TROVADORES
Un trovador es un poeta cantautor de la Edad Media. Los trovadores normalmente cantaban en occitano, en concreto en la variante lingüística de Tolosa, que era el centro más importante de la cultura trovadoresca.
Nació en la Provenza durante el siglo XI, el primer trovador conocido fue Guillermo de Poitiers (1071-1127), también conocido como Guillermo IX de Aquitania. El estilo floreció en el siglo XII. Los trovadores normalmente viajaban grandes distancias, ayudando así a la transmisión de noticias entre una región y otra.
Los trovadores, personajes mayoritariamente de la nobleza, a menudo a medio camino entre el guerrero y el cortesano, con sus canciones amorosas sobre todo, pero también con sus composiciones de propaganda política, sus debates y, en definitiva, con su visión del mundo, nos muestran el inicio de una historia cultural y política con una variedad que no encontramos en ningún otro documento de la época. Su literatura, además, será una de las fuentes básicas de la poesía que durante siglos se cultivará en Europa occidental; incluso en el siglo XX, autores catalanes como Josep Vicenç Foix no se pueden explicar del todo sin conocer aquello que compusieron estos escritores de los siglos XII y XIII.
El estudio de los trovadores se incluye habitualmente dentro de la historia de la literatura catalana pese a que son poetas que escriben en una lengua que no era la propia de Cataluña: la poética de los trovadores, que surge en Occitania a finales del siglo XI, afecta también al occidente Europeo, sobre todo a Cataluña y el norte de Italia conformando una literatura de una unidad notable, en un momento, además, en que las diferencias entre el provenzal, la lengua de la poesía trovadoresca, y el catalán eran relativamente poco importantes. Ya en la plenitud de su producción literaria -siglo XIV y parte del siglo XV- en Cataluña, un mismo escritor usaba el occitano, si se quiere cada vez más "catalanizado", en su obra poética y el catalán en la prosa. Esta situación pervive en Àusias March -primera mitad del siglo XV-. Por último, la tradición literaria de los trovadores aún tiene vigencia en parte de la poesía del siglo XX, tanto con respecto a los aspectos formales como de contenido y es, sin duda, una de las bases más importantes de la lírica catalana.
Diferencia entre "trovador" y "juglar"
El catedrático José García López (nacido en Murcia, España, filólogo por la Universidad de Madrid y Catedrático de la Universiad Complutense y ahora catedrático de Filología Griega de la Universidad de Murcia ), señala en su libro: Historia de la literatura española (Ed. Vincens-Vives,Barcelona,España,1977,p.22) una clara diferenciación entre trovador y juglar, nos dice que el trovador era un poeta lírico de condición social elevada, el cual no necesitaba utilizar sus facultades artísticas como medio de vida, mientras que el juglar llevaba una vida ambulante y su trabajo lo hacía en la calle. Posiblemente con los años se fueron fusionando los dos conceptos. DA
Etimología
Entre las diversas posibilidades etimológicas de la palabra "trovar" la más adecuada es la de "inventar o crear literariamente". Hace falta distinguir en esta época el significado de dos palabras que en nuestros días se usan sin ningún matiz diferenciador: poeta y trovador. El primero era aquel que escribía poesía en latín, en cambio el segundo lo hacía en una lengua romance. La misma etimología tiene la palabra trovero , aplicada a la persona que hace trovos.
Se conocen unos 350 trovadores de procedencia social muy diversa, desde algunos de los personajes más importantes de su época, empezando por el primer trovador conocido, Guillermo de Poitiers al Papa Clemente IV o el famoso rey de Inglaterra Ricardo Corazón de León (que antes de presidir la corte inglesa fue duque de Aquitania y conde de Poitiers), a otros personajes de la nobleza como el catalán Guerau de Cabrera, vizconde de Gerona y Urgell; hasta llegar a trovadores famosísimos de origen humilde, como era el caso de Marcabrú, que empezó como juglar. Han llegado a nuestros días pocos casos de trovadores mujeres ("trobairitz" o trovadoras), siempre de la nobleza, de entre las que destaca la Condesa de Día. En el caso de los trovadores de más alta posición, la creación literaria era un ornamento más y un ejercicio de ingenio, mientras que los procedentes de clases más humildes dependían de su habilidad para sobrevivir y prosperar: la "amiga" a la que dirigen sus escritos es muchas veces la esposa de un señor importante que les permitirá entrar bajo su protección; de esta manera insertan el concepto de amor platónico hacia una dama superior al trovador para usarlo en beneficio propio. Pese a estas diferencias sociales había una tendencia a considerarse como iguales entre ellos ya que compartían una misma actividad, aunque fuera con finalidades diferentes. Esto no quiere decir, claro está, que no fueran conscientes del lugar que cada uno de ellos ocupaba en la jerarquia de la sociedad de la época, y algunos de ellos, como Raimbaut d'Aurenga marcaban la distancia mediante un lenguaje enrevesado (trovar clus) y lo oponían a un estilo más ligero defendido por otros autores como Giraut de Bornelh (trovar leu). Aun así, el hecho de ser trovador suponía un prestigio que hacía que les fuera permitido aconsejar a grandes señores y disfrutar de una confianza que en otras circunstancias no habrían tenido. El oficio de trovador fue especialmente bien considerado durante el siglo XII, pero ya en el siglo siguiente algunos trovadores se quejaban de la carencia de prestigio y del hecho que no eran acogidos como antes en todas las cortes. La guerra contra los albigenses y la batalla de Muret supuso también un impedimento importante en la difusión de su arte. Aun así algunos consideran que el arte de la trova se desplazó hacia los nuevos autores de la lírica italiana, que tuvo su auge en el siglo XIV.
En general todos tenían una buena formación. Hace falta pensar que estaban sujetos a crear textos y música. Y textos dentro de unos moldes estrictos de métrica y versificación que no podían improvisar. El trovador trabajaba muy lentamente, no solía hacer normalmente más de diez poemas al año, es decir, más o menos lo que en la actualidad es la producción mediana de cualquier cantante o grupo musical. Casi todos habían estudiado el trivium (gramática, lógica y retórica) y el quadrivium (aritmética, geometría, música y astronomía) y además tenían conocimientos de los tratados de poética latinos y de composición musical y también seguían los tratados sobre la lengua y el arte de trovar que fueron apareciendo en su tiempo. Entre estos documentos podemos mencionar Razos de trobar de principios del siglo XIII, de Ramon Vidal de Besalú, Reglas de trobar (1289-1291) de Jofre de Foixá, el enciclopédico Lo breviari d'amor (1288-1292) de Matfre Ermengaud, que se centra sobre todo en el amor y su tratamiento y no en los aspectos gramaticales estrictos. En el siglo XIV, con el fin de revitalizar el mundo y la poética de los trovadores, Guilhèm Molinier escribió las Leys de amor (1328-1337, versión en prosa). Ya a finales del siglo XIV y durante el siglo XV empezaron a aparecer los primeros tratados destinados a los poetas en lengua catalana, entre los cuales destacan el Torcimany de Lluís de Averçó y el Libro de concordancias (1371) de Jaume March (tío de Ausias March)
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