Que esta anecdota del payaso, te sirva de estimulo amado lector, pero en tu
caso, no te pongas el disfraz, esforza a tu corazon, y segui dando lo mejor,
aunque a veces duela, porque de esa forma, estaras dando el corazon, y esa
dadiva que entregues, sera largamente apreciada, y a la larga, redundara en
tu beneficio. besoooos LC.
El circo estaba vacío… en un asiento, donde hacía unos minutos un niño se reía de las divertidas piruetas de los artistas, un payaso estaba quieto rememorando el tiempo que se había ido. Él fue también un niño contento y adorado. Memorias del pasado... que volvían a la casa solitaria de su pecho, con un agridulce sabor a nostalgia. Sus padres… los recordaba con la sonrisa fácil, aquel abrazo diario y la palabra justa que siempre acompañaba sus caminos. De ellos aprendió la alegría, que nunca los abandonaba, aún cuando el dolor desgastaba sus almas. -No te des por vencido –decía uno- -Siempre regala todo el amor de tu corazón –decía el otro-. A través de los años fue bebiendo de ese río infinito de ternura y afecto. Así aprendió a ser payaso, quería dispensar de algún modo todo el cariño y el gozo que había experimentado cuando niño, sobre todo dárselo a los pequeños que les faltaba ese amor. Una luz se encendió allá arriba anunciándole que empezaba otra función, entonces el noble payaso, escondiendo otra vez los sentimientos de esa época lejana, se colocó el disfraz del júbilo y comenzó su tarea de divertir a la gente.
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