miércoles, 17 de diciembre de 2014
Conocemos al bufalo indio
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El BÚFALO INDIO o ARNI
es un animal de notables dimensiones. La cabeza de este animal es más corta y ancha que la del buey doméstico, con la frente amplia, el cuello grueso y provisto de muchos pliegues, pero no de papada. El cuerpo es grueso, redondeado, y la línea dorsal se eleva un tanto en la cerviz, donde forma una joroba. La cola es más bien breve; las patas, robustas, son relativamente cortas y provistas de pesuños largos y anchos, capaces de dilatarse un poco. Los ojos son pequeños y tienen una expresión salvaje y altanera. Los cuernos de sección transversal irregularmente triangular, son muy largos y poderosos, más gruesos y más anchos en la base y afilados hacia la punta.
El pelo es escaso e híspido, más bien cerdoso; muchas partes del cuerpo y de las patas están casi privadas de él y adquieren por ello un tinte negro o gris oscuro, como la piel, aunque ésta es más bien parda o gris azulada con reflejos parduscos o pardo rojizos. Existen también ejemplares blancos o manchados, si bien resultan muy raros. La hembra se distingue del macho por su menor tamaño.
Este búfalo se halla difundido en una gran área que, desde Nepal se extiende, a través de la llanura del Ganges y las provincias centrales de la India, hasta Indochina y Ceilán. Una raza distinta vive en la isla de Borneo.
Como todos los búfalos, también los de la India son muy aficionados al agua, y, en efecto, habitan solamente en las regiones pantanosas, en las zonas bajas, a lo largo de los ríos y en las lagunas salobres próximas a los mares, siendo excelentes nadadores. Son pesados de movimientos, pero revelan una considerable robustez y una gran resistencia física. Estos rumiantes suelen comer de noche y al amanecer, y con frecuencia invaden las plantaciones, donde causan gravísimos daños.
Este animal está más tiempo en el agua que en los pastos. Siempre que pueden se sumergen, dejando únicamente fuera del agua la cabeza y la parte superior del lomo. En tierra firme, los movimientos del búfalo son bastante más embarazosos: su andar es pesado, y, aun corriendo velozmente, se muestran torpes y desmañados.
Resulta ejemplar en el búfalo su austeridad, superior incluso a la proverbial del camello o del asno. Llega incluso a desdeñar las hierbas tiernas y sabrosas, tan apreciadas por los otros bóvidos, y prefiere las plantas más secas, duras e insípidas, cosa que no les impide, sin embargo, producir una leche exquisita.
El búfalo es muy silencioso. Reposa en lugares frescos, y no deja oir su voz ni siquiera cuando pace o trabaja. Sólo las hembras que crían, o los machos enfurecidos, producen, a veces, un sordo mugido.
La época del celo se presenta en otoño, y entonces los rebaños se dividen en pequeños grupos guiados por un macho. Pero, en las regiones septentrionales, los búfalos se aparean en abril y mayo, y los nacimientos tienen lugar a los diez meses. El recién nacido aparece como un animalito casi deforme. Durante algún tiempo la madre le dedica los cuidados más solícitos, y en caso de peligro lo defiende con todo el valor de su raza. El búfalo se cruza a veces con el cebú, en cambio se muestra reacio a unirse con la vaca doméstica.
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