EL CLIMA

lunes, 18 de junio de 2012

HERALDICA Y BLASONES




BLASONES ORIGEN


La heráldica es la ciencia del blasón (Blasón, según la RAE se define como el «Arte de explicar y describir los escudos de armas de cada linaje, ciudad o persona.»). Es también un campo de expresión artística, un elemento del derecho medieval y de las dinastías reales hasta nuestros días. Más recientemente, ha sido admitida dentro de las ciencias anexas de la historia junto con la sigilografía, la vexilología, la falerística y la diplomática.
La heráldica se desarrolló durante la Edad Media en toda Europa hasta convertirse en un código coherente de identificación de personas, progresivamente incorporado por estamentos de la sociedad feudal como la nobleza y la Iglesia Católica para la identificación de linajes y miembros de la jerarquía, siendo igualmente adoptado por otros colectivos humanos, como gremios y asociaciones, además de ser adoptado para la identificación de ciudades, villas y territorios.Blasón es una palabra de origen oscuro, puede ser que venga de alguna lengua franconia de la palabra blâsjan (antorcha encendida, gloria), o más probablemente del latín blasus significando ‘arma de guerra’.1 “Blasonar” significa describir las armerías siguiendo las reglas de la ciencia heráldica. En un estricto sentido, el blasón es, entonces, un enunciado que puede ser oral o escrito. Es la descripción de las armerías hecha en un lenguaje técnico, el lenguaje heráldico. El blasonamiento es la acción que consiste en describir las armerías (y por tanto de enunciar el blasón que representa). La ciencia del blasón es muy antigua, se funda menos de un siglo después que se estableciera el uso de armerías en la Edad Media. En esgrima, los blasones (amarillo, rojo, azul...) son exámenes que permiten probar un nivel de técnica adquirida, de arbitrar o de participar en ciertas competencias. Algunos son distribuidos igualmente después de una victoria. Se expresan en una pieza de tela (cuyo color cambia siguiendo el nivel) en el codo o añadida al hombro desarmado.Las definiciones siguientes son precisas, aunque está lejos de reflejar su uso real. En la práctica los términos “blasón”, “armas”, “escudo” y “armerías” funcionan como sinónimos y son intercambiables, tanto en las obras comunes como en las de los estudiosos de la heráldica.
Las armas son emblemas pintados en un escudo que deben poder ser descritas en la lengua del blasón, y que designan a alguien o a algo. Tienen el mismo rol que una marca, logotipo o nombre propio: son la manera heráldica de identificar, representar o evocar una persona, física o moral (casa o familia, ciudad, corporación...). Las armas son consideradas generalmente como la propiedad (intelectual) de esta persona, que es el titular.
El escudo es el elemento central y principal de las armerías, es el soporte privilegiado sobre el que se representan las armas. Sin embargo, diversas armas pueden ser representadas en un mismo escudo, sin necesariamente representar a una sola persona: puede ser la unión de dos armas representando un matrimonio o la superposición de numerosas armas. Un escudo representa entonces unas armas o una alianza de armas. En todos los casos, el escudo delimita gráficamente el sujeto del que habla la composición y es suficiente para identificar las armas o una alianza.
Las armerías (siempre en plural) son aquellas que están representadas gráficamente sobre un objeto armado (ejemplo: el escudo). Las armerías comprenden el conjunto de la panoplia formada por el escudo, que designa al sujeto, y sus eventuales ornamentos exteriores (soporte, corona, collar de orden...), que dicen algo sobre el sujeto. Algunos ornamentos exteriores (cimeras, tenantes) forman parte de las armas (y están asociadas sistemáticamente), algunos son arbitrarios o fantásticos (lambrequines, símbolos alegóricos o votivos), pero la mayor parte son la representación heráldica de títulos, de cargos o de dignidades: son atribuidos oficialmente y pueden variar según el estado del titular en un momento dado.
Blasonar significa describir las armerías. El blasón es el resultado de hacerlo: es la descripción (en términos heráldicos) de todo lo que es significativo en las armerías, y más específicamente en el escudo. La correspondencia entre un blasón y su representación es el eje de la heráldica: la descripción de un blasón debe permitir representar correctamente las armerías y la lectura correcta de las armerías debe conducir a un blasón que rinda cuentas sobre sus rasgos significativos. Dos representaciones (o armerías) son equivalentes si responden al mismo blasón, son por tanto las mismas armas, aunque puede haber muchas maneras equivalentes de blasonar las armas.


La heráldica es lo relativo al lenguaje del blasón, a la ciencia de los heraldos y al diseño de las armerías. Más específicamente, es la disciplina que tiene por objeto el conocimiento y el estudio de las armerías. La heráldica cubre cuatro disciplinas conexas:
El blasonamiento. Históricamente, la heráldica es la ciencia de los heraldos, que en los torneos anuncian a los caballeros describiendo en su lenguaje propio las armerías que portaban en su escudo. Esta disciplina se prolonga hasta la heráldica teórica, que tiene por objeto precisar las reglas del blasón, su vocabulario, su gramática y su semántica. Puede convertirse en un deporte mental consistente en describir en términos de blasón figuras variadas y originales, a veces alejadas de composiciones tradicionales, cuya legitimidad descansa en ser fiel a un genio heráldico.
La composición. La rama tradicional de la heráldica se refiere a la creación y a la composición de las armas y blasones para aquel que desea convertirse en titular. Esta heráldica se apoya en una parte en la genealogía del titular y por otra parte en el simbolismo particular que desea conferirle a sus armas. La heráldica, no teniendo más reglamentos que ella misma (salvo en ciertos países), puede llevar a estas composiciones empujadas por la vanidad del cliente a excesos: la heráldica ha creado numeroso muebles inútiles simplemente por originalidad. La regla fundamental de la nobleza es que es el titular quien debe darle prestigio a sus armas, no a la inversa, y debe haber, por tanto, una prudente sobriedad.
La decoración. La rama artística de la heráldica se interesa en la representación gráfica de los blasones en la forma de armas y de armerías, para armar toda clase de soportes.
La heráldica histórica, finalmente, es una ciencia auxiliar de la historia. Por un lado, se apoya en los documentos y muebles armados para obtener información particular sobre la historia del titular. Por otro, analiza la composición de esas armas y blasones para estudiar, de manera general, la simbólica social.
El uso de las armerías viene de la evolución del equipo militar entre los siglos XI y XII, que hicieron prácticamente imposible el reconocimiento del rostro de un caballero. El casco de los caballeros (que figura todavía en los ornamentos exteriores) cubría progresivamente la cara: la nariz está protegida por un nasal, la cota de malla (que protege la cabeza y el cuello) tiende a cubrir la parte baja del rostro y está definitivamente cerrado por una visera móvil.
Para hacerse reconocer en las batallas y los torneos, los caballeros comienzan a pintar figuras distintivas sobre sus escudos (muebles y piezas o figuras geométricas).

El escudero es un gentil hombre que acompaña a un caballero y carga su escudo. A partir del momento en el que el escudo porta las figuras distintivas, el escudero que porta el escudo puede representar al caballero, aún en su ausencia. El escudero es probablemente el origen de la representación de los tenantes en los ornamentos exteriores.
Las cinco regiones principales del escudo (jefe, corazón, flancos diestro y siniestro, punta) se refieren a partes del cuerpo del escudero que porta el blasón en el pecho y se presenta de frente. Como el escudero está visto de frente, “diestra” y “siniestra” están invertidos en heráldica en cuanto a su significación usual: la diestra del escudero es la izquierda del observador y viceversa.


La razón de ser de un caballero es librar batallas. La batalla le permite probar su valentía a través de sus encuentros y los rescates recolectados sobre los vencidos aumentaban sus bienes materiales.
En un comienzo no hay gran diferencia entre el desarrollo de una batalla y el de un torneo. En los dos casos se trata de una gran trifulca armada organizada en un campo de batalla entre dos bandos, donde los participantes respetan ciertas reglas. La diferencia es en el entorno de la confrontación.
Los torneos se desarrollan en tiempos de paz, para permitir a los caballeros ganar gloria y riqueza, y mostrar cual es el bando más fuerte y prestigioso, para el honor colectivo.
Inversamente, las batallas son organizadas en tiempos de guerra para mostrar cual es el bando más fuerte, por ejemplo para vencer a quien gobierna sobre tal o cual territorio. Permiten también a los caballeros participantes ganar gloria y riquezas (y por tanto no tenía sentido matar al adversario ya que no habría nadie para pagar el rescate).
Lo que caracteriza el estado de guerra, en esta época, es la marcha de caballería. Ella consiste en atravesar el territorio enemigo quemando y masacrando todo a su paso. La marcha no es muy peligrosa para la tropa armada y sirve sobre todo como provocación contra el señor del lugar: no pudiendo proteger sus tierras y sus sirvientes contra las agresiones de los enemigos, se muestra incapaz y por tanto deshonrado (además, como los cultivos fueron quemados, está privado de ingresos financieros de sus tierras).
La batalla de Crécy es la primera gran batalla donde la “regla del juego” no fue respetada: las tropas inglesas libraron una batalla no para obtener gloria y rescates, sino para neutralizar a las tropas francesas (y lo lograron). Los franceses protestaron que los ingleses no hubieran respetado las reglas del juego (pérfidamente, de ahí la locución "pérfida Albión") aplicada a Inglaterra, pero esas reglas simplemente habían cambiado ya. A partir entonces los géneros se separan. Los torneos se desarrollan en campos cerrados y las batallas se convierten cada vez más en un asunto de mercenarios y soldados, no de caballeros.

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