EL CLIMA

viernes, 7 de octubre de 2011

ALEGRIA REACCIONES



La alegría como reacción aparece ante una situación puntual, quizás nos entusiasmamos por un reconocimiento que obtenemos, quizás hemos conseguido adquirir algo que deseábamos con gran empeño. ¿Cuánto dura esa sensación maravillosa de que "somos importantes" o de satisfacción por nuestra adquisición?, lamentablemente suele ser transitoria y nos empeñamos en perseguir estos pequeños momentos como si uno tras otro pudieran transformarse en algo perpetuo.

Por supuesto que disfrutar de la alegría procedente de esos momentos descritos es lícito y deseable y, sin duda lo podemos hacer de un modo más intenso si tenemos esa disposición interna orientada a eso que llamamos "alegría de vivir", esa sensación que no necesita de nada ni de nadie, que existe como una corriente y de la que podemos tomar y distribuir sin costo y sin medida.

Hablamos y leemos mucho acerca de valorar lo importante, de que las posesiones no nos hacen felices, que tenemos que mirar hacia nuestro interior... ¿Qué nos está quitando la alegría procedente de nuestra esencia? Lo sabemos con seguridad y no lo actuamos, como en tantas otras ocasiones, el paso que marca la diferencia no lo damos, solo lo pensamos. Y pensar no es actuar.

Al leer una frase de una poetisa inglesa, llamada Edith Sitwell que dice "Si uno es un galgo, ¿por qué fingir que es un pequinés?" pensé en que, cuando somos niños, solo nos ocupamos de ser lo que en cada momento somos, en vivir el momento presente tal cual es y en esa etapa suele primar la alegría de la que hablamos, ¿en que momento pasamos a ser lo que desean los que nos rodean? ¿En que momento queremos ser un pequinés a costa de lo que sea? ¿Cuando perdemos (no disfrutando ni viviendo) el momento actual ocupados en otro tiempo que no es el ahora?

Nos olvidamos de que tenemos el derecho y la obligación de atender a lo que significan nuestros valores, a lo que es importante para nosotros, a encontrar el sentido y propósito de nuestra vida.

Entonces... ¿Cómo recuperar esos aspectos "perdidos" y que nos conectan con nuestra esencia de la alegría?

Para responder a esta pregunta, no puedo dejar de mencionar de Víktor Frankl, cuyo libro "el hombre en busca de sentido" es un impresionante testimonio donde explica la experiencia que le llevó al descubrimiento de la logoterapia. Uno de sus principios dice que cada uno de nosotros tiene la libertad de escoger su actitud ante cualquier circunstancia de la vida, por muy desesperada o difícil que ésta sea.

Claramente, entre un estímulo y una respuesta hay un espacio y en este espacio se halla nuestra libertad de elegir. Efectivamente estamos siempre eligiendo, aunque no lo creamos ni nos demos cuenta, nuestras respuestas, nuestros pensamientos y, por tanto, nuestras emociones. ¿Por qué no elegir la alegría?, es una de las emociones básicas, igual que el miedo o la tristeza, aunque parece que estas últimas son de más fácil elección.

En una reciente entrevista a la primera dama francesa, en relación a la muerte de una persona muy estimada por ella, decía: "la tristeza es extraña y, sin embargo, lo más cercano que tenemos". En pensamientos como éste es cuando confundimos una reacción lógica ante un evento ciertamente triste como la pérdida de un amigo y que eso mismo sea lo más relevante en la vida, tanto la tristeza como la alegría son elementos constitutivos de nuestro ser, son emociones comunes a los seres humanos e igual de cercanas. Decidimos nosotros donde ponemos el acento.

Otro aspecto que nos lleva a la alegría es la coherencia, es decir, movernos de acuerdo con lo que nos hemos comprometido y asumir la responsabilidad de nuestra vida. Cuando una persona es íntegra, está auto-centrada y en equilibrio, se muestra alegre, de esa forma natural, no impostada, que proviene del interior y que expande a su alrededor.

No podemos dejar de tener en cuenta, a la hora de pensar en lo que nos priva de la alegría, a nuestros saboteadores internos relacionados con los recuerdos. De sobras sabemos que los recuerdos no siempre son fieles a lo que sucedió en realidad. ¿Cuántas veces hemos adornado, para bien y para mal lo acontecido?. ¿Cuantas veces decimos que no podemos olvidar o perdonar?
¿Qué nos impide reconciliarnos con nuestra historia y quedaros libres para sentir la alegría de vivir? Es una buena elección vivir, a partir de ahora, con gozo.

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