Al hibernar, los osos reducen su consumo de energía al mínimo, por lo que pueden sobrevivir sin ingerir comida, empleando tan sólo la grasa acumulada. Durante el proceso de hibernación, los osos disminuyen además su temperatura corporal, ralentizan sus palpitaciones y pueden llegar a perder más de un 20% de su fuerza muscular.
La hibernación de los osos es gradual y menos profunda que la de otros animales, de tal forma que es posible despertarlos una vez se han dormido.
La duración del proceso varía en función de las circunstancias climatológicas, hasta tal punto que en zonas con inviernos suaves los osos ni siquiera hibernan.
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