EL CLIMA

miércoles, 10 de octubre de 2012

BREVE NEUTRO
























El español estándar es la forma artificialmente elaborada (o forma estándar) por los organismos competentes (Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española), con carácter normativo, a partir del diasistema del español. Como en toda lengua estándar la estandarización sólo puede alcanzar ciertos aspectos del lenguaje, particularmente la fonología, el léxico, el códice y un buen número de prescripciones de gramática (quedando otros aspectos de la prosodia, la pragmática y ciertas sutilezas de la sintaxis fuera de la codificación).

Contra la impresión habitual de que el español estándar es simplemente la "ausencia de modismos", es decir, una especie de núcleo común a todos los dialectos, podríamos denominarlo "supradialectal", en realidad es un lecto diferenciado por derecho propio, en el que se encuentran numerosas formas ausentes en otras variedades lingüísticas; por ejemplo, ciertos tiempos verbales —como el pretérito anterior— que virtualmente han desaparecido de la mayoría de variantes de español.
De todos modos, debemos descartar el dialecto como forma peyorativa, puesto que todos y cada uno hablamos uno distinto. La dificultad para percibir la distinción se debe en parte a la fuerte tradición prescriptiva centralizada de la Real Academia Española de la lengua —cuya normativa en materia sobre todo de gramática y estilo ha dominado históricamente la lengua escrita, jurídica y académica—, pero también al hecho de que el español estándar no sea un dialecto acotado geográficamente a una determinada región, sino una modalidad elaborada artificialmente, que muchos hablantes emplean más o menos regularmente, a la par con su geolecto o sociolecto propios, en situaciones formales o en la lengua escrita. El dominio del español estándar es con frecuencia un requisito socialmente importante para desempeñar correctamente algunas profesiones o actividades prestigiosas, como las profesiones liberales, la docencia o la comunicación mediática.

No debe confundirse el español estándar (o español estándar normativo) con el español neutro. Este último término se refiere al modelo de lengua propio de ciertos medios de comunicación y entretenimiento (agencias internacionales de prensa, estudios de doblaje, productoras de telenovelas...) que operan en un área geolectal amplia y, que para ello, seleccionan y utilizan con preferencia aquellas formas léxico-semánticas y morfosintáticas más extendidas en todo ese territorio, así como modelos de dicción (estándares de pronunciación) elaborados, que buscan eliminar la identificación territorial. El español neutro es, como el español estándar, una modalidad elaborada a partir del diasistema del español. La diferencia es que en el neutro es una variedad deslocalizada, mientras que el estándar normativo presenta elementos geográficamente bien localizables.
Debido a que algunos son conscientes de que un español neutral para todos los hispanohablantes es imposible, se han establecido tres españoles estandarizados, en algunas traducciones y, más recientemente, en doblajes, por algunas compañías del sector: el ibérico (o europeo), para España; el rioplatense para Argentina, Paraguay y Uruguay; el mexicano para México, Estados Unidos, Canadá, América Central y el resto de los países de Hispanoamérica. El español ibérico estándar no es considerado como norma en América Latina, pues es en el que más se acentúan las diferencias entre los otros dos estándares.
Por ello, un español entendible por todos los hispanoparlantes se suele restringir al habla culta, pues usando lenguaje cotidiano o vulgar puede llevar a muchas confusiones, incluso, una misma palabra significar dos cosas completamente distintas según el país.Históricamente, las formas estandarizadas de español estuvieron ligadas al dialecto castellano, fijado en su momento en la corte de Alfonso VI, que a cualquier otra de las variedades de la lengua. Esta preferencia sociolingüística se remonta a la organización política subsecuente a la Reconquista, en que el reino de Castilla fue la fuerza central del movimiento político que condujo a la formación de la España moderna. El origen de los miembros de la nobleza cortesana estuvo en la base de la primera estandarización de la lengua, la gramática publicada a fines del siglo XV por Antonio de Nebrija. El empleo de ésta en la enseñanza de la lengua en las colonias americanas mantuvo el carácter prestigioso del dialecto de Castilla— aunque, al ser la modalidad lingüística andaluza la más extendida entre los colonizadores,1 el español del Nuevo Mundo adoptó rápidamente muchos fenómenos propios de ésta. Sin embargo, actualmente el peso demográfico del español de Castilla y su importancia en el español general es mucho menor, por lo que no debe asociarse el español estándar moderno con las variantes castellanas de Español.La cuestión de la lengua estándar cobró una nueva validez con la difusión de los medios de comunicación de masas, al hacer por primera vez inmediatamente accesible a los hablantes nativos de distintos dialectos emisiones televisivas, radiales y —más recientemente— material electrónico procedente de regiones en las que se emplea una variedad distinta. El menor peso de la forma estándar en la lengua oral había hecho de ésta una cuestión marginal en otra época, un tema importante de debate.
La perdurable influencia del centralismo lingüístico ha llevado a algunos autores a afirmar que el problema no existe, y que basta con remitirse a la lengua culta. Gastón Carrillo Herrera, por ejemplo, repetía la doctrina de Menéndez Pidal al afirmar que
[p]uede que alguno o varios de estos medios de comunicación, en un momento dado, signifiquen motivo de preocupación por el empleo de las formas populares o vulgares. (...) [L]as necesidades sociales y las obligaciones culturales (...) exigen de su personal una mayor cultura, en la que está comprendida una elevación del habla a las formas estimadas cultas. Por lo tanto ellos, serán también, cada vez con mayor claridad, fuerzas poderosas que impulsen la elevación del idioma y su unificación.
Sin embargo, en el ámbito oral la cuestión ha resultado problemática desde al menos la década de 1950, cuando las exigencias comerciales impuestas a los estudios de doblaje vecinos a Estados Unidos incluían la elaboración de un español cuyo acento y sus características léxico-gramaticales no fuesen reconocibles como propios de algún país. Tal empresa se reveló rápidamente como quimérica: si bien la forma lingüística podía en ocasiones aproximarse a una forma inteligible universalmente, con ello se impedía a la vez que los tonos familiares, íntimos o cotidianos se transmitiesen. Varios autores han señalado el efecto de irrealidad o distanciamiento provocado por esa fórmula. Sin embargo, su uso duradero ha producido eventualmente un cierto grado de familiarización con esa fonética abstracta a lo largo de Latinoamérica; los doblajes para el mercado español, en cambio, se realizan invariablemente en España, empleando variedades de español europeo. Si bien no todas las películas exhibidas en salas españolas han tenido esta característica, como algunas de la factoría Disney (Robin Hood 1973 y muchas anteriores). Esto se debe a que existen modos de doblar o conseguir películas conocidos por la inmensa mayoría de todos los hispanohablantes en el castellano-español; al contrario de lo que ocurre, por ejemplo con el toscano-italiano y las distintas lenguas de Italia.
El I Congreso Internacional de la Lengua Española, realizado en 1997 en Zacatecas (México) dio lugar a bastante controversia al respecto. Algunos autores, como José Antonio Millán, abogaron por la elaboración de un «español común» compuesto por el mínimo denominador compartido por la mayoría de los dialectos; otros, como el director de Radio Exterior de España, Fermín Bocos, rechazaron de plano que existiese tal problema, dando por sentada la preeminencia del español culto frente a «extranjerismos» o «signos híbridos» en la línea más tradicionalista. Finalmente, la postura más mesurada de estudiosos de origen americano, como Lila Petrella, advertía que la elaboración de una lengua neutral sería quizá posible en textos ceñidos estrictamente a la descripción, pero que la variación de los aspectos pragmáticos y semánticos de la lengua entre dialectos hacen imposible la elaboración de una única variedad que tenga valor lingüístico equivalente para todos los hablantes. Cuando existen diferencias en sintaxis —como en el ya mencionado caso del voseo— la imposibilidad de realizar ciertas estructuras de manera neutral es más patente; el uso del «vos» resultará ajeno a los hablante tuteantes, y viceversa.
Debido a que algunos son conscientes de que un español neutral para todos los hispanohablantes es imposible, se han establecido cuatro españoles estandarizados, en algunas traducciones y, más recientemente, en doblajes, por algunas compañías del sector: el ibérico (o europeo), para España; el rioplatense para Argentina, Paraguay y Uruguay; el mexicano para México; y otro para el resto de los países hispanoamericanos incluidas las antillas .
En materia de mercado televisivo, debido a que todos los países Latinoamericanos de habla hispana son considerados como un solo territorio para efectos de distribución de programas de televisión o sindicación, los doblajes son realizados en un español neutro que evita el uso de modismos, acentos y de palabras que tengan alguna significación soez en alguno de los países hispanoamericanos al que llegará el programa doblado. Este español neutro usado en los doblajes utiliza:
En la segunda persona plural el 'ustedes' en lugar del 'vosotros' y las conjugaciones verbales de la tercera persona plural (por ejemplo: ¿Cómo están (ustedes)?).
El uso del 'tú' o el 'usted' se usa determinado según la relación que exista entre las personas que se comunican, utilizándose el 'usted' en relaciones de mayor respeto.
Tiende a una pronunciación homogénea de la s, c y z y la b con la v.
Sólo la letra "h" es muda, todas las demás se pronuncian.
El sonido palatal "sh", usado en las regiones australes se mantiene la "Ll".
El español neutro latinoamericano antiguamente también era distribuido a España en algunos casos (películas Disney,...), pero en la actualidad ya no sucede.
Curiosamente otro motor de unificación del español nace de las grandes empresas multinacionales al adaptar el texto de sus manuales, software, sitios web, etc., en inglés para producir textos y software destinados al mercado mundial. En esos casos es más práctico producir una versión neutra de español que tratar de crear versiones diferenciadas por país o región; pues si se hace por país habría que producir una veintena, y si se hace por región es difícil definir qué países englobar en la misma región, y también resulta complicado desde el punto de vista de logística. El resultado es normalmente lo que se denomina en el entorno de localización un "español neutral". Una versión que intenta evitar términos que se puedan identificar con países determinados ("ordenador" es un término de España) o fenómenos lingüísticos regionales (el voseo latinoamericano) que se elabora mediante almacenes de datos que prescriben los términos preferidos y los términos vitandos. Es un fenómeno interesante y muy común en el ámbito informático, dado que el resultado abarata mucho los costes o costos de producción, y contribuye indirectamente a la unificación del español.

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