EL CLIMA

miércoles, 11 de enero de 2012

HEROES DE LA RADIO ARGENTINA



Enrique Telémaco Susini (31 de enero de 1891 4 de julio de 1972) médico argentino, artista pleno y un pionero de la radiodifusión mundial.

En 1920, Susini guio el proyecto que llevó a la primera transmisión de radiodifusión en Argentina, y subsecuentemente una de las primeras estaciones de radiodifusión con programación regular en el mundo. Durante las décadas de 1920 y 1930, se convirtió en un exitoso empresario de las nascientes industrias de la radio y el cine. Siguiendo su carrera en los medios, también fue fundador de los estudios de cine Lumiton, y fue el director General de la primera transmisión de televisión en Argentina realizada por Canal 7 Argentina.

El arte, la ciencia y la innovación fueron las grandes pasiones de este hombre tan singular y multifacético. Además de médico brillante fue músico y compositor, el primer cineasta argentino premiado en un festival de cine, precursor, inventor, investigador científico, empresario, réggiseur y promotor cultural.

En 1925 conoció a Albert Einstein. El padre de la Teoría de la Relatividad no dudó en calificarlo como "una de las primeras inteligencias de la Argentina".

Su actividad cinematográfica dejó una profunda huella en el cine argentino, siendo director de cine, guionista y fundador de la productora Lumiton. También compuso la música para su película Embrujo de 1941.

Enrique Telémaco Susini nació en Buenos Aires, hijo del Dr. Telémaco Susini, profesor de anatomía patológica en la Universidad de Buenos Aires y el primer otorrinolaringólogo del país.[1] En 1906, su padre asumió la posición de cónsul argentino en la capital Viena del Imperio austrohúngaro.[2] Esto permitió al joven Susini, quien había recibido su diploma de escuela secundaria un año antes a la edad de 14 años, asistir al conservatorio de Viena, donde recibió formación profesional en canto y violín. Luego de estudiar brevemente física y química en Berlín y París[4] , retornó a Buenos Aires en 1909 para iniciar sus estudios de medicina en la facultad donde su padre había enseñado. En 1913, a la edad de 22 años, recibió su diploma de doctor en medicina, luego de escribir una galardonada tesis.

Luego de su graduación, trabajó brevemente como periodista, ayudando a fundar la Asociación de la Crítica en 1915. Un año más tarde, lo contrató la Armada Argentina, donde realizó investigaciones sobre la influencia de los estímulos eléctricos y acústicos en el cuerpo humano, e instaló un laboratorio para la investigación de vacunas veterinarias.

En 1910, Guglielmo Marconi, ganador del Premio Nobel de Física de 1909, había ido a la Argentina para participar de los eventos por el Centenario de la Revolución de Mayo. Durante su estadía, aprovechó la oportunidad para instalar una estación radiotelegráfica en la localidad de Bernal, desde donde se comunicó exitosamente con Canadá e Irlanda.[5] La publicidad generada por la visita de Marconi, ayudó a la creación e un grupo de jóvenes entusiastas, entre ellos Susini y sus amigos de la escuela de medicina.

En 1915, la comunidad de la radio se había convertido en un grupo lo bastante grande y notorio como para figurar en la nota de un diario mencionando que los aficionados "forman una especie de fraternidad, intercambiando noticias, hablando unos con otros a través de grandes distancias e incluso transmitiendo pequeños conciertos de piano y violín a través de sus conexiones."

Susini, junto con su sobrino Miguel Mugica y sus amigos Cesar Guerrico y Luis Romero Carranza formaron parte de esta comunidad. Pronto adquirieron el apodo de Locos de la Azotea debido a que su hobby involucraba maniobras casi acrobáticas para poder colocar las antenas de hilo largo que se utilizaban por aquellos días en las terrazas de altos edificios. Durante este tiempo, el grupo jugaba con la idea de utilizar la radio como medio de difusión cultural, algo a lo que Susini luego definiría como su pasión, compartida con el teatro y la música.[2]

Al estallar la Primera Guerra Mundial en Europa, las comunicaciones por radio se convirtieron en una tecnología de gran importancia militar, y su desarrollo se aceleró considerablemente en los próximos años. Sin embargo, la mayoría de estos desarrollos fueron en secreto y el flujo desde Europa y Estados Unidos hacia Argentina, de información escrita y materiales rapidamente cesó.

En esta situación, a Susini se le presentó una gran oportunidad como resultado de su experiencia militar. Luego del final de la guerra hacia finales de 1918, fue enviado a Francia a estudiar los efectos de la guerra química en el sistema respiratorio. Mientras realizaba sus investigaciones, pudo adquirir equipos de radio militares excedentes de la guerra, que luego llevó a Argentina

Luego de volver a Argentina en 1919, Susini comenzó a trabajar en la conversión de un viejo lugar de circos al Teatro Coliseo. Junto con sus amigos, comenzó a planear la realización de una transmisión de difusión general desde allí, algo que fue incentivado por los dos dueños italianos del teatro Faustino da Rossa y Walter Mocchi.

Durante 1920, mientras el grupo estaba trabajando en el proyecto, llegaron noticias desde Estados Unidos que decían que Marconi había realizado exitosamente la transmisión de un concierto en Nueva York, el 19 de mayo. Incluso si esto pudo haber sido una desilusión, al no ser su transmisión la primera del mundo, los preparativos continuaron a paso rápido.

El 27 de agosto, finalmente estaban listos. El teatro presentaría la ópera Parsifal de Richard Wagner. Susini y sus colaboradores habian instalado un transmisor de 5 W en el techo, con una antena conectada a la cúpula de un edificio cercano. Para tomar el sonido del teatro colocaron un micrófono diseñado originalmente para equipos de ayuda a hipoacúsicos.

Aproximadamente a las 20.30, el mismo Susini tomó el micrófono e inauguró la radiodifusión argentina con las palabras:

Señoras y señores, la Sociedad Radio Argentina les presenta hoy el Festival Sacro de Ricardo Wagner, Parsifal, con la actuación del tenor Maestri...
La transmisión continuó por aproximadamente 3 horas y fue recibida tan lejos como Santos en Brasil, donde fue escuchado por el operador de radio de un barco. El número de oyentes estimado en medio centenar, fue muy limitado porque las radios a galena de la época eran escasas y dificiles de operar, requiriendo el tedioso ajuste de un pequeño cristal de plomo y la instalación de una antena de varios metros de largo. Sin embargo, el diario La Razón publicó una nota muy alentadora, e incluso el presidente Hipólito Yrigoyen felicitó a Susini y su grupo por sus logros.

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