 2010

CIRROSIS



LA CIRROSIS

El hígado ese el mayor órgano del cuerpo, su función es vital, ya que se encarga de neutralizar o eliminar sustancias tóxicas de la sangre, y produce agentes inmunológicos que controlan las infecciones, también elimina los gérmenes y bacterias de la sangre. Es además la fábrica de proteínas destinadas a la regulación de la coagulación de la sangre, es el productor de la bilis, que permite la absorción de las grasas y las vitaminas solubles en ellas.
En la cirrosis hepática, el tejido normal del hígado es reemplazado por tejido cicatrizal que bloquea el flujo de la sangre a través de dicho órgano, impidiendo su normal funcionamiento.

Causas de la cirrosis hepática:
Cirrosis hepática

La cirrosis hepática tiene múltiples causas, las más comunes son el alcoholismo y la hepatitis C.

• Cirrosis hepática por alcoholismo: La cirrosis alcohólica se desarrolla luego de más de una década de excesos en el consumo de alcohol. La cantidad de alcohol necesaria para dañar el hígado de una persona varía de una a otra.

Las mujeres tienen menor resistencia al consumo de alcohol que los hombres, ya que su hígado es de menor tamaño, y tienen mayor volumen de grasa corporal. El alcohol lesiona la hígado bloqueando su metabolismo normal de las proteínas, grasas y carbohidratos.

• Cirrosis por hepatitis C crónica: El virus de la hepatitis C, causa inflamación al hígado y lo daña levemente, pero este daño con el tiempo puede derivar en cirrosis.
• Cirrosis por hepatitis B y D crónica: El virus de la hepatitis B, también ocasiona daños al hígado e inflamación, lo que puede derivar en una cirrosis con el paso del tiempo. La hepatitis D, sólo afecta a quienes tiene ya hepatitis B.

Síntomas de la cirrosis hepática:

Es frecuente que en los comienzos de la enfermedad, no se presenten síntomas, pero a medida que el tejido cicatrizal avanza, las funciones del hígado se deterioran y pueden aparecer los síntomas de la cirrosis hepática .
Los síntomas más característicos son: agotamiento, fatiga, falta de apetito, náuseas, debilidad, pérdida de peso, dolor abdominal, desarrollo de vasos sanguíneos en la piel con forma de araña.
Con el avance de la enfermedad, aparecen complicaciones como: edema y ascitis, que es cuando el hígado pierde la capacidad de fabricar albúmina, acumulándose agua en las piernas y el abdomen, respectivamente.
Moretones y sangrado, al deteriorarse las funciones hepáticas, pueden aparecer moretones o sangrados. Las palmas de las manos pueden estar enrojecidas.
La aparición de ictericia es común en la piel y los ojos, porque el hígado no absorbe suficiente bilirrubina.
A causa de los depósitos de productos de la bilis en la piel, puede experimentarse picazón intensa.
Como la cirrosis impide que la bilis llegue a la vesícula, pueden desarrollarse cálculos.
Toxinas en el cerebro y la sangre, por dificultades en la eliminación de los mismos por el hígado. Lo que ocasiona que se acumulen en el cerebro o la sangre, esto ocasiona cambios de personalidad, ocasionalmente llevan al coma y la muerte.