EL CLIMA

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Dicen que dicen que...



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Los grillos saben a almendra y los gusanos, a papa.

 Para la mayoría un manjar suele ser un buen pescado fresco, una carne a la brasa o una ensalada llena de prodigios. Pero hay otros manjares. Por ejemplo, los insectos. Gusanos, larvas de mosca, saltamontes, entre otros bocados deliciosos y crujientes con alas, ojos y patitas. Y aunque en occidente nos parezca raro, la entomofagia (comer insectos), es una costumbre ancestral en buena parte del planeta y hasta aparece en la Biblia. A Aristóteles le encantaban las cigarras. Solo hay que superar los prejuicios. Y el asco.
¿Por qué nos da asco un saltamontes y no un langostino, que también es un bicho al que le quitamos la cáscara, las patitas y hasta le chupamos el interior de la cabeza?.
El consumo de insectos en la mayoría de los paises se encuentra en un vacío legal. No hay una norma específica respecto a su comercialización.
Sin embargo, la FAO sostiene, que los insectos pueden ser una buena solución para el problema del hambre. En 2030, la población rondará los 9.000 millones de habitantes, habrá escasez de agua, océanos sobreexplotados e imposibilidad de aumentar el suelo dedicado a la agricultura. Por eso los insectos pueden ser una buena salida del atolladero, porque además, según la FAO, son un alimento saludable con alto contenido en grasas, proteínas, vitaminas, fibra y minerales.

FAO vuelve a recomendar el consumo de insectos como solución al cambio climático

En el mundo, 2.000 millones de personas, sobre todo en Asia, América Latina y África, comen insectos.
Los insectos tienen un potencial enorme, junto con los artrópodos como arañas o crustáceos representan más del 75% de la biodiversidad del planeta.

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