EL CLIMA

lunes, 30 de abril de 2012

ERA LINDA EH





Juana Fernández Morales, cuyo seudónimo era Juana de Ibarbourou, conocida popularmente como Juana de América, (8 de marzo de 1892, Melo - 15 de julio de 1979, Montevideo), fue una poetisa uruguaya. El 10 de agosto de 1929 recibió, en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, el título de «Juana de América» de la mano de Juan Zorrilla de San Martín y una multitud de poetas y personalidades. Fue enterrada con honores de Ministro de Estado en el panteón de su familia del Cementerio del Buceo.[1]
Nació en 1892, aunque ella proclamaba haber nacido en 1895. Su nombre era Juana Fernández Morales, pero se hizo conocida como Juana de Ibarbourou, tomando el apellido de su marido, el capitán Lucas Ibarbourou, con quien se casó a los veinte años. Su padre, Vicente Fernández, español de Galicia, nació en Lorenzana ( provincia de Lugo ),cuya biblioteca municipal lleva el nombre de la poetisa—. Su madre, Valentina Morales, pertenecía a una de las familias españolas más antiguas del Uruguay. Vivió hasta los 18 años en Melo. Sobre su niñez y sus vivencias allí escribió:
Fue mi paraíso al que no he querido volver nunca más para no perderlo, pues no hay cielo que se recupere ni edén que se repita. Va conmigo, confortándome en las horas negras, tan frecuentes (...) Allí volará mi alma cuando me toque dormir el sueño más largo y pacificado que Dios me conceda a mí, la eterna insonme(...)
[2]
Su primera residencia en Montevideo estaba ubicada en un solar de la calle Asilo Nº50, que con los años pasaría a ser el Nº 3621, entre las calles Pernas y Comercio.[3] Allí vivió entre 1918 y 1921, y escribió sus tres primeros libros (Las lenguas de diamante, El cántaro fresco y Raíz salvaje). Al comienzo su adaptación fue difícil porque rechazaba vivir en la ciudad. Con los años, sin embargo, terminó considerando a Montevideo como «su ciudad».[1]
En 1929 recibe el título de Juana de América. Juana lo describe así:
(...) un grupo de jóvenes poetas me organizó en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, una fiesta inolvidable. La presidía don
Juan Zorrilla de San Martín.(...) Santiago Cozzolino, el orfebre, había cincelado el anillo de oro simbólico que me ofrecían los poetas. El ambiente era solemne, con la muchedumbre, los himnos, los delegados de toda América, y otro hombre de estatura física pequeña, pero también magnífico y grandioso: Alfonso Reyes.(...) Y a través de discursos hermosos en que la generosidad juvenil iluminaba las palabras, llegó el momento culminante, el de la entrega del anillo. El Dr. Zorrilla de San Martín fue el designado para ello y lo hizo con unas palabras breves y muy hermosas que me quedaron grabadas en el corazón:
- Este anillo, señora, significa sus desposorios con América.
[1]
El 3 de octubre de 1947 fue elegida para ocupar un sillón en la Academia Nacional de Letras.[1] En 1950 fue designada para presidir la Sociedad Uruguaya de Escritores. Cinco años más tarde fue premiada en el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid por su obra. En 1959 se le concedió el Gran Premio Nacional de Literatura, otorgado ese año por primera vez. Al morir fue velada en el mismo Salón de los Pasos Perdidos en que fue nombrada «Juana de América». El gobierno dispuso un día de duelo nacional y fue enterrada con honores de Ministro de Estado, siendo la primera mujer en la historia de Uruguay a la que se le otorgó tal distinción.[1]

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