EL CLIMA

miércoles, 30 de noviembre de 2011




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Entonces José recordó los sueños que había tenido acerca de ellos, y les dijo: ……(Gn. 42:9).
Leer este verso me hizo reflexionar mucho, hacia años atrás en Gn. 37:7 José soñó que manojos de espigas se inclinaban a él, también soñó 11 estrellas, la luna y el sol se inclinaban a él, Gn. 37:9. Estos sueños y su integridad fueron el detonante para que sus hermanos lo odiasen, por lo que sufrió mucho José. Puedes leerlo todo, en el capítulo 42 del Génesis, al parecer tanto sufrimiento hizo olvidar a José los sueños de grandeza, pero que bueno; que Dios no lo olvidó.
Es humano razonar que con tanto sufrimiento José olvidase los sueños, o al menos pensase que solo eran sueños, si era un grande elegido de Dios, ¿por qué era esclavo? mas fuerte aun, esclavo presidiario, mas fuerte si cabe; esclavo presidiario por ser integro para Dios y para su autoridad terrenal.
Para nada culpo a José por olvidar sus sueños, ser integro para Dios no le fue fácil, pero lo hizo, y Dios que escudriña los corazones se lo recompensó, una mañana se despierta siendo esclavo y preso en una celda, con una rutina de un día más, pero se acuesta en un palacio, siendo 1º ministro de un imperio.
De 12 horas de vida cotidiana, a Dios le sobraron 11,9 h. para hacer un milagro, porque era el día que Dios había designado para cambiar la vida de José.
La historia de José es larga y linda en gran manera, no la quiero contar porque la puedes leer en el Génesis 42, lo que yo deseo es que reflexionemos sobre nuestra vida, a la luz de lo que pasó con José, ¿tenemos una vida integra que Dios pueda bendecir? Porque Dios da gracia al humilde pero resiste al soberbio (Santiago 4:6 y Pr. 3:34).
¿Podemos mantener la fidelidad asta el final? El que persevere esta el final será salvo Marcos 13:13.
¿Tendremos por ser cristianos una vida fácil y cómoda? Jesús dijo:En el mundo tendréis sufrimientos; pero ¡ánimo!, yo he vencido al mundo. Juan 16:33.
Lo bueno para el creyente es que aunque olvidemos las promesas de Dios, él no olvidará ninguna, lo que dijo se cumplirá en un solo momento, si no desmayamos Gálatas 6:9.
Lo que Dios te dijo: Espéralo porque sin duda llegará, ¡cuando sea el día de Dios! Para tu vida.

Nuestra fe disminuye porque nuestras ambiciones son ilimitadas. Había una persona acaudalada que tenía una hija con una nariz chata. El padre deseaba que la muchacha se pudiera casar, pero cada hombre que llegaba y la veía se alejaba enseguida, aunque hubiese sido tentado por la riqueza que obtendría. En aquellos días no había cirujanos plásticos que pudieran remediar aquellas deformidades físicas. Desesperado, el padre anunció que daría un caudal de dinero a quien se casara con su hija. Finalmente encontró a uno que quería casarse con la chica. El matrimonio se celebró y de ahí en adelante aquella pareja desarrolló una gran fe en Dios. Visitaron muchos templos, realizaron muchas peregrinaciones y se bañaron en muchos ríos sagrados. También conocieron a un santo que les explicó que sólo aquel que había creado la nariz de la muchacha podía darle una forma distinta. Aunque tenía muchas riquezas, la pareja no era feliz en absoluto. La muchacha sentía siempre que la gente la veía y se burlaba de ella. Le sugirió a su esposo que fueran a los Himalayas y pasaran ahí un mes solos. El estuvo de acuerdo y se pusieron en marcha. La muchacha deseaba ardientemente que su nariz fuera distinta y empezó a rezarle a Dios con gran fervor. Dios se le apareció, por su buena fortuna, y le preguntó qué deseaba. Tan pronto como el Señor apareció ante ella, la muchacha le pidió la gracia de una nariz de diferente aspecto; él dijo: “Así será”, y le concedió el don que le solicitara. En cuanto desapareció, la chica vio su cara, encontrando que ahora tenía una nariz más grande, y sintió que se había vuelto más fea que antes. Oró otra vez con mayor fervor y Dios apareció nuevamente preguntándole qué deseaba, y ella le respondió que no deseaba tener una nariz tan grande. Dios le dijo: “Así será”, y le concedió lo que le pedía. Entonces la muchacha descubrió que su nariz había desaparecido por completo. La lección de esta historia es que aunque Dios está presente delante de ustedes, ustedes no saben qué pedirle.

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