Iniciación de Reiki
Hace unos 5 años murió mi abuela, un ser que era (y sigue siendo) luz absoluta. Ella tenía manos curativas, unas manos nudosas y con una fuerza física impresionante, pero con una carga de AMOR impresionante. Ella siempre las utilizó de una forma muy sutil para ayudarnos, pero si te las ponía encima...no se si podéis imaginar la energía que desprendían. La cosa es que ella siempre me decía (medio en broma medio en serio) que ella era bruja y yo también. Cuando murió, sentí que de alguna forma quería dejarme ese don (no puedo explicar como, pero la última vez que nos vimos, yo sabía que sería la última y le cogí las manos para darle todo el amor que podía al despedirme y creo que algo pasó ahí). Yo nunca había oído hablar del Reiki pero una amiga me lo comentó el verano siguiente cuando le dije que sentía que debía hacer algo con mis manos, pero que no sabía como canalizar aquello. Vivo en un lugar bastante alejado de ciudades grandes donde encuentras de todo, pero, de pronto apareció muy cerca de mi casa un maestro de Reiki. Hablamos y quedamos en hacer una iniciación. Lo cierto es que casi no me contó nada, personalmente nunca he recibido una sesión..., pero me inicié. En la iniciación pasaron varias cosas, aunque hoy me centraré en una:
Yo estaba sentada con los ojos cerrados, dejándome llevar por el momento, dejando a mi cuerpo y a mi mente fluir con la energía que sentía a mi alrededor y entonces llegó ella: Mi abuela. No la vi, por que tenía los ojos cerrados y no podía abrirlos (no me atrevía a romper la magia que había en ese momento), pero la sentí, la olí, me cogió las manos con las suyas, las sentí de nuevo exactamente igual que cuando estaba viva, podía acariciarlas y sentir sus manos huesudas y deformadas... tan cálidas! La sentía sonreír y trasmitirme una enorme alegría. Fue precioso...
Lloré largo rato por la emoción del reencuentro, la sensación de felicidad de amor puro que trasmitía era absolutamente reconfortante. Yo siempre estuve muy unida a mi abuela y aunque los últimos años no podíamos vernos con mucha frecuencia, cuando se fue la eché muchísimo de menos.
Desde entonces algunas veces la siento a mi lado, me trasmite toda esa alegría y entonces me siento feliz, ella no se ha ido del todo, de alguna manera nos sigue cuidando y en más de una ocasión me ha ayudado a “dar los pasos adecuados
Yo estaba sentada con los ojos cerrados, dejándome llevar por el momento, dejando a mi cuerpo y a mi mente fluir con la energía que sentía a mi alrededor y entonces llegó ella: Mi abuela. No la vi, por que tenía los ojos cerrados y no podía abrirlos (no me atrevía a romper la magia que había en ese momento), pero la sentí, la olí, me cogió las manos con las suyas, las sentí de nuevo exactamente igual que cuando estaba viva, podía acariciarlas y sentir sus manos huesudas y deformadas... tan cálidas! La sentía sonreír y trasmitirme una enorme alegría. Fue precioso...
Lloré largo rato por la emoción del reencuentro, la sensación de felicidad de amor puro que trasmitía era absolutamente reconfortante. Yo siempre estuve muy unida a mi abuela y aunque los últimos años no podíamos vernos con mucha frecuencia, cuando se fue la eché muchísimo de menos.
Desde entonces algunas veces la siento a mi lado, me trasmite toda esa alegría y entonces me siento feliz, ella no se ha ido del todo, de alguna manera nos sigue cuidando y en más de una ocasión me ha ayudado a “dar los pasos adecuados
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