EL CLIMA

miércoles, 8 de septiembre de 2010

ANCIANIDAD






















ANCIANIDAD

Ancianidad significa antigüedad, calidad de antiguo, de manera que un anciano no es lo mismo que un viejo, porque la palabra viejo es un término peyorativo que indica una categoría deslucida o estropeada de ser.

La ancianidad es la mejor etapa de la vida, porque es la etapa de la sabiduría que sólo se logra con los años, de la oportunidad de ser uno mismo, de poder liberarse de las cosas materiales, de llegar a la paz interior y a la iluminación.

Un anciano puede trascender sus limitaciones físicas con gracia y dignidad y hacer de sus años la experiencia más feliz de su vida.

La vida moderna obliga a la persona adulta a desvivirse para lograr una posición y alcanzar sus metas, convencida de que el logro de bienes materiales y el confort es el objetivo de la vida, para luego sentirse vacía y hueca cuando lo ha conseguido.

Las personas que lo tienen todo se dan cuenta que lo único que los hace sentir vivos es ayudar a los demás a ser felices.

Hay muchas personas que llegan a muy avanzada edad y sin embargo nunca son viejas. En sus miradas todavía permanece un brillo de vida juvenil y una actitud fresca que contagia y enseña a los demás que envejecer no es perder todo sino que representa la intención de ganarle a la vida.

Las limitaciones físicas nunca fueron obstáculos para el hombre, porque el mundo está lleno de discapacitados de todo tipo que han trascendido sus limitaciones y se han hecho famosos por eso.

Cuando el cerebro comienza a decaer primero ha decaído el alma, se ha renunciado a seguir viviendo, a continuar expresándose, a intentar una cosa nueva.

La vida es movimiento y el quietismo nos lleva a la muerte.

El mundo actual condena a la ancianidad y la margina como si los jóvenes y adultos de hoy nunca fueran a llegar a una edad avanzada.

Rechazan la idea de que alguna vez ellos también serán ancianos y se aferran a ilusiones imposibles de eterna juventud.

Aceptar la ancianidad es trascenderla, y sólo está en condiciones de llegar a anciano con dignidad el que ha aceptado el desafío de la vida tal cual es y la ha vivido de buena fe y el que está dispuesto a entregarse a la muerte sin miedo ni condiciones.

La ancianidad no es sinónimo de enfermedad, porque la enfermedad nos ataca cuando seguimos pegados a las cosas y todavía nos hieren las pérdidas y eso sólo debería ocurrir cuando uno aún es joven.

La sabiduría del anciano es ver la realidad tal cual es, y no tratar de cambiarla para sus propios fines, es la etapa de la tranquilidad, de la aceptación, de las emociones moderadas y sinceras, de lo genuino, de lo verdadero, de la pausa contemplativa que es la que permite ver lo real.

La ancianidad es la edad de la cultura, como decía Jung, la etapa en que ya no nos sirven las viejas fórmulas sino la oportunidad de lo nuevo sin las presiones del trabajo o el cuidado de los hijos.

La persona que sólo advierte su ancianidad en el espejo es sólo eso, un reflejo incapaz de empezar de nuevo en otros términos.

Todos los días es un nuevo comienzo, una nueva primavera que trae la oportunidad de volver a brotar y seguir creciendo aún en la ancianidad, y hasta de despegar como nunca antes lo habíamos hecho por desconfianza, inseguridad, o miedo al fracaso.


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