EL CLIMA

viernes, 27 de marzo de 2015

Estoy seguro de que no sabias estas cosas



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¿Qué pasaría si viéramos con nuestros propios ojos la imagen de aquello que ya sabemos que va a pasar? Abrir los ojos, es un momento de la vida tan natural como cerrarlos.

En su serie About Dying, la fotógrafa danesa Cathrine Ertmann documenta el proceso que va desde la muerte hasta el momento del entierro, o en algunos casos, la cremación. Sus sujetos permanecen anónimos en todo momento, aunque no por ello carentes de identidad. Los rasgos particulares del cuerpo, la manera en que son tratados durante la autopsia, y la presencia de los deudos en los servicios fúnebres son parte del proceso de desaparición que nuestra cultura trata de ignorar.




Ertmann obtuvo permiso de un instituto de ciencias forenses para tomar fotos en la morgue, incluyendo la sala de autopsias, el crematorio y la capilla. La similaridad del proceso mortuorio con el nacimiento es flagrante, y buscado en todo momento: el cuerpo se revela de manera metonímica –a través de manos, hebras de cabello, las arrugas de un pie– como un exceso de vida, como un cascarón que ha sobrevivido a la vida de la persona.

A decir de la fotógrafa, el miedo actual a la muerte toma la forma de una ansiedad que esta serie trata de abordar de manera directa, buscando confrontar y reconciliar la inevitabilidad de la muerte con sus condiciones concretas. La muerte, dice, es tan natural como nacer. Hay tristeza en ciertas muertes, sin duda: en la de los padres jóvenes que dejan hijos pequeños, o en las muertes de niños que se perdieron muchas experiencias valiosas. Pero en otros casos, la muerte no es más que una conclusión natural que nada tiene que ver con la búsqueda de la eterna juventud que alienta nuestra sociedad de consumo; reconciliarnos con la mortalidad, paradójicamente (es el sentido de todo memento mori), nos permite estar más vivos dentro de nuestra vida.
Cuando se declara muerte cerebral, los cuerpos deben permanecer seis horas en un sótano, esperando signos de vida súbita. El cordel rojo sirve en caso de que alguien se despierte, pero no ha ocurrido nunca.

El rigor mortis se completa luego de 12 horas, y comienza a la cuarta hora luego de la muerte clínica.
Los moretones en los pies son formados por la sangre que baja y se queda ahí definitivamente. El cordel atado al pie es la última identificación oficial de un cuerpo: lleva su nombre, causa de muerte, y número de seguridad social.

 Luego de cada autopsia, la mesa y el suelo son disecados con mangueras a presión.

En la autopsia, los cuerpos se abren del hueso pélvico a la clavícula. Todos los órganos se remueven y analizan, incluyendo el cerebro.
Los cuerpos son cremados a 450 grados C durante hora y media a dos horas. Se remueven las flores, pero se queman con todo y ataúd, dibujos, cartas y anillos. Si quedan fragmentos de hueso, estos son triturados manualmente antes de entregar las cenizas a los familiares.

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