EL CLIMA

lunes, 28 de junio de 2010

DICK VAN DYKE




















Dick Van Dyke y Mary Tyler Moore grabaron "El show de Dick Van Dyke" entre 1961 y 1966. Fue la serie de TV lo que los hizo famosos a ambos. El actor responde con picardía que es cierto eso de que tuvo un metejón con la actriz en esos años. "Por supuesto, los dos nos metejoneamos. Eso es lo bueno de ser actor, que te permite enamorarte platónicamente de tus coprotagonistas".

Van Dyke relata que cuando no trabaja como actor igual está muy ocupado. Vive con su esposa en la cotizada y paqueta playa de Malibú y forma parte del directorio de una organización benéfica (The Mission), que ayuda a los homeless de la ciudad. "Es un drama el de las personas sin casa en Los Angeles y lo peor de todo es que la gente por ahí no lo sabe", se preocupa. Sus ratos libres los dedica a la música, cantando jazz como parte de un cuarteto con el que alegra a chicos enfermos en los hospitales.

"Hollywood ya no es lo que era, es sólo un concepto", explica desencantado. "No existe más. Antes solía haber una comunidad de Hollywood, aunque los actores no vivieran en ese barrio, sino en otros de Los Angeles... Ahora todos los actores viven en otras ciudades del país y la mayoría de los rodajes se hacen en Vancouver o en Praga".

La comedia Una noche en el museo resultó ser el vehículo perfecto para el regreso de Dick Van Dyke al cine. En octubre del 2000 había anunciado su retiro oficial como actor pero, como le contó a Clarín en Los Angeles, "ya se me hizo un hábito esto de anunciar el retiro, parece que no me sale muy bien esto de jubilarme". Acaba de festejar los 81 años y se lo ve muy bien. Alto, canoso, energético, muy simpático, dice que le encanta el cine apto para toda la familia y que su sueño sería filmar una buena película de Navidad. "Una película decente, como las de antes, todo lo que tenemos últimamente son malos Santa Claus", se queja.

En Una noche en el Museo, protagonizada por Ben Stiller, encarna a uno de los tres guardias de un museo en el que todo cobra vida por la noche. "Mi personaje es un villano simpático, que quiere quedarse con el secreto de la juventud eterna. Esa no es mala idea para nada, sería interesante conocer ese secreto para saber qué es lo que va a pasar, la verdad es que me intriga el futuro, luce muy peculiar", reflexiona sin abandonar la sonrisa.

Otra vez lo gana la nostalgia: "En los viejos tiempos había un sistema de estudios cinematográficos, ahora todos los actores se manejan con contratos independientes. Me acuerdo que se decía que Vivian Leigh había roto el molde rebelándose y empezando su propia compañía. Ahora cualquier actor joven tiene su propia compañía".

Lo increíble, sigue reflexionando Van Dyke, es lo que ha pasado con los salarios. "Ahora hay artistas que ganan 20 millones de dólares, antes ni toda una película costaba eso. Mary Poppins costó 6 millones de dólares en 1964. Y hoy en día un actor cobra 20. No creo que esto pase en otra parte del mundo más que aquí".

Mary Poppins, confiesa Van Dyke, es justamente su película favorita. "Me divertí mucho haciéndola, pero trabajé muy duro. Fue precursora de los efectos especiales". Stan Laurel fue el comediante que lo inspiró a elegir su profesión. De los actuales, John Cleese es su favorito. "Cada vez que veo Monthy Python y El Santo Grial me río tanto que no puedo comer el popcorn".

Al despedirse, Dick Van Dyke recuerda lo bien que la pasaron con Mary Tyler Moore cuando en el 2004 se reunieron televisivamente una vez más como Rob y Laura Petrie, el matrimonio estrella de El Show de Dick Van Dyke, antes de convertirse en Bert, el encantador deshollinador de Mary Poppins.

"No sé si se sabe, pero para ese show en el 2004 yo diseñé en mi casa, en la computadora, un dibujo animado mío bailando tap". Interpretar de nuevo con ella al matrimonio Petrie fue un placer, asegura. "Fue como si no hubiera pasado el tiempo, nos entendimos a la perfección"

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