EL CLIMA

viernes, 1 de febrero de 2013

NOS METEMOS CON LAS ESPONJAS

















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 La pesca de esponjas en Grecia se remonta a tiempos inmemoriales. El uso de esponjas ya fue descrito por Aristóteles y también se menciona en el Ilíada y en la Odisea de Homero. Hace ya siglos que el comercio de esponjas griego está centralizado en las islas del Dodecaneso con un epicentro indiscutible: Kalymnos, la isla de los pescadores de esponjas.

 Buscar esponjas, bucear para recolectarlas del fondo del océano y venderlas por todo el mundo es una actividad en la que Kalymnos siempre ha destacado. Durante los últimos 50 años esta isla ha sido el único lugar de Grecia que ha mantenido una flota barcos dedicados a la pesca de esponjas y, de hecho, la escuela nacional de buceo del país se halla ubicada en la costa de esta pequeña isla.

Poco nos sorprende, pues, que a las esponjas se las denomine "el oro de Kalymnos". Pero la pesca de esponjas representa mucho más que esto: es una habilidad, un desafío, una saga de pérdidas y ganancias, una tragedia pero también un orgullo adquirido de una actividad que sigue formando parte hoy en día del alma misma de esta escabrosa isla. Conocer esta historia es entender parte de la esencia de Kalymnos y de su gente.

¿QUÉ SON LAS ESPONJAS?

as esponjas no son plantas sino unos animales acuáticos -metazoos para ser precisos- que viven fijados al fondo del océano. Su superficie tiene miles de poros que constantemente absorben enormes volúmenes de agua, de la que extraen las bacterias que constituyen su alimento. Las esponjas actúan, por tanto, como valiosos filtros biológicos del agua del mar. Hay muchas especies diferentes de esponja, pero sólo se comercializan cinco tipos:

TIPOS DE ESPONJAS


Hippospongia communis
Conocida como "kapadiko"  
Spongia officinalis mollissima
Conocida como "psilo" o "melati"

Spongia officinalis adriatica
Conocida como "matapas"  
Spongia agaricina
Conocida como "lagophyto"

Spongia zimocca
Conocida como "tsimoucha"

Ningún material hecho por el hombre puede compararse a las esponjas naturales para uso cosmético, para el baño, la pintura o el uso ornamental.

CÓMO SE PREPARAN LAS ESPONJAS PARA SU USO

 Cuando acaban de ser pescadas, las esponjas son de color negro y tienen un aspecto poco atractivo. En cuanto el buzo las sube al barco, son vigorosamente pisadas por los pescadores para romper y desprender los tejidos internos. Entonces se lavan y se sumergen en el mar durante dos horas, se pisan y lavan una vez más y finalmente se golpean con ramas de palma para eliminar cualquier cuerpo extraño.

Durante la noche, las esponjas se sumergen en el mar dentro de una red y se repite todo el proceso hasta que desaparecen tanto la membrana externa como los tejidos, dejando sólo las fibras del esqueleto. Entonces las esponjas se ponen a secar en cubierta o colgando del mástil del barco. Una vez secas, se prensan y se ponen en sacos, listas para ser vendidas a los comerciantes.

Una vez en el taller del comerciante, las esponjas se recortan para ajustarlas a los tamaños requeridos y se las sumerge en una solución de agua y ácido clorhídrico que les confiere su famoso tono dorado. Si se desea un tono más claro se las sumerge en permanganato potásico. Este simple proceso produce una esponja lista para su uso: limpia, fresca, de color claro y con un tacto muy suave.

EL COMERCIO DE ESPONJAS
HISTORIA DE UN SIGLO DE GANANCIAS...

 principios del siglo XIX, los comerciantes de Kalymnos vendían habitualmente esponjas en Kiev, en Moscú, en los países escandinavos, Europa Central, España y Francia, pero el principal cliente era Gran Bretaña. A mediados de siglo y durante algunos años, fue Trieste, en el norte de Italia, el principal centro comercial de esponjas, pero hacia finales de siglo Londres volvió a dominar el mercado.

El comercio con y a través de Inglaterra absorbió toda la producción mediterránea de esponjas de baño de buena calidad y no menos de seis grandes empresas de Kalymnos estaban asentadas en la "city" londinense, ganando un considerable poder e influencia. Destaca la familia Vouvalis, cuya opulenta mansión en el pueblo de Pothia (Kalymnos), amueblada al estilo victoriano inglés, todavía se conserva como museo.

…TIEMPOS DE PÉRDIDAS…

Durante el "boom" de 1868 la flota de esponjas de Kalymnos alcanzó los 300 barcos con buzos, 70 barcos arponeros y 70 arrastreros. El comercio de esponjas floreció hasta bien entrado el siglo XX pero, durante la Segunda Guerra Mundial, la flota fue casi completamente destruida. La reconstrucción empezó con el final de la guerra y unos 150 barcos se dedicaron a pescar esponjas una vez más.

En los años 50 se abrieron nuevos mercados para los comerciantes de esponjas de Kalymnos, como el Japón o los EE.UU., pero también apareció la amenaza de las esponjas sintéticas, hechas por el hombre y producidas a escala industrial y, por tanto, con un precio de venta mucho más bajo que las esponjas naturales. Privados de su sustento por la caída de las ventas, algunos buzos -apreciados mundialmente por su habilidad y valentía- se fueron a trabajar al norte de Australia o a Tarpon Springs, Florida.


Una esponja afectada
por la terrible enfermedad

Sin embargo, el golpe más duro y casi fatal para el comercio de la esponja se produjo en agosto de 1986, con la aparición de una enfermedad que se extendió por las aguas del Mar Egeo y del Mediterráneo, y que destruyó virtualmente todas las esponjas. La causa de este desastre todavía se debate, pero parece ser que se debió a una corriente marina especialmente cálida que, proveniente del Mar Negro, sembró la destrucción a su paso. Curiosamente esto ocurrió tan sólo algunas semanas después de la explosión de la central nuclear de Chernobyl.

La enfermedad de las esponjas no resultó catastrófica para Kalymnos porque algunos comerciantes se dedicaron a importar esponjas, principalmente del Golfo de México, mientras que otros se dedicaron a la pesca, a la marina mercante o a la industria de la construcción. Los que quedaron se dedicaron al turismo, comenzando así un negocio muy importante para la isla hoy en día.

…Y UN DÉBIL RESURGIMIENTO

Después de algunos años las esponjas del Egeo volvieron a encontrarse en grandes cantidades y podían ser pescadas una vez más sin alterar demasiado el ecosistema. Esta actividad se vio favorecida por las tendencias de los consumidores actuales, que prefieren lo natural a lo sintético. Además las esponjas son muy populares entre los turistas que visitan Grecia, ya sea como regalos o como recuerdos.

La tradición profundamente arraigada de la pesca de esponjas en Kalymnos se ha reavivado hoy en día, pero su supervivencia es frágil. El Mediterráneo está tan contaminado que sus ecosistemas naturales son fácilmente alterados por perturbaciones que, como los terremotos, aumentan la temperatura del mar.

En pleno siglo XXI, el futuro del antiquísimo comercio de esponjas parece unido indisolublemente a los grandes problemas medioambientales a los que se enfrenta nuestro planeta.

LA PESCA DE ESPONJAS

l trabajo de un buzo pescador de esponjas era a la vez peligroso y exigente. Por supuesto, el pescador de esponjas necesitaba tener un excelente conocimiento del mar y de las esponjas que estaba buscando, pero también necesitaba una gran fortaleza física y una mente astuta. Estas habilidades solían estar acompañadas por otra cualidad más difícil de definir: una combinación de valor, orgullo y una especie de locura emprendedora, pero también una cierta afición al riesgo.

La necesidad a la que se enfrentaba el buzo era la de ganarse la vida, pero el riesgo que asumía era mucho mayor que el de la pobreza; era el riesgo de una parálisis de sus extremidades o el terror de una muerte horrible.

 Los modernos métodos de trabajo hacen que los buzos actuales afronten muchos menos riesgos y se vean menos explotados que en el pasado. Sin embargo, estos cambios tan sólo han ocurrido en los últimos 20 o 30 años, el tiempo de una generación.

La pesca de esponjas de los primeros tiempos se realizaba desde pequeños barcos que llevaban entre cuatro y seis buzos, los cuales trabajaban a profundidades de unos 30 metros. Un observador se sentaba en un hueco de la proa del barco provisto de un cilindro de metal con fondo de vidrio, a través del cual observaba el fondo.

En cuanto descubrían esponjas se enviaba un buzo al mar, normalmente desnudo, que llevaba entre sus manos una gran piedra plana de mármol o granito. La piedra tenía un peso de unos 15 kg y tenía un agujero en el centro a través del cual se pasaba un cabo que se fijaba al barco.

Una vez en el fondo, en función de su fuerza física, el buzo soltaría la piedra y recogería las esponjas en una red o retendría la piedra consigo para encontrar así el camino de vuelta al barco. Estos "buzos a pulmón libre" no tenían ni traje protector ni equipo de respiración, por lo que permanecían bajo el agua tanto tiempo como podían contener la respiración.

A veces se encontraban esponjas en aguas poco profundas, a tan sólo 3 o 6 metros de profundidad. En estos casos no se necesitaba al observador, sino que cada buzo nadaba con su propio cilindro de observación en el que ponían las esponjas recolectadas hasta que el fondo de vidrio quedaba completamente cubierto. Este tipo de pesca de esponjas era conocido como "revera".

Otro método de pesca empleaba un arpón para arrancar las esponjas del fondo. Generalmente se llevaba a cabo desde un barco pequeño tripulado por dos o tres pescadores. Éstos observaban el fondo marino a través de un cilindro metálico con fondo de vidrio. Normalmente empleaban arpones de 4 a 5 metros de longitud para capturar las esponjas, pero los arpones podían alcanzar hasta 15 metros de longitud si se añadían extensiones a la caña del arpón. Este método de pesca exigía gran habilidad y cuidado, pues había que evitar dañar las esponjas, lo que reduciría de su valor.

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