EL CLIMA

martes, 13 de noviembre de 2012

TOQUE DE HISTORIA



















Se conoce como Tratado de Tordesillas al compromiso suscrito en Tordesillas (actualmente en la provincia de Valladolid) el 7 de junio de 14941 entre Isabel, Fernando, reyes de Castilla y Aragón, y Juan II rey de Portugal en virtud del cual se establecía un reparto de las zonas de conquista y anexión del Nuevo Mundo mediante una línea divisora del Océano Atlántico y de los territorios adyacentes. El tratado se firmó para evitar conflictos entre las coronas de España y Portugal interesadas en el control de los mares y tierras exploradas por sus marineros.
El 4 de septiembre de 1479 se selló la paz entre los dos vecinos mediante el Tratado de Alcáçovas suscrito por Alfonso V de Portugal y los Reyes Católicos, poniendo fin al conflicto desencadenado por la sucesión de Castilla. Además de servir para formalizar el fin de la beligerancia, el pacto contenía otras cláusulas concernientes a la política de proyección exterior, en un momento en que los dos reinos competían por el dominio del Océano Atlántico y de las costas africanas. Portugal obtenía el reconocimiento de su dominio sobre Madeira, las Azores, Cabo Verde, Guinea y en general todo lo que es hallado e se hallare, conquistase o descubriere en los dichos términos, allende de que es hallado ocupado o descubierto, mientras que Castilla recibía las Islas Canarias.

Finalizados todos los preparativos, la expedición zarpó de Palos de la Frontera (Huelva) el 3 de agosto de 1492, con las carabelas La Pinta y La Niña, y con la nao, Santa María.
Hasta el 6 de septiembre estuvo en las islas Canarias, concretamente en La Gomera (visitando a Beatriz de Bobadilla, gobernadora de la isla) y en Gran Canaria, arreglando el timón de La Pinta. El 12 de octubre de 1492 Colón llega a América, especificamente a una isla de las Bahamas llamada Guanahani, cuya exacta localización aún se discute. El 25 de diciembre de 1492 las embarcaciones llegan a la isla de Santo Domingo donde se hundió la nave capitana, la Santa María. Sus restos fueron usados para construir el Fuerte de La Navidad, constituyendo así el primer asentamiento español en América.
Las dos carabelas, al mando de Colón, regresaron al puerto de Palos el 15 de marzo de 1493. El día 3 de abril de 1493, Colón fue recibido por el Rey Fernando el Católico en Barcelona para recibir el informe de su llegada por el oeste a lo que él creía era la India. Varios años después, ya muerto Cristóbal Colón, los europeos descubrirían que las tierras a las que había llegado no eran en realidad parte del Asia, sino de un continente cuya existencia desconocían.
De regreso de su primera expedición a «las Indias» el 4 de marzo de 1493 Colón llegó a Lisboa forzado por el temporal. Once días antes de rendir viaje en Palos de la Frontera tuvo ocasión de entrevistarse con Juan II de Portugal y ponerle al corriente de sus descubrimientos. Inmediatamente el monarca portugués reclamó la pertenencia de las nuevas tierras alegando derechos derivados del tratado de Alcáçovas. Los Reyes Católicos, por su parte, negaron tal pretensión aduciendo que la navegación se había efectuado siempre al oeste, y no al sur de CEn demanda y confirmación de la plena soberanía castellana sobre los recién hallados territorios, Isabel y Fernando acudieron al veredicto papal. La arraigada tradición teocrática de los pontífices romanos imponía la aceptación de su arbitraje en el mundo cristiano en estos asuntos territoriales. Le correspondió pues al valenciano Rodrigo Borgia, a la sazón titular de la sede de San Pedro como Alejandro VI, proceder al reparto de las tierras y los océanos del Nuevo Mundo entre las dos potencias que optaban a su descubrimiento, colonización y dominio: Castilla y Portugal. En las cuatro bulas Alejandrinas de mayo a septiembre de 1493 (las dos Inter Cœtera, Eximiœ Devotionis y Dudum Siquidem) dictadas con tal ocasión, se fijó el meridiano divisorio de las zonas de influencia española y portuguesa a 100 leguas al oeste de las Azores y Cabo Verde, siendo la zona occidental la correspondiente a Castilla y Aragón y la oriental a Portugal.2 Se dejó notar el origen eclesiástico de dichos documentos, pues se decretaba la excomunión para todos aquellos que osasen viajar a las Indias sin autorización de los reyes de Castilla.

Las prerrogativas derivadas de las bulas Alejandrinas, en especial de la última Inter Caetera muy favorables a los Reyes Católicos, no satisficieron a Juan II de Portugal, quien quedaba excluido en la práctica de las empresas americanas, toda vez que la línea imaginaria de demarcación trazada por designio papal le relegaba a las costas africanas, quedando el Nuevo Mundo de forma privativa para el rey y la reina de Castilla, de León, de Aragón, de Sevilla, de Granada, etc. Las circunstancias internas y externas del momento político aconsejaron a los Reyes Católicos pactar con el lusitano unas nuevas condiciones. Los pactos se recogieron en el Tratado de Tordesillas, firmado en esa localidad vallisoletana el 7 de junio de 1494 por los delegados de ambas monarquías. Por parte de los Reyes Católicos firmaron Enrique Enríquez de Guzmán, mayordomo mayor de los reyes, Gutierre de Cárdenas, comendador mayor de Santiago y contador real, y el doctor Francisco Maldonado; por el lado portugués firmaron Ruy de Sousa, su hijo Juan de Sousa y el magistrado Arias de Almadana. Se fijó un plazo de cien días para su ratificación por los respectivos monarcas; los Reyes Católicos lo refrendaron el 2 de julio de 1494 en Arévalo, y Juan II lo hizo el 5 de septiembre siguiente en Setúbal. Los originales del tratado se conservan en el Archivo General de Indias en Sevilla (España) y en el Arquivo Nacional da Torre do Tombo en Lisboa (Portugal).3
El Tratado indicaba que se solicitaría su confirmación por la Santa Sede pero también estipulaba claramente que ninguna de las partes podría ser dispensada de cumplirlo alegando el «motu proprio» papal.4 El papa Alejandro VI nunca confirmó el Tratado y hubo que esperar a que Julio II lo hiciese por medio de la bula Ea quae pro bono pacis en 1506.

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