EL CLIMA

martes, 2 de diciembre de 2014

ALGUNAS REFLEXIONES


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Uno de los cambios más radicales consiste en deshacerse de la voluntad de controlar el resultado de toda situación. Ten presente que lo único que podrás controlar es tu reacción ante cada situación, muy poca veces (acaso, nunca) podrás controlar la situación en sí. La necesidad del controlar nace por el miedo y, si actúas por temor, querrá decir que no estás amando la vida en lo absoluto.

Si renuncias a la necesidad de controlar el resultado de determinada situación, pregúntate a qué le temes. Por ejemplo, si crees que si tu novia olvida el vino para una velada importante arruinará la misma, cuestiona ese supuesto. ¿Se arruinará en serio? Podría ser tu actitud la que en realidad arruinará la velada, no el vino.





Por ejemplo: si recién estás comenzando una relación (o estás buscando pareja), no tendrá nada de malo planificar tus expectativas de la relación con antelación, siempre y cuando te mantengas abierto a las maneras en que podría desarrollarse que sean muy diferentes a tus expectativas previas.
Otro ejemplo sería si tienes alguna enfermedad de cualquier tipo. En lugar de estar enfadado constantemente sobre el problema, recuerda que no puedes controlar la enfermedad (solo podrás mejorarla o empeorarla), lo único que podrás controlar son tus actitudes con respecto al problema.

 Todos tenemos problemas grandes o pequeños. Ignorarlos o evitarlos solo los agrandarán a tal punto que dominarán tu vida. No tienes necesariamente que enfrentarlos todos a la vez, pero lidiar con los problemas a medida que surjan en lugar de esperar te ayudará con tu capacidad para amar la vida a largo plazo, porque de esta manera los problemas no se acumularán.
Céntrate en buscar una solución al problema, en lugar de centrarte en el problema en sí, por ejemplo, si tienes algún problema con tu compañero de cuarto, en lugar de enfocarte en el problema en sí y dejarlo empeorar, enfócate en lo que ambos tendrán que hacer para que la convivencia sea llevadera.

Pregúntate si un problema realmente lo es. En ocasiones, convertimos algo en un problema sin pensar por qué es así. Por ejemplo: si llamar por teléfono te genera ansiedad, pregúntate por qué es así. Obligarte a pensar en una razón por algo que parece ilógico te ayudará a eliminar la ansiedad sobre algo que consideras un problema.

Siempre se dice que la risa es la mejor medicina y lo más curioso es que te ayudará a mejorar tu salud y estado de ánimo considerablemente. La risa te ayudará a incrementar el flujo sanguíneo, fortalecerá el sistema inmunológico, te ayudará a relajarte y a dormir. Inclusive, podría disminuir los niveles de azúcar en sangre.

Si te sientes estresado, pon tu comedia favorita o haz un descanso viendo videos de YouTube. La risa te ayudará a reducir los niveles de estrés.

Reúnete con amigos y rememoren sus momentos favoritos y más embarazosos. Reírte con otras personas te ayudará a sentirte apoyado y cultivará una actitud más positiva.

Para amar la vida tendrás que estar dispuesto a probar cosas nuevas y ponerte desafíos de aquello que te ponga nervioso. Gran parte de amar la vida y ser feliz consiste en no dejarse dominar por el miedo, el cual te ahogará en la infelicidad.

Empieza con cosas pequeñas, sobre todo si hacer cosas nuevas te genera mucha ansiedad. Empieza a aprender a tejer o cocinar en tu casa. Aprenderás mucho con los tutoriales de YouTube sobre el tema, además será una habilidad muy útil.

Entre más intentes cosas nuevas, te alejes de tu rutina y de aquello que conozcas, te será más fácil hacerlo. Lidiar con el miedo de hacer cosas nuevas exige mucha práctica.


No te castigues si no puedes hacer algo (como paracaidismo o viajar a un lugar lejano solo). Siempre habrá cosas que no podrás hacer y ¡no tiene nada de malo! Prueba otra cosa.

Ser agradecido y practicar la gratitud se refiere a celebrar todo aquello que te haya sucedido en la vida, a no tomar nada por sentado y valorar tus experiencias. Practicar la gratitud te hará sentir mejor con la vida y contigo mismo, así te sentirás más contento.

Lleva un diario de gratitud, en donde podrás anotar todo por lo que te sientas agradecido (como tener un techo donde vivir, un plato qué comer o una buena salud), observa a las personas por las que estás agradecido y la bondad que hayas experimentado.

Observa lo pequeño. Las cosas pequeñas son realmente lo que hacen que la vida sea más fácil o más difícil. Enfócate en cosas como el abrigo de tu chaqueta en un frío día de invierno o el hecho de comer un cupcake o algo lindo que alguien te haya dicho.


Habla de aquello por lo que te sientas agradecido. Habla con un familiar, amigo o terapeuta de confianza sobre aquello por lo estés agradecido. Hacerlo te ayudará a recordar los aspectos positivos del día y ya no estarás tan pendiente de las cosas más difíciles.

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