EL CLIMA

domingo, 7 de agosto de 2011

NIÑOS PRODIGIO

NIÑOS PRODIGIO
Un niño prodigio es alguien que a una edad temprana domina uno o más campos científicos o artísticos emprendidos generalmente por adultos. Por temprana suele considerarse antes de los 10 años de edad. Algunos de los campos más comunes de los niños prodigios son las matemáticas, el ajedrez, las artes visuales y la música, aunque pueden darse también en muchas otras áreas.
En alemán e inglés se utiliza a veces el término wunderkind (de wunder 'milagro' y kind 'niño') como sinónimo de niño prodigio, aunque se desaconseja su uso en la literatura científica. Wunderkind también se usa más generalmente en adultos que alcanzan el éxito y la fama al comienzo de sus carreras profesionales, como en los casos de Steven Spielberg, Steve Jobs o Shirley Temple.
En España existe la Asociación Española para Superdotados y con Talento, lugar de concentración de personas con un cociente intelectual más alto de lo común, donde se realiza una serie de actividades entre las que está la divulgación de la existencia y encuentro de estas personas sin igual.
EVALUACION DE UN PROFESIONAL
En los tiempos que corren (con la lengua fuera) ya no están de moda los Niños Prodigio, afortunadamente. Que nadie descorche la botella de cava y que ninguna planta brote de alegría porque las modas, como todos sabemos, son cíclicas. Dentro de poco volverán a invadir el planeta cientos de Niños Prodigio, como ya hicieron en su día Joselito, Marisol o Torrebruno.

Hace meses que estudio en profundidad, toda la que me permite lo duro del pavimento, este tipo de fenómenos. Lo hago de forma altruista y sin cobrar ni una peseta porque en su día yo mismo fuí un prototipo de Niño Prodigio, y porque hoy en día la peseta ya no es una moneda de curso legal. Paralelamente he publicado un ensayo científico que ha sido difundido por los más prestigiosos centros (la mayoría penitenciarios) y que contiene multitud de dibujos para colorear así como un interesante estudio sobre Torrebruno, en el que a través de su propia biografía pongo de manifiesto que no se trataba de un prodigio. Y mucho menos un niño!!.

Queda claro, por tanto, que existe un riesgo de invasión inminente. Y muchos serán los padres que se pregunten cómo saber si su retoño se trata de un Niño Prodigio o no. Para saberlo basta con prestarme un poco de atención y algo de dinero.
Para poder ser un Niño Prodigio se ha de ser, en primer lugar, un niño. Esto puede parecer obvio y que lo recalque podría ofender a más de uno; pero no será la primera y la última vez que me pase lo que ayer mismo.
- Hola, venía a preguntarle una cosilla porque tenía una inquietud. Éste es mi hijo Paquito y quería saber si se trata de un Niño Prodigio o no.
- ¿Qué edad tiene?
- El mes que viene cumple treinta y cuatro años.
- ¿¿Él sólo?? – me tuve que contener la risa – Verá. Así de entrada le puedo decir que un niño no es. De eso estoy seguro, asúmalo cuanto antes. Y un prodigio… por la cara que tiene me atrevería a decirle que tampoco. Incluso con esa edad lo único prodigioso que puede hacer es una década… Así que no se ilusione.
Una vez que has llevado a tu hijo al médico y ha certificado que aún se trata de un niño, hay dos métodos para saber si se trata de un Niño Prodigio o no.
Método Milton

Se hierve agua (recordad que el agua hierve a cien y no a noventa, a noventa grados sólo hierven los ángulos rectos) y se introduce completamente al niño durante diez minutos, en espera de una segunda ebullición. Luego se le saca con mucho cuidado, puede que queme un poco. Si el niño sonríe es que claramente se trata de un niño prodigio. Si no sonríe es que no se trata de un niño prodigio (además de no tener sentido del humor).

Este método es muy utilizado en los países desarrollados ya que permite con total garantía saber si el niño es o no es un prodigio. Personalmente no lo recomiendo a menos que sea estrictamente necesario pues tiene un ligero inconveniente: independientemente del resultado, el niño no valdrá para nada después del test.

Método por Comparación.

Es un método algo más frío que el anterior. Consiste en comparar a tu hijo con otro niño igual de guapo. Acciones cotidianas como “comerse una aceituna sin hueso con la luz apagada” o “dormir sin pestañear y con la boca abierta” servirán para determinar si tu hijo es un prodigio o no comparándolo con el otro niño.

En mi caso me compararon con Jacobo, un niño sobre el que escribiré largo y sentado (porque escribir tendido es incómodo) en otra ocasión. Por simple comparación, a todas luces, se vió que yo no era ningún prodigio como niño.

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