EL CLIMA

sábado, 18 de febrero de 2012

DE LOS BLOGS DE LA GENTE




Ayer retomé mi vida normal, y comencé mis cobranzas habituales.

Decidí no calentarme más con toda la historia tan atravesada de los Negrini y su imperio infusional. Edith me apartó del tema de la herencia, pero no de su vida. Cuestión que no me disgusta nada. Y es evidente que hay un gran equívoco en esto de creer que yo tengo algo que ver en toda esta historia.

Esta mañana, lo primero que hice fue abrir de nuevo el reloj que me había mandado Cacho. No luce ostentoso, así que decidí ponérmelo. En realidad es lindo, pero mejor lucía el cachivache que tenía antes, cuyo costo si mal no recuerdo es de ciento diecinueve mil novecientos pesos menos.

Tener en la muñeca un pirulito que vale lo mismo que cuatro cero kilómetros hace perder a uno sentido de la realidad “tal vez por eso los ricos sean tan extravagantes” pensé a mí mismo.

- ¡Qué buena imitación! –me dijo uno de mis clientes.

- Viejo: estás loco –dijo Rodrigo, asustado de que llevara impunemente semejante joya.

- Ché, ese relojito es igual al mío, ¿vos también lo compraste por internet?

Creo que no fue una buena experiencia salir a la calle con él. Yo no sé si será mi preocupación, pero parece que todo el mundo lo advertía. Claro que pocos puedan imaginarse que sea legítimo. Pero… ¿qué constancia tengo de que sea legítimo?

Al final de tantas historias, decidí que me lo tasen los especialistas.

Como sospechaba, no tiene mucho valor. Pero lo sorprendente fue la revelación que me hicieron luego de la tasación.

- Es legítimo, pero no tiene valor de reventa porque fue intervenido.

- ¿Intervenido?

- Observe su interior –me dijo el tasador- aquí hay un minúsculo mecanismo que fue incorporado. Desconocemos su función, habría que consultar con los fabricantes.

Ja. Tengo un reloj carísimo que no vale nada. Pero ¿y si renuncio a mi jubilación y retorno al quizás mucho más tranquilizante y permanente estrés empresario?

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