BREVE ASI SE COME EN ORIENTE.
"Para nosotros, la hora de la comida es sagrada", expresa con orgullo el chef Mohamed Mazeh, originario del Líbano, quien hace tres lustros llegó a radicar a México y ahora acaba de abrir un restaurante en la exclusiva zona de Santa Fe. Viste un abehie (túnica tradicional libanesa) y lleva en su cabeza un tarbuch.
Él nos habla de la cocina de su patria, que tantos adeptos tiene entre nosotros.
"Allá no existe el individualismo: todo lo servido es para compartir entre los comensales reunidos alrededor de la mesa", agrega, y en un juego divertido acepta posar, como todo un jeque, rodeado de algunas de las sublimes sabrosuras de la gastronomía oriental.
La carta de su establecimiento, Al Andalus -cuyo suntuoso decorado se inspira en la Alhambra y otros lugares de España con influencia árabe, como Andalucía- ofrece varios de los platillos tradicionales que pueden encontrarse en los restaurantes del Líbano, así como algunos de carácter casero, como la tripa de cordero rellena y su costillar, horneado.
"Existe otro platillo llamado fatetl, similar a los chilaquiles; está hecho con pan tostado, pollo o cordero y garbanzo, al que se agrega una guarnición de jocoque y piñón frito con mantequilla. Mucha gente acostumbra comerlo en el desayuno."
Durante la fiesta del Ramadán -el equivalente musulmán de la cuaresma-, luego de la puesta del sol, momento que marca el final del ayuno del día, la gente acostumbra consumir asados, brochetas, sopas de estación y ensaladas.
"Es entonces cuando se convida a los vecinos a cenar en casa, invitación que va rotándose en los subsecuentes días entre ellos mismos.
Se llama sibarita a una persona o grupo urbano de gustos refinados. La etimología de este término deriva de la ciudad italiana de Síbari, que en la antigüedad era famosa por la exquisitez de sus servicios.
Descripción
Históricamente sibarita era un habitante de la ciudad griega de Sibaris famosa por su refinamiento. Se dice que una vez un habitante de Sibaris le dijo a otro griego que no había podido dormir porque un pétalo de rosa, de los miles que rellenaban su colchón, estaba doblado. Precisamente la destrucción de Sibaris tiene que ver con ese refinamiento: ellos presumían de que sus caballos de guerra bailaban al son de la música. Cuenta la leyenda que cuando entraron en guerra con Crotona, esta contrató músicos que en plena batalla hicieron tocar sus instrumentos, por lo que los caballos de los sibaritas se pusieron a bailar y fueron fácil presa de sus enemigos, que destruyeron la ciudad. Desde entonces nunca volvió a existir como tal.
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