EL CLIMA

lunes, 3 de octubre de 2011

JUANA LA LOCA


Juana I de Castilla, conocida como "Juana la Loca" (Toledo, 6 de noviembre de 1479Tordesillas, 12 de abril de 1555), fue reina de Castilla de 1504 a 1555 si bien desde 1506 no ejerció ningún poder efectivo y a partir de 1509 vivió encerrada en Tordesillas primero por orden de su padre Fernando el Católico y después por orden de su hijo el emperador Carlos V.

Fue primero infanta de Castilla y Aragón, luego archiduquesa de Austria, duquesa de Borgoñay Brabante y condesa de Flandes. Finalmente, reina propietaria de Castilla y de León, deGalicia, de Granada, de Sevilla, de Murcia, de Jaén, de Gibraltar, de las Islas Canarias y de las Indias Occidentales (15041555), de Navarra (15151555) y de Aragón, de Valencia, deMallorca, de Nápoles y Sicilia (15161555), además de otros títulos como condesa de Barcelona y señora de Vizcaya, títulos heredados tras la muerte de sus padres, con lo que, al convertirse el 25 de enero de 1516 en la primera reina (junto con su hijo Carlos I) de las coronas que conformaron la actual España, unió estas definitivamente.

Desde pequeña, recibió una esmerada educación propia de una infanta e improbable heredera de Castilla basada en la obediencia más que en el gobierno, a diferencia de la exposición pública y las enseñanzas del gobierno requeridos en la instrucción de un príncipe. En el estricto e itinerante ambiente de la Corte Castellana de su época, Juana fue alumna aventajada en comportamiento religioso, urbanidad, buenas maneras y manejo propios de la corte, sin desestimar artes como la danza y la música, entrenamiento como amazona y el conocimiento de lenguas romances propias de la península Ibérica además del francés y del latín. Entre sus principales preceptores se encontraban el sacerdote dominicoAndrés de Miranda, la amiga y tutora de la reina Isabel,Beatriz Galindo, apodada «la Latina», y, por supuesto, su madre. Aunque Isabel la Católica procuró vigilar la educación de sus hijos, sus deberes de gobierno no pudieron dejar mucho tiempo para ocuparse de una hija a la que, según T. de Azcona, «nunca llegó a entender y dirigir».

El manejo de la casa de la infanta y, por ende, de su ambiente inmediato estaba totalmente dominado por sus padres. La casa incluía personal religioso (confesor, sacristán, limosnero y capellanes), oficiales administrativos (mayordomos, camareros, caballerizos, todos estos con distinta graduación, además de un contador, un tesorero y un secretario), personal encargado de la alimentación (cocineros, ballesteros de maza, maestresala, panadero, repostero, coperos y catadores), personal preocupado de la salud y protección y personal de servicio (criadas y esclavas canarias), meticulosamente seleccionados por sus padres sin intervención de ella misma. A diferencia de Juana, su hermano, don Juan de Aragón, Príncipe de Asturias y de Gerona, comenzó a hacerse cargo de su casa y de posesiones territoriales como entrenamiento en el dominio de su futuro Reino.



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