EL CLIMA
lunes, 12 de noviembre de 2012
TAPIRES
Son animales de tamaño mediano, con una longitud que varía desde el 1,8 m hasta los 2,5 m, con una cola de 5 a 10 cm de largo, y una altura en la cruz de 70 cm a 1 m y un peso de 220 a 300 kg. Sin embargo, la principal característica del tapir es su alargado hocico en forma de pequeña probóscide, que usa principalmente para arrancar las hojas, hierbas y raíces que constituyen su alimento. Esta trompa resulta especialmente útil para recolectar plantas acuáticas en los pantanos donde suele pasar buena parte del día. También le sirve para coger agua y, cuando son machos, para enfrentarse a sus rivales en la época de apareamiento.
El cuerpo es compacto y la cabeza y cuello robustos, con el fin de facilitarles mejor el paso a través del denso follaje tropical. el pelaje suele ser muy corto y oscuro, aunque las crías presentan un pelaje pardo con manchas crípticas, similares a las de los jabatos jóvenes, que se difuminan con la edad.
Se trata de animales bastante primitivos, los primeros representantes fósiles de la familia se encuentran ya en el Eoceno de Eurasia, hace unos 55 millones de años, donde se observan algunas características que estaban presentes también en los antiguos ancestros (Hyracotherium), de sus parientes actuales. Los pies presentan cuatro dedos en las patas delanteras y tres en las traseras.
Los tapires habitan en regiones selváticas húmedas y, en el caso del tapir de montaña, los páramos andinos.
Los depredadores más comunes de los tapires son los grandes felinos (el tigre en Asia y el jaguar en América), de quienes trata de librarse lanzándose al agua o corriendo a toda velocidad a través de la jungla. Los golpes de las ramas que el asaltante recibe en este último caso, si se ha aferrado a su víctima, pueden llevarle a soltarla. No obstante, su principal amenaza es la acción humana, manifestada a través de la caza excesiva y la destrucción de su hábitat. Hoy en día, todas las especies del género Tapirus se clasifican en los estados de conservación "vulnerable" o "amenazado".
El género se extendió durante el Mioceno por Eurasia y América del Norte, donde estuvo a punto de extinguirse en el Plioceno debido a la reducción paulatina de masa forestal. Por suerte para los tapires, Suramérica se unió a Norteamérica hace 3 millones de años, otorgándoles una vía de escape hacia las grandes selvas del sur. No deja de ser irónico que en la actualidad, 3 de las 4 especies supervivientes sean precisamente americanas: este es el caso del tapir norteño, centroamericano o de Baird (Tapirus bairdii), el del páramo (Tapirus pinchaque) y la sachavaca, tapir amazónico, brasileño o de llanura (Tapirus terrestris), que se reparten en diversas áreas de América Central y del Sur. El tapir amazónico es el más común; se extiende por casi toda la parte norte de Suramérica. El tapir norteño, distribuido desde Tehuantepec hasta las costas de Ecuador, también habitó durante el Pleistoceno en el norte de México y el sur de Estados Unidos (desde California a Florida), donde se extinguió hace unos 10.000 años.
Por su parte, los tapires de Eurasia sufrieron una fuerte reducción a partir de la primera mitad del Pleistoceno, desapareciendo de Europa y gran parte de Asia debido al avance de las glaciaciones. En la actualidad sobrevive una única especie, el tapir malayo (Tapirus indicus), reducida a unas pocas zonas de Sumatra y el sur de Indochina. Su distribución original era mucho más amplia, abarcando también la isla de Java y llegando por el norte a Myanmar (Birmania), India e incluso China, de donde desapareció por culpa de la caza excesiva. Esta especie se distingue por la trompa más larga que la de los tapires americanos y porque en los adultos el color del manto es negro en la cabeza, el cuello y las patas, mientras que el resto del cuerpo es blanco.
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