La flatulencia tiene un olor muy desagradable. Los principales constituyentes de la flatulencia son gases inodoros, que son, en orden de cantidad:1
Nitrógeno (ingerido, 20% - 90%).
Hidrógeno (producido por unos microbios y consumido por otros, 0% - 50%).
Dióxido de carbono (producido por microbios aerobios o ingerido, 10% - 30%).
Metano (producido por microbios anaerobios, 0% - 10%).
Oxígeno (ingerido, 0% - 10%).
El intenso mal olor proviene de trazas de otros constituyentes producidos por la ruptura de proteínas:
Ácido butírico (olor a mantequilla rancia).
Compuestos del azufre.
Sulfuro de hidrógeno (olor a huevos podridos).
Disulfuro de carbono.
Los flatos también contienen partículas aerosolizadas de excrementos, aunque en cantidades minúsculas.
La flatulencia está compuesta principalmente por nitrógeno, y no por metano, como comúnmente se cree. De hecho, algunas pruebas sugieren que dos de cada tres personas no expulsan metano en sus flatulencias. La mayor parte del metano lo producen bacterias que se encuentran en el interior del intestino. El metano y el hidrógeno son inflamables, por lo que algunas flatulencias son susceptibles de encenderse con fuego.
Causas
Los gases intestinales provienen de fuentes exógenas (90%) y endógenas (10%). Los gases endógenos se producen como derivados de la digestión de cierto tipo de comida. Los alimentos que producen flatulencias son, por lo general, ricos en carbohidratos complejos (especialmente oligosacáridos como la inulina) e incluyen habichuelas, leche, cebollas, batatas, castañas, brócoli, coles, alcachofas, levadura del pan, etc.
En las habichuelas, los gases endógenos parecen provenir de los oligosacáridos, carbohidratos que son resistentes a la digestión. Estos pasan al intestino delgado prácticamente sin modificar y, cuando alcanzan el intestino grueso, las bacterias se alimentan de ellos, produciendo una abundante cantidad de gas.2
Las bacterias intestinales que se alimentan de la lactosa, en el caso de personas con intolerancia a este disacárido, pueden producir un aumento excesivo de gas cuando se consume leche u otras sustancias que contienen lactosa.
Mecanismo de acción
Los sonidos comúnmente asociados con la flatulencia se producen por la vibración de la apertura anal, y ocasionalmente por las nalgas cerradas. El sonido varía dependiendo de lo contraído que se encuentre el músculo del esfínter y la velocidad a la que se expulsa el gas, así como otros factores como la humedad y la grasa corporal. El flato llega al ano siguiendo los mismos movimientos peristálticos que las heces, produciendo sensaciones similares de urgencia e incomodidad. Las terminaciones nerviosas en el recto aprenden a distinguir entre flatos y heces, aunque las deposiciones demasiado fluidas pueden llegar a confundir estos sensores y provocar una defecación accidental.
Reacciones
Aunque es probable que el humor de la flatulencia se considere divertido, muchas culturas consideran descortés hacer público un gas.
Rara o comúnmente (esto dependiendo muchas veces del sitio y de las personas presentes), se le puede hacer burla (por medio de risa o hasta lenguaje soez) al individuo que liberó la flatulencia. A esto, muchas veces el individuo siente vergüenza.
En casos contrarios, el individuo que llega a percibir el sonido y/o el aroma, puede incluso enojarse.
La flatulencia en la literatura y el arte
Un texto temprano importante es del siglo V AC, Los caballeros, de Aristófanes, que tiene numerosos pasajes de flatulencias.
En el Cuento del molinero de Geoffrey Chaucer (siglo XIV) hay una de las incidencias celebradas del humor de flatulencia en literatura inglesa: «Nicholas levantó rápidamente la ventana y asomó su culo hacia afuera... Entonces Nicholas dejó escapar un pedo con un ruido tan grande como un trueno, de modo que Absolom casi fue arrojado por su fuerza. Pero él tenía listo su hierro caliente y golpeó violentamente a Nicholas en el medio de su culo» (líneas 690-707).
En La ciudad de Dios, san Agustín anota: «Los hombres con tal comando de sus intestinos que puedan tirarse pedos continuamente a voluntad, de manera tal que produzcan el efecto de una canción».
En La Divina Comedia de Dante Alighieri, en la última línea del capítulo 21 del «Infierno» se lee un ejemplo del uso demoníaco de una función natural del cuerpo: Ed elli avea del cul fatto trombetta ("y él había, del culo, hecho trompeta").
Friedrich Dedekind (siglo XVI), Grobianus et Grobiana, aparecen en Inglaterra en 1605 como La escuela de Slovenrie: «Oh, Cato se dio vuelta de adentro hacia afuera», publicado por R. F. Esta escuela enseñaba a sus estudiantes que contener el deseo de orinar, peer y vomitar era algo malo para la salud. De esta manera, uno tiene que complacer libremente las tres actividades.
Montaigne, escribió el capítulo «De los recipientes para descargar el vientre» (en su ensayo La fuerza de la imaginación), que es una discusión acerca de la flatulencia: «Yo mismo conocí uno tan bruto, que por cuarenta años utilizó su culo como respiradero principal intermitentemente hasta que murió de ello».
Francisco de Quevedo, en su obra Gracias y desgracias del ojo del culo demuestra que «se ha de advertir que el pedo antes hace al trasero digno de laudatoria que indigno de ella».
En La Tierra (el volumen 15 de la serie Les Rougon-Macquart), de Émile Zola, el hijo mayor de Fouan pee cuando desea y gana concursos por esta destreza.
En Ulises (1922) de James Joyce (1882-1941), el personaje Leopold Bloom se tira flatulencias en el capítulo de las sirenas.
Juan Valera, donde un pedo es el eje central de su cuento La Reina Madre.
La serie animada South Park presenta a dos comediantes, llamados Terrance y Philip, que actúan presentando grandes flatulencias que causan una gran ofensa a los residentes de South Park.
En el film Locura en el Oeste, de Mel Brooks, unos vaqueros sentados alrededor del fuego comen frijoles. A los pocos minutos comienzan con una serie de flatos que inundan el aire de la región.
En el film ¡Ay, Carmela! de Carlos Saura se representa una comedia. El público, enloquecido, pide al primer actor «¡los pedos, los pedos!», pues es una destreza suya la capacidad de expeler gases. El público delira por esto.
En la película Beavis and Butthead do America, los personajes principales encuentran a dos hombres en el desierto, quienes les demuestran su habilidad de hacer flatulencias.
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