EL CLIMA

lunes, 26 de julio de 2010

UN CUENTO















UN CUENTITO


-Señor... ¿De dónde salen las lágrimas? -Preguntó el muchacho.-
-¿De veras quieres que te lo muestre?
-Sí.

El señor caminó con el muchacho hasta unas escaleras y preguntó:
-¿Ascensor o escaleras?
-¿Hay ascensor? -Dijo sorprendido.-
-Hijo, son muchos pisos.
-En ese caso, ascensor.
-Estas criaturas cada vez nacen más vagas... -Murmuró el señor.-

Montaron en el ascensor y cuando ya iban por el piso 97, el chico perdió la cuenta.
-Ya hemos llegado. -Dijo el señor y abrió la puerta.-
El muchacho, volteó sobre sí mismo, sorprendido y aguardó hasta que el hombre le explicó.
-Subamos al montacargas.- Dijo.-
El muchacho obedeció y tembloroso se acercó al aparatejo.
-Por aquí, caen las lágrimas. -Señalando con cuidado el lagrimal.- ¿Ves? Hay unos conductos -Bajando el montacargas.- por los cuales suben las lágrimas.
-¿Los nervios vienen de la cabeza? -Preguntó ingenuo.-
-Oh no -Sonrió.- la cabeza aquí no manda, no tiene poder.

-¿Y esto, señor? -Dijo el muchacho señalando unas bolas negras al lado de los conductos.-
-Esto son nudos. -El muchacho lo miró con cara de póker.- Los nudos se forman por diversas razones. Agobio, estrés, pena, melancolía, tristeza, rabia... Y cuando están lo suficientemente grandes, tocan los nervios que están aquí -Señaló.- al lado de los conductos, y provocan lágrimas.
-¿Por qué hay unos más pequeños que otros? -Preguntó.-
-Los pequeños no siempre provocan lágrimas. Están ahí, pero no molestan. Pero cuando están tan cerca unos de otros, pueden compactarse y formar un nudo grande, entonces sí que tocan los nervios y las lágrimas salen.
-¿Los nudos son los que provocan las lágrimas? -Preguntó incrédulo.-
-No siempre. Ven, te mostraré de donde salen exactamente las lágrimas.

Bajó el montacargas algunos pisos más, señalando a su paso todo nudo o nervio que veía.
-¿Ves? Aquí va a salir una lágrima. -Dijo satisfecho.-
-¿Por qué lo sabe?
-Aguarda y observa.
Efectivamente, el nervio se hinchó, empezó a temblar como consecuencia del roce con el nudo y una pequeña lagrimita salió y subió lentamente por el conducto hasta el lagrimal.
-Esa es de melancolía. -Dijo el señor, despreocupado.-
-¿Cómo....?
-¿Que cómo lo sé? -Sonrió.- Son muchos años en esto, hijo. Ya lo aprenderás tu también.

Bajó más hasta llegar a una zona donde estaba todo lleno de nervios.
-Aquí debemos caminar. -Dijo y se bajó junto al muchacho del montacargas.-
-¿Eso que es? -Dijo con la boca abierta el joven.-
-El corazón.
-¿El corazón?
-Así es. ¿Notas la temperatura?
-Está... está frío. Hace frío. -Murmuró el muchacho.-
-Sí... -Se rascó la cabeza preocupado.- Me temo que no pasa por una buena época.
-Pero... pero no llora... ¿Por qué esta frío? -No comprendía.-
-Porque a veces, las lágrimas no siempre pueden salir. Están tan, tan pegadas ahí dentro. -Señaló el corazón.- Que se quedan ahí, y enfrían el corazón.

-Pero... ¡Tenemos que ayudarlas a salir! -Gritó desesperado.-
-No. -Dijo el hombre tranquilo, posando una mano sobre el hombro del chico.- Las cosas no son así. Hay que dejar que salgan solas, aunque haga frío. Quizás aún, tenga solución.
-¿Que solución? -Preguntó conteniendo la respiración.-
-Crear más nudos. Que se suelten poco a poco. Porque si ahora salieran todas las lágrimas que provocan frío en este corazón, nos inundaríamos todos.
-Pero...
-No te preocupes. -Pasó una mano por sus hombros.- Nunca pasa, el frío se va, con el tiempo, y todo vuelve a su cauce.

Todo está en su sitio, sí. Pero en su cabeza, el muchacho no podía dejar de preguntarse que pasaría si aquel corazón estallara, si soltara todo lo que llevaba dentro. ¿Sería la destrucción total de todos cuantos trabajaban dentro del alma?
Mejor así, el frío se pasará.

No hay comentarios:

Publicar un comentario