EL CLIMA

viernes, 5 de diciembre de 2014

SOBRE LA LIBIDO


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Libido (del lat. libido: «deseo», «pulsión» y en un sentido estricto: «lascivia») es un término que se usa en medicina y psicoanálisis de manera general para denominar al deseo sexual de una persona. Como comportamiento sexual, la libido ocuparía la fase apetitiva en la cual un individuo trata de acceder a una pareja potencial mediante el desarrollo de ciertas pautas etológicas.1 No obstante, existen definiciones más técnicas del concepto, como las encontradas en las obras de Sigmund Freud y Carl Gustav Jung que hacen referencia a la fuerza o energía psíquica. Estos autores vinculan la energía libidinal, respectivamente, a las pulsiones y a su carácter eminentemente sexual como meta primaria (Freud) o a una energía mental indeterminada que mueve el desarrollo personal general de un individuo (Jung). Sigmund Freud, a su vez, habría tomado el término de A. Moll, quien lo utilizó en 1898 en la obra Untersuchungen über die Libido sexualis 




«Investigaciones acerca de la Libido sexualis»

Libido es también un concepto descrito en la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud. Se refiere a la energía de la pulsión, o más propiamente, al afecto ligado a la transformación energética de las pulsiones, cuya meta original sería siempre sexual (si bien puede ser «desexualizada» secundariamente, lo que implicaría inexorablemente renuncia o compromiso y un esfuerzo para canalizarla de manera diversa). La mente es un sistema cuyo equilibrio resulta del conflicto entre tendencias o instancias opuestas: se trata de fuerzas o pulsiones (‘energía psíquica profunda que orienta el comportamiento hacia un fin y se descarga al conseguirlo’). Esta energía que opera en la dialéctica interna de la psique se la llama libido.

Desde la óptica freudiana (del psicoanálisis clásico), libido es el afecto que se encuentra ligado a determinada pulsión: en el primer marco teórico que regía hasta 1914, la energía de las pulsiones sexuales; después de 1915, pero aún en el marco de la «primera tópica» (hasta 1920), es la energía tanto de las pulsiones sexuales como de las pulsiones yoicas; y en el tercer marco teórico (la segunda tópica, a partir de 1920), este término es transformado en Eros. Si bien los trabajos iniciales de Freud la definieron desde un punto de vista únicamente sexual, sus últimas obras reconsideraron este concepto y lo ampliaron, aplicándolo no sólo a ese ámbito, sino también a la energía productiva y vital de todo ser humano (véase Eros y Tánatos).
Según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra debe pronunciarse como llana (li bi do) y no como esdrújula (lí bido) porque deriva del latín libído, con i: larga. La pronunciación extendida, aunque incorrecta líbido, probablemente se deba a la influencia de la palabra lívido (que no tiene relación semántica con el concepto y que significa «amoratado» o «pálido»).

Igualmente erróneo es el artículo singular masculino el («el libido»), puesto que se trata de un sustantivo de género femenino, lo correcto es «la libido».

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