Nuestro cerebro tiene internalizados los ritmos de la naturaleza. El ritmo circadiano (o "reloj biológico") es una manera interna de nuestro sistema para regular muchas de las funciones del organismo, y el sueño es parte de ese ritmo. Esta palabra proviene del latín "circa dies" y significa "aproximadamente un día". La mayoría de los animales tiene un ritmo circadiano, una perioricidad rítmica de varias funciones fisiológicas y de conducta que se sincronizan en un ciclo de 24 horas de luz y oscuridad. De modo que durante un período de 24 horas existe un ciclo de muchas funciones fisiológicas (por ej. frecuencia respiratoria, temperatura corporal) que tienden en todos los casos a alcanzar valores máximos durante la última parte de la tarde y la primera de la noche, y valores mínimos en las primeras horas de la mañana. Estos ritmos se controlan de manera interna, pero sus tiempos de sincronizan y coinciden con las señales externas (por ej. la luz). El sueño cumple una función reguladora y reparadora en nuestro organismo. Sobretodo es esencial para el control de la energía y la temperatura corporal. El sueño reabastece y restaura los procesos corporales que se han deteriorado durante el día. En la Argentina, casi nueve millones de personas, una de cada cuatro, sufren algún tipo de trastorno del sueño. Más de un tercio de la población adulta del mundo occidental padece alguna patología relacionada con el sueño a lo largo de la vida. Varios estudios han demostrado que cuando las personas son privadas del sueño, éstas presentan alucinaciones y delirios. No dormir bien altera la velocidad de los procesos intelectuales superiores y la función motora. Una persona que no duerme bien se siente lenta y torpe. La reducción de las horas dedicadas al sueño podría ser una de las causas del incremento de enfermedades de creciente impacto en la sociedad actual. Pero es fundamental destacar que lo más importante, a diferencia de lo que la mayoría de la gente suele pensar, es la calidad del sueño y no la cantidad de horas que dormimos. Los trastornos del sueño están divididos en cuatro grandes apartados según la etiología: Trastornos primarios del sueño:
el insomnio primario, la hipersomnia primaria, la narcolepsia, el trastorno del sueno relacionado con la respiración, el trastorno del ritmo circadiano y las pesadillas, los terrores nocturnos, y el sonambulismo. Trastornos primarios del sueño Son aquellos que no tienen como etiología los siguientes trastornos: otra enfermedad mental, una enfermedad medica o una sustancia. Aparecen como consecuencia de alteraciones endógenas en los mecanismos del ciclo sueño-vigilia. Éstos a su vez se subdividen en disomnias y en parasomnias.Las disomnias Son trastornos del inicio o mantenimiento del sueño, o de somnolencia excesiva. Se caracterizan por un trastorno de la cantidad, calidad y el horario del sueno. Las disomnias son: El insomnio es el trastorno del sueño más frecuente en la población. Un 30-40% de la población adulta de Estados Unidos y Europa lo padece, siendo más frecuente en mujeres que en los hombres y produciéndose un incremento significativo al aumentar la edad. Por eso es más frecuente en la tercera edad. Los adultos jóvenes a menudo se quejan de tener dificultad en conciliar el sueño, mientras que las personas que se encuentran en la etapa media de la vida y la gente mayor tienen más probabilidades de presentar dificultades a la hora de mantener el sueño y una mayor tendencia a despertarse más temprano por la mañana. Este trastorno suele iniciarse en las primeras etapas de la vida adulta o en la edad media de la vida y es raro que aparezca en la adolescencia o en la infancia. Uno de los errores más comunes es pensar que lo más importante son las horas que se duerme cuando en realidad lo que cuenta es la calidad. Dormir poco no es insomnio. Si durante el día el rendimiento es óptimo, esa persona simplemente necesita menos horas de sueño. En la mayoría de los casos comienza repentinamente, especialmente cuando su aparición está estrechamente relacionada a una situación de estrés psicológico, médico o social; o también a una depresión o ansiedad. Generalmente persiste mucho tiempo después que la causa originaria haya desaparecido, incluso puede durar muchos años. Los individuos que lo padecen pueden presentar fatiga y cansancio y otros problemas como cefaleas, tensión muscular y molestias gástricas. Se caracteriza por la dificultad de iniciar o mantener el sueño, o la sensación de no haber tenido sueño reparador, durante al menos un mes. Presentan dificultad para dormir y despertares frecuentes durante la noche. Con menos frecuencia se quejan de no tener sueño reparador, es decir de haber tenido un sueño poco profundo y de poca calidad. Se asocia con un aumento del nivel de alerta fisiológica y psicológica durante la noche. La preocupación intensa y el malestar por la imposibilidad de dormir puede generar un círculo vicioso: cuanto más se intenta dormir, más frustrado y molesto se encuentra, y menos duerme. Por el contrario, se puede dormir más fácilmente cuando no se procura. Aproximadamente el 5-10% de los individuos que acuden a consulta por quejas de sueño son diagnosticados con hipersomnia. Este trastorno suele iniciarse entre los 15 y los 30 años y progresa gradualmente, aunque en general se resuelve en la edad adulta. Se caracteriza por ser una somnolencia excesiva durante el día durante al menos un mes, evidenciada tanto por episodios prolongados de sueño como por episodios de sueño diurno que se producen prácticamente cada día. La duración del episodio del sueño más largo (para la mayoría de las personas el sueño nocturno) oscila entre 8 y 12 horas, y a menudo se acompaña de problemas a la hora de levantarse. La calidad del sueño nocturno es normal. La somnolencia excesiva durante las horas habituales de vigilia toma la forma de siestas intencionadas o de episodios de sueño inadvertido. Las siestas durante el día suelen ser prolongadas (duran más de una hora), y la persona nota que no son reparadoras. Las personas con hipersomnia primaria presentan un nivel bajo de alerta y de rendimiento, así como también pobre concentración. La somnolencia, a menudo atribuida, por error al aburrimiento o a la pereza, puede también afectar las relaciones sociales y familiares. Es importante poder diferenciar la hipersomnia de los "grandes dormidores", es decir, individuos que necesitan un tiempo de sueño superior a la media y no aquejan somnolencia diurna excesiva. Únicamente si las exigencias laborales o sociales les quitan horas de sueño, entonces presentan síntomas diurnos. Por otro lado, las personas con hipersomnias se diferencian de los "grandes dormidores" porque la somnolencia diurna excesiva aparece independientemente del tiempo de sueño nocturno. También hay que distinguirla del sueño nocturno insuficiente, es decir aquel inferior a 7 horas diarias. Este trastorno aparece en un 0,02% de la población adulta, en una misma proporción en hombres y mujeres. Es la aparición recurrente e irresistible de sueño reparador, cataplejía e intrusiones recurrentes de elementos característicos de la fase REM (Etapa de sueño profundo llamada Rapid Eye Movement) en el período de la transición entre el sueño y la vigilia. La somnolencia disminuye típicamente tras el ataque del sueño y reaparece varias horas después. Los ataques del sueño aparecen durante al menos tres meses, aunque la mayoría de los pacientes lo padecen durante años antes de recurrir a un médico. Éstos surgen en situaciones claramente inadecuadas, como por ejemplo durante una conversación o mientras se está conduciendo un automóvil, y duran aproximadamente entre 10 y 20 minutos. La cataplejía es la aparición de episodios súbitos de pérdida del tono muscular que duran entre segundos y minutos y que suelen estar desencadenados por emociones intensas (ira, sorpresa, risa). La deprivación del sueño aumenta la frecuencia y la intensidad de los episodios de cataplejía. Los elementos característicos de la fase REM (Rapid Eye Movement) que suelen presentar estas personas son parálisis de los músculos voluntarios o alucinaciones de carácter onírico. El 20-40% de los individuos con narcolepsia recuerdan los sueños justo antes de quedarse dormidos o justo despose de despertarse. Muchas de las personas que lo padecen se muestran reacios a acudir a acontecimientos sociales por temor a quedarse dormidos o sufrir un episodio de cataplejía. A veces intentan prevenirlos controlando sus emociones, lo que puede determinar una falta total de expresividad que acaba interfiriendo en sus relaciones interpersonales. Este trastorno tiene un inicio insidioso, una progresión gradual y suele ser crónico. Se lo define como una desestructuración del sueño que da lugar a una somnolencia excesiva o insomnio, y que se considera secundaria a las alteraciones de la ventilación durante el sueño. La somnolencia excesiva es el motivo de consulta más frecuente de quienes padecen este trastorno. Ésta es producida por los frecuentes intentos de activación que lleva a cabo el individuo durante el sueño nocturno en un intento por respirar normal. La somnolencia se hace más evidente en situaciones de relajación, por ejemplo mientras se lee o mira televisión. La incapacidad del individuo por controlarla también se hace patente en reuniones aburridas o en el cine, teatros o conciertos. Incluso suelen quedarse dormidos con frecuencia. Las siestas no son reparadoras. Entre las alteraciones respiratorias que tienen lugar durante el sueño en este trastorno se incluyen:
Se caracteriza por episodios repetidos de obstrucción de las vías superiores (apneas o hipoapneas) durante el sueño. En general suele incidir en individuos con sobrepeso y conduce a un estado de somnolencia excesiva. Los ronquidos implican el paso del aire por vías parcialmente obstruidas y en los períodos de silencio respiratorio se producen las apneas o hipoapneas, es decir, el cese de la respiración debido a una obstrucción total de las vías aéreas superiores. Es típico que esta persona lleve años siendo roncador, incluso desde la infancia. Los ronquidos suelen ser lo suficientemente intensos que perturban a quienes duermen a su alrededor. En ocasiones el final de una apnea se asocia con fuertes ronquidos, inspiraciones bruscas, gemidos o murmullos o movimientos de todo el cuerpo estruendosos y "resucitadores". La mayoría de las personas que lo padecen no son conscientes de estos síntomas, aunque su pareja se ve obligada a cambiarse de cama o incluso de habitación. El síndrome de la apnea central del sueño se caracteriza por interrupciones episódicas de la ventilación durante el sueño (apneas o hipoapneas) en ausencia de obstrucción de las vías aéreas. Este síndrome es más frecuente en personas de mayor edad y como resultado de enfermedades cardiacas o neurológicas que afectan la regulación de la ventilación. Pueden ser roncadores de carácter leve, aunque en general no acuden a consulta por este motivo, sino más bien por los usuales despertares repentinos en el sueño nocturno. El síndrome de hipoventilación alveolar se caracteriza por un deterioro en el control de la ventilación que determina niveles arteriales de oxígeno anormalmente bajos, agravados, sobretodo durante el sueño (hipoventilación sin apneas o hipoapneas). Este trastorno suele presentarse en personas con sobrepeso y puede asociarse a la somnolencia excesiva, así como también al insomnio. Es la presencia persistente o recurrente de un patrón de sueño desetructurado que obedece a una mala sincronización ente el sistema circadiano endógeno de sueño-vigilia de la persona, por una parte, y las exigencias exógenas de espaciamiento y duración del sueño, por otra. Debido a esta desincronización quienes lo padecen pueden aquejar insomnio en ciertos momentos del día y somnolencia excesiva en otros. |
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