EL CLIMA
jueves, 16 de julio de 2015
HABLEMOS DE RÀPEL
http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/
El rápel o rapel (del francés rappel) es un sistema de descenso por superficies verticales. Se utiliza en lugares donde el descenso de otra forma es complicado, o inseguro.
El rápel es el sistema de descenso autónomo más ampliamente utilizado, ya que para realizar un descenso sólo se requiere, -además de conocer la técnica adecuada-, llevar consigo el arnés y un descensor. El rápel es utilizado en excursionismo, montañismo, escalada en roca, espeleología, barranquismo y otras actividades que requieren ejecutar descensos verticales.
El rápel también es utilizado en rescate, tanto en los medios naturales como en los urbanos, así como en operaciones militares.
Las actuales técnicas de rapelar, aunque resulte extraño en una actividad cuyos orígenes muchos los remontan a finales del XVIII apenas si han comenzado a desarrollarse en la década de los 80. Eso no quiere decir, que en tiempos anteriores, alpinistas individuales no hayan diseñado y utilizado rapeladores similares a los actualmente generalizados. Se sabe por ejemplo, que ya a principios de los años 30 el espeleólogo Henri Brenot utilizaba para sus exploraciones de grandes simas un rudimentario descensor, y que a mediados de los sesenta, otro espeleólogo, Dressler, fabricaba a pequeña escala unos descensores a poleas, muy similares a los que aún hoy se fabrican con su marca. Pero, como suele ser frecuente en estos casos transcurrió cierto tiempo entre el "invento" y su popularización. Por poner un ejemplo, hasta bien entrados los setenta los manuales de alpinismo, escalada y espeleología recomendaban aún sistemas como el Comici, el Piaz o el Dülfer, y la primera referencia a un rapelador se alude a un rudimentario descensor que el autor llama "gancho de descenso", pero no recomienda su utilización porque "estropea la cuerda y presupone el uso de un utensilio exclusivo para el rapel". Pero en cambio, en estos pocos años transcurridos han aparecido innumerables artilugios para rapelar, e incluso muchos de ellos específicos para alguna faceta determinada de la actividad, como los autoblocantes de espeleología o los "a barra" para grandes verticales.
Rápel de brazo, es práctico en paredes de poca verticalidad colocando la cuerda sobre el hombro para pasarla alrededor de los brazos extendidos controlando la velocidad con el agarre de la mano y por la fricción entre los hombros y los brazos. Se realiza en paredes con poca inclinación y corta distancia debido a que es difícil controlar todo el peso del cuerpo con la simple fricción con tu brazo, además de las heridas que se pueden provocar por las quemaduras del roce.
Rápel Dulfer o "a la española". Se considera el más simple para todos los usos ya que no necesita equipo especial. El montañista se coloca frente al anclaje, se pone la cuerda entre las dos piernas, la pasa alrededor de la cadera de modo que cruce el pecho hasta el hombro contrario, pasa la cuerda por el hombro y la deja caer por la espalda, aguantándola con la mano del mismo lado que la cadera rozada por la cuerda. La otra mano detiene la cuerda por arriba del montañista para mantener la posición vertical. El riesgo de este sistema es el roce de la cuerda con el cuerpo por lo que se debe proteger la piel ya que la fricción puede provocar quemaduras. Además de que se puede soltar fácilmente y producirse una caída libre. Es sólo apto para expertos y atrevidos.
Rápel Comichi, se asemeja al dulfer con la diferencia de que la cuerda no pasa directamente por el muslo, si no por un mosquetón del arnés y la cuerda pasa por la espalda.
Para la práctica del rápel se requiere de un conjunto de artefactos. El equipo varia según el sistema de rápel que se utilice. Para los sistemas como el Dulfer bastará una cuerda o incluso algo similar a ello (para casos de emergencia), pero para los sistemas con descensor, que son más comunes y seguros, se requiere de equipo más completo.
El equipo colectivo es el que se utiliza para la instalación y puede ser usado por muchas personas.
Consiste básicamente de:
Cuerda.
Cinta plana o cuerda para anclaje, en los casos en que la cuerda de ráppel pudiera sufrir sin estos elementos auxiliares.
mosquetones con seguro o dos sin seguro.
El equipo personal es el equipo que usa cada persona. Cómo mínimo se compone de:
Arnés de cintura (tipo escalada) o integral (tipo trabajos verticales).
Mosquetón con seguro (habitualmente de cierre automático con rosca de seguridad o cierre de bayoneta).
Cabo de seguridad o pata de anclaje (para preparar el ráppel en lugares expuestos).
Descensor.
Casco, en caso de riesgo de caída de piedras, de poder golpearse con la pared o para mayor seguridad.
Guantes.
La naturaleza vertical de la práctica del rápel la hace una actividad peligrosa si no se realiza adecuadamente. Contar con entusiasmo y el equipo no basta, se requieren conocimientos técnicos adecuados, por ello siempre que no se tengan debe realizarse bajo la supervisión de una persona calificada para la actividad.
El sistema completo de rápel, que va desde el anclaje hasta el extremo inferior de la cuerda, pasando por la persona que realiza el rápel y su equipo personal constituyen una cadena, en la cuál, si un eslabón falla, toda la cadena fallará. Por ello, absolutamente todo dentro del sistema es de crucial importancia. De entre todo destaca la persona, que por su naturaleza es el punto crítico en la cadena de seguridad. Quién realiza un rápel debe ser una persona física y mentalmente apta para ello, de otra forma será necesaria una especial precaución.
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