La novela trata sobre el paso del tiempo, sobre el arribo de la vejez, sobre el efecto de los años en la mente y el cuerpo del ser humano; de ahí que quienes se sienten envejecer se vean reflejados, aunque más no sea inconscientemente, en las páginas de este libro; lo curioso es que muchos rechazan esa idea, ese reflejo, esa identificación precisamente por uno de los síntomas que, implícitamente, describe Bioy: la resistencia a ese cambio.
Por supuesto que el libro no me pareció deprimente (aunque veré que opino cuando lo relea a los 60 años), se me hizo hasta divertido. La historia es un poco inverosímil, desopilante: los jóvenes se rebelan y empiezan a matar viejos en la calle, es una guerra de generaciones llevada al campo concreto de la realidad y con métodos de naturaleza terrorista. Obviamente el carácter simbólico de esta fantasía tiene un mensaje mucho más profundo, que cada lector interpretará a su manera. En medio de esa guerra el protagonista, Isidro Vidal, busca por todos los medios escapar no sólo de sus agresores, si no también de su propia e incipiente vejez. Con las calles de Palermo como escenario se desarrollan debates muy atractivos sobre las armas del hombre para luchar contra el inexorable paso del tiempo (tinturas, dentaduras postizas, etc.) y sobre el límite subjetivo entre madurez y vejez que, obviamente genera desavenencias entre el ejército de los jóvenes. Como en toda la narrativa de Bioy, el papel de la psicología del personaje es vital, ya que los hechos se describen a través de las sensaciones del protagonista, lo cual abre infinidad de alternativas que el autor selecciona de manera extraordinaria.
Quienes hayan leído entrevistas a Bioy o su libro de brevedades “Descanso de Caminantes”, notarán que muchos de los pensamientos e impresiones reales del autor sobre el mundo están perfectamente plasmados en éste libro.
Diario de la Guerra del Cerdo fué un éxito en 1969, es uno de los componentes de su obra más reconocidos por el público y por la crítica, es también un libro que, a pesar del paso de los años, no pierde vigencia. En lo personal este libro se fué de esos que roban horas de sueño, por la necesidad de seguir con un capítulo más; me hizo reflexionar mucho, pero de manera entretenida, casi lúdica.
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