miércoles, 26 de febrero de 2020
MIERCOLES 26 FEB
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QUE TIPO DIFICIL
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Así como nuestro nombre nos define y expresa mucho del deseo de nuestros padres, cada persona tiene un apellido que le otorga identidad y que se transmite de generación en generación.
Más común o más exótico, facilísimo o casi imposible de pronunciar, lo cierto es que cada apellido tiene un origen que en algún momento de la vida genera curiosidad conocer, ya sea para explorar las raíces familiares, para averiguar de dónde proviene o simplemente para saber cuántas personas lo comparten en el mundo. Pero, ¿cómo saber el origen de mi apellido?
Origen de los apellidos
Cuenta la leyenda que la costumbre de llevar apellido surgió en China por el año 2850 a.C. En Europa, los primeros apellidos se remontan recién a la Edad Media, cuando la burguesía comenzó a tener acceso a bienes inmuebles y se volvió necesario empezar a definir con mayor precisión a qué familia pertenecía cada cosa.
Hasta entonces sólo los nobles tenían apellido, y no era otro que el nombre de la casa real de la cual formaban parte: Borbón, Tudor, Alba. Todos los demás, el pueblo, eran María, José, William o Mohamed, y con ese dato era más que suficiente para identificarlos.
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El nombre Canadá proviene de la raíz iroquesa kanāta que significa 'poblado', 'asentamiento' o, refiriéndose inicialmente a Stadaconé, un asentamiento en el sitio de la actual ciudad de Quebec. El explorador Jacques Cartier utilizó la palabra Canada para referirse no solo a esa aldea en particular, sino también a toda el área bajo el mandato de Stadaconé; para , los mapas y libros europeos habían comenzado a referirse a toda la región como Canadá.
Desde el siglo XVII en adelante, la región de Nueva Francia que se encontraba cerca del río San Lorenzo y al margen de la costa norte de los Grandes Lagos fue conocida como Canadá. Más tarde, la zona fue dividida en dos colonias británicas: Canadá Superior y Canadá Inferior, aunque en 1841 se unieron nuevamente como la Provincia de Canadá. Tras la Confederación de 1867, el nombre de Canadá fue adoptado como el nombre legal para el nuevo país
Los iroqueses o haudenosaunee (en lenguas iroquesas: Gente de la casa larga) son una confederación nororiental de nativos americanos históricamente poderosa. Fueron conocidos durante los años coloniales por los franceses como la Liga Iroquois, y más tarde como la Confederación iroquesa, y para los ingleses como las Cinco Naciones, que comprende los Mohawk, Onondaga, Oneida, Cayuga y Seneca. Después de 1722, aceptaron a los Tuscarora del sudeste en su confederación y se hicieron conocidos como las Seis Naciones.
Los iroqueses han absorbido a muchos otros pueblos en sus tribus como resultado de la guerra, la adopción de cautivos y ofreciendo refugio a los pueblos desplazados. Culturalmente, todos son considerados miembros de los clanes y tribus en los que son adoptados por las familias.
Los Wyandot (Huron), Erie y Susquehannock, todos pueblos independientes, también hablaban lenguas iroquesa
Según la Real Academia Española (RAE), la palabra español procede del provenzal espaignol, y este del latín medieval Hispaniolus, que significa «de Hispania» (España).
La forma latín HĬSPĀNĬOLUS procede de la denominación latina de la provincia de HĬSPĀNĬA que incluía a la península ibérica, más bien, de su forma ultracorrecta.
Cabe recordar que en latín tardío no se pronunciaba la /H./ La abertura de la /Ĭ/ latina breve en /e/ habría dado por tanto en protorromance: ESPAŇOL(U).
Otra hipótesis sostiene que español procede del occitano espaignon.
Menéndez Pidal ofrece otra explicación etimológica: el clásico hispanus o hispánicus tomó en latín vulgar el sufijo -one (como en borgoñón, bretón, frisón, lapón, sajón, etc.) y de *hispanione se pasó en castellano antiguo a españón, «luego disimilando las dos nasales se llegó a español, con la terminación -ol, que no se usa para significar naciones
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En el siglo XIII, el histórico Ducado de Sajonia –que no coincide con los límites de los tres “länder” alemanes [Baja Sajonia, Sajonia-Anhalt y el Estado Libre de Sajonia] que, hoy en día, aún evocan el nombre del territorio que habitaron los sajones durante la Edad Media– formaba parte del Sacro Imperio Romano Germánico, una monarquía electiva gobernada por el emperador Federico II de Hohenstaufen. Durante su reinado, el conde Hoyer von Falkenstein ordenó a uno de los miembros de su baja nobleza, Eike von Repgow, que recopilara todas las leyes del ducado en un único manuscrito –el Sachsenspiegel [Espejo Sajón]– que, en un primer momento, se escribió en latín, en torno a 1220 –por las referencias legales que menciona y por las que no llega a citar–y que, a petición condal, acabó traduciéndolo a su propia lengua sajona, una variante del bajo alemán, en algún momento entre esa fecha y 1233.
Desde finales del XVIII, en todos los parlamentos –y, en la política, en general– se dice que la ideología de un partido puede ser de izquierdas o de derechas. Esa distinción tuvo su origen en las primeras asambleas francesas por el lugar donde se sentaron los revolucionarios:
• El sector de los girondinos –por el departamento de Gironda, al suroeste del país, de donde procedían muchos de ellos– ocupó los asientos del lateral derecho de la cámara. Representaban a la burguesía provincial y a las opiniones más moderadas que defendían restaurar el orden monárquico mediante acuerdos que limitaran el poder real. Frente al radicalismo del otro sector, los girondinos eran más conservadores. Sus opiniones triunfaron en las primeras votaciones, pero acabaron siendo víctimas de la guillotina durante el “reinado del terror” que instauraron sus oponentes.
• En cambio, los jacobinos –perfectamente organizados en un club que se reunía en el antiguo convento de esa orden– se sentaron enfrente, en el lado izquierdo. Dirigidos por políticos tan carismáticos como Robespierre, Danton o Marat, se convirtieron en una amalgama que incluía a los sectores más extremistas que preferían abolir la monarquía y proclamar la república
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