EL CLIMA
lunes, 15 de diciembre de 2014
¿Un medicamento peligroso?
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El metilfenidato, también abreviado como MFD, es un medicamento psicoestimulante aprobado para el tratamiento de trastorno por déficit de atención con hiperactividad, síndrome de taquicardia ortostática postural y narcolepsia. También podría ser prescrito para casos resistentes a tratamientos de fatiga y depresión. El MFD pertenece a la clase de compuestos piperidina e incrementa los niveles de dopamina y norepinefrina en el cerebro a través de la inhibición de recaptación de los respectivos transportadores de monoaminas. El metilfenidato posee similitudes estructurales a la anfetamina, pero su efecto no es el mismo.
El MFD existe desde hace ya más de 60 años. Sin embargo, cobró especial notoriedad a partir de los años noventa. Esto se debió a la difusión del diagnóstico de trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH4 ) en niños y adultos, fenómeno unido a la prescripción del MFD, fármaco de elección para este tratamiento. A modo de ejemplo, Concerta (una de las tantas marcas de MFD) alcanzó en EE.UU. volúmenes de venta superiores a los 839 millones de dólares durante el año 2005
Tanto el diagnóstico como el fármaco han sido objetados desde diferentes perspectivas; la amplia documentación sobre sus efectos negativos, tanto a nivel físico como psicológico, tales como el desarrollo de comportamientos obsesivo-compulsivo, depresión, perdida de sociabilidad, han sido estudiados por científicos críticos de la medicalización con estimulantes.
Sin embargo, quienes aprueban el uso terapéutico del MFD atribuyen tal rechazo a un pánico moral6 del público no especializado ante el concepto de tratamiento medicamentoso en niños, o bien a creencias (muchas veces, infundadas) respecto de sus consecuencias. La temática ocupó a los medios de comunicación masiva, interviniendo figuras del psicoanálisis y de la antipsiquiatría.
La compañía farmacéutica CIBA (precursora de Novartis) lanzó el producto al mercado en 1955, con el nombre de Ritalin.
Desde sus comienzos, fue utilizada para una serie de indicaciones. No tardarían en llegar los primeros reportes acerca de su utilidad en el tratamiento de la narcolepsia. El Physician's Desk Reference de 1957 afirmaba, además, que estaba "indicado en fatiga crónica y estados letárgicos y depresivos, incluyendo aquellos asociados con agentes tranquilizantes y otras drogas, conducta senil perturbada, psiconeurosis y psicosis asociadas con depresión".
A comienzos de los sesenta, se popularizó el uso del MFD para tratar a niños con TDAH, síndrome conocido en ese momento como "hiperactividad" o "disfunción cerebral mínima" (DCM). Por esos años, la Ritalina también lograba creciente renombre a causa de menciones periodísticas sobre su uso corriente entre celebridades del mundo de la política y de la ciencia, como el astronauta Buzz Aldrin y el matemático Paul Erdős.
El MFD es la medicación más comúnmente prescrita para tratar el TDAH en todo el mundo. De acuerdo a estimaciones, más del 75% de las recetas de MFD son extendidas a niños, siendo aquel trastorno unas cuatro veces más frecuente entre los varones que entre las niñas. La producción y prescripción del MFD creció significativamente en los años noventa, especialmente en los Estados Unidos, en la medida en que el diagnóstico de TDAH pasó a ser mejor comprendido y aceptado más generalizadamente dentro de las comunidades médica y de salud mental.
Se estima que el valor bruto de la producción anual de MFD en 2005 habrá multiplicado al menos por diecisiete el correspondiente a 1990, de acuerdo a las cifras previstas para el año en curso en EE. UU., pasando en ese período de menos de 2 toneladas24 a más de 30.25 El MFD es en la actualidad el psicotrópico bajo fiscalización internacional con mayor distribución en el circuito legal. Se ha convertido en una de las manufacturas más redituables para el complejo industrial farmacéutico. Los ingresos derivados del mercado de drogas para el TDAH, incluyendo al MFD y sus competidoras, alcanzan sólo en EE. UU. valores superiores a los 3.100 millones de dólares.26 Nótese que el producto bruto interno anual de unos 50 países estaría por debajo de esas cifras.27
Esta tendencia se está expandiendo a muchos otros países, siendo Argentina uno de los casos salientes de América Latina. No obstante, datos estadísticos sugieren que este síndrome se halla subdiagnosticado en todos los países hispanoparlantes, por lo que es de esperar que la difusión de esta temática cobre especial vigor en los próximos años, reproduciendo el proceso ocurrido en EE. UU. en la década anterior.
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