EL CLIMA

martes, 2 de febrero de 2010

REALITY FORT



Él se cree que es una estrella hollywoodense: se viste (con smoking blanco), actúa, y se manifiesta como sí lo fuera. Y a algunas personas (no a todo el pueblo, o a todo el país como a él le gusta decir) les gusta su forma de manejarse.

Ricardo Fort, se quiere tanto, pero tanto, tanto, que no tiene reparos en mostrar cada paso de su vida.

Es tal su afán por escalar a la fama eterna que no le interesa que "sus fans" lo vean ofuscado con sus amigos, que conozcan sus debilidades, o que lo critiquen por tanta frivolidad. O tal vez esa sea la imagen que le gusta mostrar en televisión.

Lo cierto es que en cuatro programas que lleva al aire "Fort Show", se lo ha visto al multimillonario festejando navidad y año nuevo, entrevistando personajes famosos, mostrando los aspectos más íntimos de su fiesta, presentando a sus hijos y haciendo autobombo de "la excelente llegada que con el público".

Sin embargo, en el día de ayer, una escena de su "vida cotidiana" puede titularse como "el colmo de los colmos".

La leyenda del videograph anunciaba: "Fort visita a su médico", y así, tal cual se anunciaba, se mostró la secuencia.

Luego de explicar que sufría una escoliosis severa, se lo vio entrando a un consultorio y allí quedó la cámara para registrar todo el diálogo entre el mediático y su traumatólogo.

Entre otras cosas la gente tuvo que escuchar que "es preferible que Fort no baile", "que a él le dolía horrores el cuerpo mientras participó de ´El Musical de tus sueños´" y "que tal vez vaya a tener que operarse".

Acto seguido, Fort ingresó a una sala conjunta para ser revisado por el especialista. Fue entonces que la cámara lo encontró en calzoncillos, acostado sobre una camilla, y quejándose del dolor que le provocaba la revisión. Sin palabras.

Nadie duda de que uno de los deportes que más le gusta practicar a la gente consiste en espiar por la cerradura ajena, pero tampoco tanto. Puede resultar entretenido y pasatista verlo con su novia, sus hijos, su madre, su seguridad y "sus gatos" en fiestas, boliches o en las instalaciones de su mansión, pero verlo en la visita al médico, no.

¿A quien puede divertirle esa aburrida charla? ¿A quien le interesa el estado de la rodilla de Fort? Aunque, pensándolo bien, siempre hay un muerto para un degollado.

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