Grandes imperios se han establecido y caído teniendo como arma el arco y la flecha. Los primeros en utilizarlo fueron los egipcios alrededor del año 3500 a.C. Sus arcos eran casi tan altos como ellos mismos y las flechas tenían puntas de piedra o de bronce. Hacia 1800 a.C., los asirios introdujeron un nuevo diseño: un arco construido con cuero, marfil y madera con lo que conseguían un perfil recurvo. Estos arcos eran mucho más potentes que los utilizados por los egipcios y, además, contaban con la gran ventaja de poder dispararlos desde un caballo. Fue la pieza clave que les permitió expandir su imperio. Otros pueblos crearon impresionantes máquinas de guerra al hacer que los caballos tirasen de carros en los que iban los arqueros.
La superioridad en el manejo de este arma que tenían los pueblos del Medio Este duró varios siglos. Por ejemplo, los romanos, aunque tienen fama de haber tenido uno de los mejores ejércitos del mundo, no pudieron hacer nada frente a las hordas de arqueros persas. Los mongoles conquistaron gran parte de Europa y los turcos demostraron su valía en las cruzadas, en parte debido a la superioridad de sus arcos recurvos y en otra a una mejor técnica de tiro.
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