EL CLIMA

lunes, 3 de octubre de 2011

REVISIONISMO






REVISIONISMO

EN LA FOTO, JOSE MARIA ROSA

El Revisionismo histórico en la Argentina es una corriente historiográfica orientada a reformular la visión de la historia, enfrentando la tradicional que predominó en ese país desde mediados del siglo XIX. En particular, se ha orientado a defender la figura de los caudillos federales, considerados inicialmente como símbolos de atraso político y cultural, de Juan Manuel de Rosas, que había sido sepultado como lo peor que le había pasado a la Argentina, y a los conquistadores y colonizadores españoles, a los cuales el liberalismo del siglo XIX había condenado como suma de todos los males.

Hasta Caseros no hubo historiografía propiamente dicha en la Argentina. Había memorias, anecdotarios, esbozos históricos. Se explica fácilmente: el país se estaba construyendo y no había tiempo para hacer historiografía. Pero después de Caseros, y sobre todo de Pavón, se inició la historiografía nacional.

Los triunfadores de Caseros y Pavón, que habían llevado su modelo político, social y económico a dominar el país, se sentían obligados a justificar su lucha contra Rosas y la organización institucional del país sobre moldes liberales. En esa dirección se orientaron los primeros historiadores argentinos.

Los iniciadores fueron Vicente Fidel López y Bartolomé Mitre

La primera voz disonante fue la de Adolfo Saldías, un abogado liberal, admirador de Mitre y que, justamente por ello, quiso ser su continuador. Por eso comenzó a estudiar con cuidado la historia de 1824 en adelante.

Su curiosidad y su lealtad intelectual lo llevaron a descubrir documentos hasta entonces ocultos u olvidados. Su sorpresa fue mayúscula, pero no se desanimó por ver que éstos contradecían a sus maestros. Se trasladó a Londres, donde pudo leer los archivos de Rosas, cedidos por su hija Manuelita.

En 1890, el ex gobernador de la provincia de Buenos Aires, Carlos D’Amico, publicó Buenos Aires, sus hombres, su política, en que atacaba particularmente a Mitre, dejando casi en ridículo la figura de quien ya era considerado un prócer en vida.

En 1898, Ernesto Quesada, hijo de Vicente, de niño visitante a la casa de Rosas en Southampton y más tarde yerno del general Ángel Pacheco, publicó La época de Rosas, a lo que agregó más tarde cuatro tomos sobre la guerra civil de 1840. Quesada, hombre respetado por su cultura y su poder económico y social, pudo ver cómo su obra fue alejada del público por la política de los grandes diarios de no difundirla, ni siquiera para denostarla.

En 1930, Carlos Heras creó la primera cátedra de historia argentina contemporánea del país, y fue el miembro más destacado del grupo de La Plata junto con Joaquín Pérez, autor de varias obras sobre la crisis del año 1820.

El otro autor destacado del período fue Diego Luis Molinari, especialista en el período colonial, y los antecedentes inmediatos de laRevolución de Mayo. Su labor historiográfica no fue mayor por su muy intensa dedicación a la política, primero en la Unión Cívica Radical, y más tarde en el peronismo. Una característica particular de su obra fue que interactuó con otro autor, amigo suyo, de estilo e inspiración totalmente liberal, Emilio Ravignani, con quien compartía alumnos en la Universidad.


La década de 1940

La década se inició con la Vida de Juan Manuel de Rosas, de Manuel Gálvez, que le imprimió a su obra un tono novelesco. Puede parecer un anticipador del exitoso género llamado novela histórica, de gran difusión a fines del siglo XX, pero en su caso fue un intento de hacer más accesible al público de masas una historiografía que hasta entonces se enredaba en discusiones académicas o ideológicas.

El autor más importante del período, que no fue estrictamente un revisionista de este período, fue José Luis Busaniche. Este santafesino se dedicó al estudio de la vida de Estanislao López y el federalismo y otros temas de historia santafesina de la primera mitad del siglo XIX. Se dedicó también a traducir y prologar ediciones de varios viajeros y diplomáticos extranjeros, y también de la edición de 1962 de Rosas visto por sus contemporáneos.


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