Etimológicamente, alergia significa "reacción distinta", o "estado distinto". Podemos definirla como la forma distinta en que reacciona un organismo cuando vuelve a enfrentarse con una sustancia que Ie es extraña y con la que tuvo un contacto previo.
Por ejemplo, una persona ingiere huevo por primera vez, es decir que su organismo entra en contacto, por primera vez, con una sustancia que Ie es extraña. En esta ocasión no se evidencian manifestaciones anormales. Luego de un par de semanas, esta persona vuelve a ingerir huevo, y he aquí que comienza a llenarse de ronchas o a padecer fatiga o jaqueca.
Vemos, entonces, que esta persona ha reaccionado en forma "distinta" a la esperada, pues en la primera oportunidad comió huevo y no ocurrió nada y en la segunda, en cambio, tuvo una manifestación en su piel, o en sus bronquios, o en su sistema nervioso: ha tenido una reacción "diferente", ha tenido una reacción "alérgica".
Pero es necesario tener en cuenta que no hace manifestaciones alérgicas "quien quiera" sino "quien puede", es decir, quien está genéticamente predispuesto para ello.
¿Qué ocurre en la intimidad de los tejidos para que esto sea así?
Cuando ingresa al organismo una sustancia extraña, que llamaremos "antígeno", este comienza a producir elementos denominados "anticuerpos" con el objeto de oponerse a los posibles efectos agresivos de esa sustancia extraña que se Ie ha incorporado.
Como dijimos, los alérgicos son constitucionalmente diferentes, y van a formar un tipo peculiar de anticuerpos, denominados "inmunoglobulina E" (IGE). Estas tienen la característica de fijarse a unas células especiales, denominadas "células cebadas", que poseen en su interior gránulos de histamina, serotonina, heparina y otras sustancias muy activas responsables de los síntomas alérgicos en la mayoría de los casos.
Todo esto ocurre en el periodo de latencia. Al volver a ingresar al organismo el antígeno, que ha pasado a ser un "alergeno" por originar un proceso alérgico, va a encontrar anticuerpos que se formaron en el primer contacto, y se va a unir a ellos en forma específica.
Pero los anticuerpos están adheridos, "anclados", a las células cebadas que se hallan en los tejidos. Este acoplamiento es “ruidoso” y, al producirse el denominado "choque antigénico (alergeno-anticuerpo) determina la ruptura de la célula cebada, con la consecuente liberación de histamina, serotonina y demás mediadores, que estaban contenidos en dicha célula.
Los síntoma se darán en los órganos en los que se hallen estas células, que se denominan "órganos de choque”. Si es en la piel, tendremos urticaria; si es en el tubo digestivo, tendremos diarreas o constipación.
En fin, hay una gran cantidad de posibles "órganos de choque” con síntomas sumamente variados.
También hay una gran diversidad de alergenos, y se los clasifica según su vía de ingreso al organismo.
Tenemos así a:
- los inhalantes, que penetran a través de las vías respiratorias (polvo, pólenes, hongos aerógenos, detritus vegetales o de insectos, etc.);
- los infectantes, que sensibilizan al organismo secundariamente a una infección bacteriana, micótica o parasitaria;
- los contactantes, que actúan por contacto con la piel o mucosas (cosméticos,
medicamentos, sustancias químicas de origen industrial);
- los inyectantes (medicamentos, picaduras de insectos); y
- los ingestantes (medicamentos, alimentos).
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