EL CLIMA

jueves, 4 de agosto de 2011

FOBIAS

FOBIAS INHIBICION
La timidez (como la inhibición conductual y la fobia social), tienen un claro componente genético. Jung propuso ya la existencia de una hipersensibilidad innata (que se ha comprobado posteriormente que existe en el 20% de los seres humanos) que predispone a algunos niños a sufrir más por algunas experiencias infantiles y ser luego tímidos y ansiosos. Estos niños tienen tendencia a procesar primero completamente la información antes de actuar, mientras que la mayoría de las personas actúa rápidamente “motrizmente”. Se ha visto que estas personas hipersensibles desarrollan más depresión ansiedad y timidez, si hay más estrés de lo deseable, aunque, si el ambiente es muy protector, pueden, paradójicamente, presentar menos patología, de hecho, que la media. Se advierte en esta diferencia ya la importancia de lo social, del ambiente, en la variación del síntoma que nos ocupa que puede aparecer en distintos momentos con distintas características, es decir, como “estado”.
La timidez no siempre precede a la fobia social. Aunque la prevalencia de ésta es mayor en tímidos (18%) que en no tímidos (3%), la mayoría de los tímidos (82%) no son fóbicos socialmente. En efecto, la timidez y la fobia social (sobre todo la variedad denominada por Gelder “generalizada”) son parecidas pero no idénticas porque un individuo puede ser extremadamente tímido pero no tener una fobia social.
Por otra parte, la inhibición conductual y el aislamiento social aunque frecuentemente van de la mano, difieren en varios aspectos. La inhibición conductual ante lo desconocido se refiere a la inhibición ante situaciones sociales y no sociales mientras que la timidez se presenta sólo en relaciones sociales y no en las no sociales. Ambas se asocian a la ansiedad tanto en niños como en adultos. La timidez empeora los rendimientos escolares de los niños cuando se realizan pruebas cara a cara pero no si se realizan en grupo. Se ha relacionado la timidez infantil con la existencia de fobia social materna y la propensión a la inhibición conductual con la presencia en los padres de trastornos de pánico. Sin embargo, no está claro el papel jugado por la herencia y por el aprendizaje.
La fobia social como síndrome
La fobia social se define como “un temor intenso y persistente hacia situaciones sociales o en las que hay que actuar ante un público. Se da en el frecuentemente (10% de prevalencia vida), coexistiendo a veces con depresión o distimia. No es una mera timidez grave sino uno de los trastornos psiquiátricos más frecuentes e invalidantes. Sólo en un tercio de los casos la sintomatología remite en el curso de ocho años, comparado con dos tercios en el trastorno de pánico.
La fobia social encaja bien en un modelo de espectros porque tiene cualidades de inicio precoz, cronicidad e inexistencia de un umbral claro de diferencia entre normal y patológico. Por ello se le ha pretendido situar (con otros trastornos poco frecuentes como el mutismo selectivo) en una tipología de inhibicióndesinhibición de la que un extremo sería la manía y el otro el trastorno evitativo.
La fobia social responde a fármacos y terapias cognitivas relativamente específicas que pueden tener relevancia para otros trastornos del espectro como inhibición conductual y desapego, trastorno evitativo y mutismo selectivo. Otros trastornos cursan también con ansiedad social como depresión mayor, trastorno dismórfico corporal, trastornos de la alimentación, uso de substancias, trastorno paranoide, trastorno bipolar y autismo de Asperger.
La especificidad del concepto de fobia social ha sido puesta en cuestión por trabajos que muestran una clara asociación de la fobia social con el trastorno por evitación y otros trastornos por ansiedad, como el trastorno obsesivo-compulsivo. Sin embargo son varios los trabajos que aportan una validación biológica a la fobia social y tanto estudios familiares como genéticos apoyan una vulnerabilidad hereditaria a la fobia social . El mapping electroencefalográfico EEG en pacientes con fobia social revela diferencias significativas respecto a controles y, en el mismo sentido, se ha sugerido que la fobia social tiene una base neuroanatómica.
La dudosa entidad del trastorno por evitación
El extremo de la dificultad de relación lo constituyen los sujetos con Trastorno por evitación, que fue eliminado del DSMIV por una decisión del comité que sugiere que no es más que una parte del espectro de la fobia social, lo que confirma el estudio clínico de varios autores. En ese sentido se ha visto que aunque la evitación social es una característica del trastorno por evitación también se encuentra evitación a las novedades y a situaciones no sociales.
Los pacientes dan prueba de una extrema sensibilidad ante el rechazo y tienen un gran deseo de establecer relaciones sociales. Sin embargo, no pueden lograrlo, ya que su miedo a no ser aceptados y a ser criticados es tal, que para evitar la angustia que estos temores hacen surgir, acaban aislándose. Interpretan todo contacto interpersonal como un riesgo de ridículo, y presentan un grado muy bajo de confianza en sí mismos. Tienen en general pocos amigos o confidentes y sólo si estos últimos los aceptan de forma incondicional. Todo esto puede provocar estados de ansiedad y depresión.
Aunque la evitación social es una característica del trastorno por evitación, también se encuentran en él evitación a las novedades y a situaciones no sociales. Shea y colaboradores muestran una clara asociación del trastorno por evitación con trastornos por ansiedad, específicamente fobia social y trastorno obsesivo-compulsivo.

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